Sebastián Alpuche Gómez fue secuestrado el 18 de junio pasado cuando jugaba junto a otros de sus compañeros en la unidad deportiva Tepeyac. El joven había aplicado a tres universidades diferentes y cuando a su casa llegó la noticia de que había conseguido ingresar a la Universidad Veracruzana, sus padres esperaban que regresara con vida tras pagar su rescate. Pero los secuestradores ya no llamaron ni contestaron teléfonos. Su cadáver apareció flotando en el río Coatzacoalcos y mostraba avanzado estado de putrefacción.
Coatzacoalcos/Ciudad de México, 25 de junio (BlogExpediente/SinEmbargo).- Antes de ser secuestrado, Sebastián Alpuche Gómez hizo tres exámenes de admisión, en distintas universidades, buscando quedar en alguna y poder cursar la carrera de Ingeniería Ambiental.
El sábado pasado, por ejemplo, tenía que haber presentado examen en la Universidad del Valle de México, pero no pudo asistir pues fue secuestrado el 18 de junio cuando practicaba deporte en una cancha de su natal Nanchital.
También aplicó al Instituto Politécnico Nacional (IPN) y esperaba recibir resultados este domingo. Lejos de eso tuvo que ser llevado con premura a sepultar ya que su cadáver apareció flotando en el río Coatzacoalcos y mostraba avanzado estado de putrefacción.
También buscó una oportunidad en la Universidad Veracruzana. Pero mientras muchos padres siguen festejando que sus hijos lograron ingresar a la máxima casa de estudios, a la familia de Sebastián Alpuche Gómez les llegó la noticia de que había conseguido ingresar a la UV mientras esperaban que regresara con vida al hogar, pues pagaron el rescate pedido por su secuestro, pero los secuestradores ya no llamaron ni contestaron teléfonos.
El cadáver del joven deportista apareció flotando en aguas del río Coatzacoalcos, cerca de una zona de manglares conocida como El Infiernillo, a la cual únicamente se puede acceder por lancha, pero es relativamente vecina a la cabecera municipal.
Junto a sus restos la policía localizó una osamenta y los indicios de una víctima más envuelta en una sábana, en avanzado estado de descomposición. Esas dos víctimas siguen sin identificar.
INFIERNO
Así, de un fin de semana a otro, los padres del joven estudiante, con fama de aplicado, rompecorazones, humilde y disciplinado en el deporte, pasó de la satisfacción por verle escalar en su formación académica al drama y la angustia para juntar el dinero exigido por los criminales para tenerlo de vuelta con vida.
Sebastián Alpuche Gómez era hijo de empleados de Petróleos Mexicanos (Pemex), adheridos a la sección 11, la más grande del país.
Aunque no lo dicen en abierto es sabido en Nanchital, Coatzacoalcos y Minatitlán, que los trabajadores de Pemex cuentan con cajas de ahorro para gastos de emergencia en donde los petroleros ponen determinada suma para el pago de secuestros o extorsiones.
El recurso se usa ya sea para rescatar a los trabajadores o a quienes son más vulnerables, esposas e hijos. La principal consigna entre víctimas de este nivel es negociar con los criminales y no colocar la denuncia.
Desde hace cuatro años aproximadamente la delincuencia organizada ha enfocado sus baterías a este tipo de trabajadores con alta solvencia económica. La semana pasada, un obrero de la Comisión Federal de Electricidad de Coatzacoalcos murió baleado; días antes asesinaron a su jefe en calles de este puerto.
Sus compañeros, molestos por el acoso delictivo, salieron a marchar y a exigir a las autoridades vigilancia en sus centros de trabajo, pues es a la salida de estos donde son cazados por “la maña”.
Y antes de acabar el mes, el sur vuelve a ser manchado con la sangre por la muerte de Sebastián Alpuche Gómez. Su padre, José Alpuche, reclamó justicia para su hijo.
A unos minutos de haberlo enterrado, en medio de aplausos y palabras de aliento, reclamó a las autoridades que se pongan a hacer su trabajo. "Esperamos un Dios, que se haga justicia" asentó.
Sin embargo, reconoce que en su caso no puso denuncia. No lo hizo cuando se llevaron a su hijo y no lo ha hecho ahora. "Por el momento queremos calma, ya lo platicaremos más adelante con la familia. Todo esto pasó muy rápido", relató.
"El sueño de mi hijo ahora era acabar su carrera, ser ingeniero, aunque tenía muchos planes, ya había pasado el examen de la UV", dice. Con eso finaliza, pues no puede hablar más.
Quienes sí gritan y reclaman son sus compañeros de COBAEV. De distinta edades, los jóvenes le rindieron homenaje de cuerpo presente en las mismas canchas donde jugó básquetbol durante su estancia en el bachillerato, en el equipo "Armadillos 34".
Pero antes de traerle a la escuela, la familia pidió recibirlo en su hogar, en la colonia Primero de Mayo. Durante unos 10 minutos su círculo más cercano puso seguro a la puerta y se despidieron en lo más íntimo del seno familiar, mientras docenas de personas vestidas de blanco esperaban en la calle.
Ya en la explanada del COBAEV, uno a uno, maestros y alumnos dieron el pésame a los padres. Cantaron, aplaudieron, echaron porras y vieron recuerdos del joven en una pantalla por medio de docenas de fotografías, en convivencia con su familia y compañeros de clases.
"Ni uno más, ni uno más, ni uno más", lanzó un maestro de Filosofía.
La mayoría de los presentes, casi todos chicos menores de 18 años, se estremecieron cuando desde el fondo, una voz, trataba de articular palabras. "Tuve la fortuna de verlo cinco minutos antes de que eso pasara, que sepa tu familia, que no los vamos a dejar solos", alcanzó a decir antes de quebrarse en sollozos.
El joven fue uno de los que resultaron encañonados por sujetos fuertemente armados quienes irrumpieron en la cancha de la unidad deportiva Tepeyac, el pasado 18 de junio, día del secuestro de Sebastián Alpuche Gómez.
Los muchachos, quienes practicaban básquetbol, intentaron evitar que se lo llevaran, pero se toparon con las armas de los agresores y aunque llamaron a la policía resultó inútil. Los oficiales tardaron varios minutos en presentarse.
Nanchital es una ciudad con niveles de desarrollo casi iguales a los de Boca del Río. En Nanchital, según los datos oficiales, prácticamente, la desigualdad social no existe ante el gran número de familias laborando en Pemex y empresas vinculadas a ese ramo.
Y en contraste, ni si quiera poseen una policía municipal, lo que los vuelve altamente apetecibles para las mafias.
De unos 30 mil habitantes, Nanchital no cuenta con elementos de la policía necesarios para prevenir el delito. La Policía Naval vigila las calles, pero es ineficiente. Según la ley, la alcaldesa, Zoila Balderas, ya debería contar con una policía municipal, pero no ha tenido éxito. En su gobierno ha sido duramente criticada por no haber cumplido las expectativas de la campaña; incluso se esconde de los medios de comunicación para evitar ser cuestionada.
Durante la marcha posterior al funeral del joven deportista abundaron los reclamos contra la hija del líder petrolero Francisco Balderas.
"Lo de Nanchital no fue cuestión de genes, no funcionó", dijo uno de los asistentes al referirse a los tiempos de gloria y esplendor para Nanchital durante la existencia de Francisco Chico Balderas, ex líder de la sección 11 de Pemex y principal impulsor de Nanchital.
Los estudiantes del COBAEV y algunos de sus padres marcharon desde el panteón de la cabecera al palacio municipal lanzando consignas contra las autoridades, incluso reclamos al gobernador Miguel Ángel Yunes Linares y a su hijo, Miguel Ángel Yunes Márquez, quien anda en campaña para reemplazarle en el cargo por medio del voto popular.
"Da la cara, Zoila, da la cara, no eres igual que tu padre, Chico Balderas" le gritaban los manifestantes a la edil al llegar al ayuntamiento.
Las dos grandes puertas de metal se mostraron cerradas. Ningún funcionario municipal recibió a los inconformes, quienes no dudaron el lanzar consignas contra la edil y su comuna. Los chicos dieron algunos mensajes de paz, recordaron la memoria del joven asesinado y se marcharon, no sin antes colocar una cruz con flores afuera del ayuntamiento para su memoria, y como reproche a Zoila Balderas por su desplante: "Para que usted también lo recuerde" reclamaron.