“Me parece que la escritura es, de entrada, un ejercicio crítico. Los libros que yo leí siendo niña, los que se quedan conmigo y realmente me gustan, son aquellos que me enseñaron a ver que lo que nos rodea no iba a ser así, que esto no es la versión definitiva de nuestro mundo”, dijo Cristina Rivera Garza desde la Feria del Libro de la Frontera 2019.
Ciudad Juárez, Chihuahua, 25 de mayo (SinEmbargo).- Los mejores libros son los que te enseñan que nuestro mundo aún no alcanza su versión definitiva, dijo Cristina Rivera Garza, escritora mexicana y catedrática en el Colegio de Artes Liberales y Ciencias Sociales de la Universidad de Houston.
Desde la Feria del Libro de la Frontera 2019, Rivera Garza, autora de Nadie me verá llorar, señaló que lleva años hablando de la escritura como un acto colectivo, como una práctica plural, donde se van a encontrar todos a través del lenguaje.
“Usualmente nos vamos a encontrar la imagen estereotipada del escritor. Usualmente está solo, usualmente es un ‘él’ viendo hacia sus libros… A mí me interesa todo lo contrario: una literatura que esté conectada con su realidad”, explicó.
“Me interesa una literatura que se articula con los deseos, con los problemas, con la experiencia de todos los días. Es importante tener una idea clara: hay que traer el cuerpo hacia las letras. A mí siempre me ha interesado el género, pues no es posible hablar del cuerpo en el que habitamos sin tocar temas de género. Gran parte de mi trabajo ha estado rondando todos estos enigmas, los desequilibrios que tiene que ver con cómo lidiamos con las definiciones de género”, añadió.
Además de Nadie me verá llorar, galardonado con el Premio Nacional de Novela José Rubén Romero y el Premio Sor Juana Inés de la Cruz, Rivera Garza ha escrito La muerte me da, Verde Shanghai, El mal de la taiga, entre otros.
“Yo doy clases. Es otra manera muy colectiva y muy amena de estar compartiendo y produciendo saberes y experiencias con otros. También creo que la escritura es ese espacio. Creo que ahí es donde no sólo vamos a contar historias, sino que ahí vamos a producir la idea y la realidad de otro mundo posible”, dijo.
“Me parece que la escritura es, de entrada, un ejercicio crítico. Los libros que yo leí siendo niña, los que se quedan conmigo y realmente me gustan, son aquellos que me enseñaron a ver que lo que nos rodea no iba a ser así, que esto no es la versión definitiva de nuestro mundo. Los que me enseñaron que hay otra manera de vivirlo, de enfrentarlo. Eso lo podemos aprender de múltiples maneras, a mí me tocó aprenderlo de una manera muy festiva, con escritores y escritoras”, añadió.