Alejandro Páez Varela
25/06/2012 - 12:03 am
Andrés Manuel, la izquierda y la prensa
Independientemente del resultado de la elección del 1 de julio, yo creo que Andrés Manuel López Obrador, su gente cercana, el mismo Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) –que en teoría lo trasciende– y la izquierda deben iniciar, cuanto antes, una revisión puntual y profesional sobre su relación con la prensa. Debieron hacerlo hace seis años […]
Independientemente del resultado de la elección del 1 de julio, yo creo que Andrés Manuel López Obrador, su gente cercana, el mismo Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) –que en teoría lo trasciende– y la izquierda deben iniciar, cuanto antes, una revisión puntual y profesional sobre su relación con la prensa. Debieron hacerlo hace seis años pero, bueno, recurramos al borrón y cuenta nueva.
Diría que, en general, la relación de AMLO con la prensa es de mala calidad. Y esto ha permeado en sus seguidores: hay una constante descalificación de los medios como un todo, sin distinciones. Y quizás los seguidores tengan razón. Ellos no tienen por qué diferenciar: el otro día leí la columna del director de un diario mediano de la Ciudad de México que llamaba a Enrique Peña Nieto y a Josefina Vázquez Mota a borrar de la faz de la tierra a López Obrador. Con otras palabras, decía algo así como: “¿ya entendieron por qué no deben pelearse entre sí y pegarle sólo a AMLO?”, esto, porque había crecido en las encuestas. Terrible. Ese, creo, no es el papel de un periodista. Pero en cuanto un seguidor de AMLO cae con un texto así, agarra parejo.
Los que no deben agarrar parejo son los dirigentes de la izquierda, y López Obrador en particular. Yo sé, entiendo bien, que los grandes medios han sido abusones. Lo resumo: sacan las cifras de monitoreo del IFE que dicen que “hay una cobertura equilibrada” en cuanto a tiempos. Pero si escogen malas imágenes de AMLO, si no toman los momentos emotivos de un mitin –y sí lo hacen con los otros–, y si además el comentarista o lector de noticias o como le quieran decir hace un gesto de reprobación sobre cierta declaración del tabasqueño, esa no queda registrada en el monitoreo del IFE y sí va contra él. Un gesto basta para cuestionarlo. Y eso no está en ningún monitoreo.
Sin embargo, lo anterior no justifica que López Obrador diga cada dos conferencias que la prensa es corrupta. ¿Toda la prensa es corrupta? ¿Yo soy corrupto? Perdóneme, Andrés Manuel, pero no es así. Yo soy prensa y no soy corrupto. A eso me refiero: de esas generalidades está compuesto todo un discurso.
Si Andrés Manuel conociera a mis reporteros y editores en El Universal, en Día Siete, en Reforma, en El Economista, ahora en SinEmbargoMX, etcétera; si supiera cómo se las ingenian para vivir, con esos salarios tan jodidos en esta industria ingrata; si supiera que hace más de un año tuve a una editora que usó tres pantalones –los mismos– en dos años que trabajamos juntos (¡una editora!); si supiera de otra que me pedía quince minutos para correr a ver a su hijo, sería más justo, generalizaría menos. “Prensa vendida”, dice AMLO con mucha facilidad, cuando amanece enojado. Y no. No todos. No la mayoría, estimado señor.
Como un hombre que lleva 20 años metido en la prensa –no como ofendido, aclaro– le diría que sí debe revisar, o deben revisar él y su gente, qué ha provocado esta relación de baja calidad con mucha prensa. Yo creo que hay mucho de “malentendidos”, de mal manejo de discurso y de trato. Y no es de ahora: es de años. Y es AMLO, pero también quienes manejan sus relaciones con la prensa a distintos niveles. ¿Por qué esa incapacidad para sentarse y ganar espacios? Deben revisarlo.
Déjenme decirles que al interior de los medios –soy tropa: sé de lo que hablo– he visto cómo, en los últimos años, se ha descompuesto la relación con Andrés Manuel. A nivel tropa, insisto. Dicen en privado lo que ahora escribo para el público: que AMLO cachetea parejo. Madrea. Yo sé que él mismo ha sido ofendido por prensa vendida y parcial; o por periodistas que, aunque no estén “comprados” como dice, no lo ven con buenos ojos. Pero eso no lo autoriza a (digamos, no le beneficia) madrear periodistas por igual. Es como si yo dijera: todos los políticos son corruptos y no distinguiera; qué ofendida se daría, ¿no? Diría lo que le dijo a Javier Sicilia: no me metas en ese costal. Pues muchos periodistas decimos lo mismo: no nos meta en el mismo costal, no sea ingrato.
Hace tiempo que quería escribir este texto. Hace unos días estuve con López Obrador –solicitamos hacer el mismo ejercicio con Josefina y con Peña Nieto– en un avión. Estuve muy cerca de darle un consejo: oiga, señor, no hable generalidades; no nos madree parejo. Pero ese no es mi papel y tampoco hubo tiempo. Apenas para intercambiar algunas palabras, pocas. Lástima.
Lo veo fríamente. Repito lo que señalé al principio: López Obrador y su gente deben revisar qué ha pasado en su relación con la prensa, por qué está tan podrida. Si son inteligentes –y lo son–, deben saber que no somos un sector homogéneo; que entre nosotros nos identificamos: sabemos quiénes son corruptos, quiénes se venden en cada elección. Y quiénes quieren hacer su trabajo, simplemente, de la manera más profesional. Y estos últimos son mayoría, o somos mayoría. Y somos, también, los más ofendidos cuando se refiere a nuestro gremio, en general, como una bola de corruptos y vendidos.
Por último, quiero decir que la razón por la que no me había atrevido a escribir este texto es porque tendré que vérmelas con los muchos que se han comprado este discurso de generalidades; los seguidores ardientes me golpearán aquí, sin entender que lo que hago es un ejercicio de honestidad del que AMLO debería ser el primer beneficiado.
Pero, bueno, la elección es en unos días. Quizás este tema dé para mucho más, gane o pierda AMLO. Con más frialdad y sin pasiones, si no yo, la izquierda sí debe retomarlo y preguntarse de manera profesional: ¿Por qué Andrés Manuel tiene tan mala prensa? Con ganas de construir, pues; de aprender; de ganar algo. Deberían buscar expertos en el tema y preguntarse: ¿Por qué tantos y tantos años de mala prensa? O qué, ¿de verdad es sólo porque todos somos una bola de corruptos? ¿No cabría la posibilidad de que AMLO y sus más cercanos no han sabido qué hacer, en términos profesionales, para interpretar, ganar y usar (en el mejor sentido) esta complicada ensalada (también en el mejor sentido) de gente de carne y hueso?
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