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El crimen organizado cambia en América por el COVID-19: da despensas y extorsiona unidades de Uber

25/04/2020 - 2:26 pm

Derivado de las medidas implementadas por los gobiernos para contener el coronavirus, “las pandillas o maras de El Salvador, Guatemala y Honduras han visto su capacidad para extorsionar limitada”, sobre todo por la imposibilidad de moverse libremente de un sitio a otro para recoger el dinero, y, por otro, dichas medidas “han generado un desplome en los ingresos del comercio lícito” que dificulta el pago para quienes siguen abiertos.

En México, donde se sitúan algunas de las organizaciones criminales más potentes de la región, han adoptado un perfil público y han realizado repartos de comida y otros productos básicos en zonas humildes.

Madrid, 25 de abril (EuropaPress).- El coronavirus ha tenido un impacto global y transversal del que tampoco se han librado las organizaciones criminales que operan en México y Centroamérica. La pandemia les ha obligado a cambiar sus usos y costumbres con acciones que van desde la pseudo labor humanitaria hasta el uso de Uber para mantener a flote el negocio.

Los países del llamado Triángulo Norte -El Salvador, Guatemala y Honduras-, donde se centra la actividad del crimen organizado en la región, son de los menos afectados por el coronavirus, siendo este último el más castigado de los tres, con 510 casos confirmados y 46 muertes. Pese a ello, los gobiernos han apostado por una alerta temprana que les ha llevado a ordenar el confinamiento de la población, la suspensión de las actividades no esenciales y el cierre de fronteras.

Guillermo Vázquez, experto en políticas públicas de seguridad, señala en un reciente artículo para la Iniciativa Global contra el Crimen Organizado y Trasnacional (GI) que estas medidas preventivas “han reconfigurado las economías lícitas e ilícitas por igual”, lo cual se ha traducido en un fuerte impacto para la extorsión, una de las principales fuentes de financiación de los grupos centroamericanos.

Vázquez explica que, por un lado, “las pandillas o maras de El Salvador, Guatemala y Honduras han visto su capacidad para extorsionar limitada por las medidas para contener el virus”, sobre todo por la imposibilidad de moverse libremente de un sitio a otro para recoger el dinero, y, por otro, dichas medidas “han generado un desplome en los ingresos del comercio lícito” que dificulta el pago para quienes siguen abiertos.

“Los recursos de este delito son vitales para pagar a los miembros de las pandillas, así como para mantener a aquellos que están en prisión y a sus familias”, por lo que “se espera que estas organizaciones criminales se adapten y encuentren formas adicionales de obtener ingresos”, dice Vázquez. Y así ha sido, aunque de forma diferente en cada uno de estos países.

En Honduras, la Fuerza Nacional Antimaras y Pandillas (FNAMP) asegura que las organizaciones criminales parecen estar replegadas. “La Policía tiene información de que los líderes han ordenado tener cuidado y evitar la exposición al virus”, de modo que “los pocos que han intentando seguir extorsionando a negocios han sido detenidos” por policías o militares, que ahora tienen una importante presencia en las calles. En consecuencia, las denuncias de delitos en marzo han caído un 80 por ciento respecto al mismo mes de 2019.

En El Salvador, Guatemala y México, en cambio, la actividad criminal se ha mantenido en niveles similares a los registrados antes del estallido del COVID-19, pero también con matices, dependiendo del músculo económico que tenga el grupo, apunta José Miguel Cruz, experto salvadoreño en pandillas y violencia de la Universidad de Florida, en Insight Crime.

“Dependiendo de la diversidad del portafolio criminal de la organización, esta suele tener una reacción más o menos benevolente frente a la población. Si no solo viven de la extorsión, sino también de negocios semiformales, entonces tendrían más opciones, pero son los grupos más pequeños los que suelen ser más extractivos” porque tienen menos recursos, expone Cruz.

AYUDA HUMANITARIA CON LA CARA DE “EL CHAPO”

En México, donde se sitúan algunas de las organizaciones criminales más potentes de la región, han adoptado un perfil público y han realizado repartos de comida y otros productos básicos en zonas humildes.

El caso más llamativo ha sido el de Alejandrina Giselle Guzmán Salazar, hija de Joaquín “El Chapo” Guzmán, antiguo líder del Cártel de Sinaloa, que junto a trabajadores de su empresa de ropa -Chapo 701- ha dado ayuda a ancianos en barrios pobres de Guadalajara. “Nos encontramos (…) preparando las ‘chapodespensas’ para aportar nuestro granito de arena”, dijo en un vídeo difundido por Facebook. En las cajas figuraba la cara de su padre.

En la misma línea, Cárteles Unidos -una alianza formada por células de otros cárteles contra el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG)- ha entregado bolsas con comida en la localidad de Acahuato, el estado mexicano de Michoacán, y el Cártel del Golfo lo ha hecho en Ciudad Victoria, Tamaulipas. “Cártel del Golfo, para que tengan conocimiento y sepan de dónde viene”, gritaban los sicarios durante el reparto, de acuerdo con el Blog del Narco.

En El Salvador, las pandillas hasta habrían contribuido a implementar las medidas preventivas. “Han circulado audios de WhatsApp en los que estas organizaciones criminales amenazan a los ciudadanos para que se abstengan de salir de sus casas” y “algunas personas han sido golpeadas por pandilleros por no respetar la cuarentena”, comenta Vázquez.

EL NEGOCIO DE LA EXTORSIÓN

Algunos sicarios habrían perdonado el pago a los negocios extorsionados. Para Cruz, “en comunidades donde los pandilleros tienen raíces familiares el perdón a las extorsiones es más factible”. Sería el caso de los miembros del Barrio 18 Revolucionarios que actúan en el centro histórico de San Salvador y de los dos grupos que controlan la colonia Kennedy en Ciudad de Guatemala.

Allí donde los pagos se han suspendido, tanto sicarios como extorsionados tienen claro que volverán. En Honduras, por ejemplo, “las pandillas han amenazado a los dueños del transporte público diciendo que se cobrarán de manera retroactiva una vez que el periodo de cuarentena concluya”, cuenta Vázquez. Algunas víctimas, cuyos testimonios recoge el diario salvadoreño El Faro, han confesado que están guardando el dinero porque “saben que tarde o temprano los criminales vendrán a cobrarlo”.

En otros lugares la “vacuna” se sigue aplicando directamente. En México, la Unión de Tepito ha aclarado a los comerciantes de Cuauhtémoc que tendrán que continuar cumpliendo con los pagos a pesar de la pandemia y los prestamistas colombianos siguen recaudando el ‘gota a gota’ en las afueras de la capital guatemalteca.

Destacan en este sentido las pandillas salvadoreñas que permanecen activas en el contexto del coronavirus porque “han adaptado su modelo de negocio al usar vehículos Uber bajo su control para recolectar pagos de extorsión, ya que este servicio de transporte privado es considerado esencial y continúa operando durante la cuarentena”, afirma Vázquez.

El analista de GI resalta igualmente el creciente papel de las mujeres en la extorsión. Ya antes del Covid-19, pasaron de mensajeras o recolectoras de pagos a administradoras, sicarias o líderes de facciones. Ahora, es previsible que aprovechen su “bajo perfil”, “pero será importante verificar si se mantiene o se reduce después de la emergencia sanitaria”.

¿MÁS VIOLENCIA?

Cruz advierte de que a medio plazo “es muy probable que la violencia suba en un contexto de caos generalizado”. “Si los sistemas públicos de atención llegan al límite por la emergencia sanitaria, los grupos criminales van a tener la oportunidad y el espacio para generar terror”, vaticina.

En la misma línea, Vázquez indica que “en Honduras la FNAMP espera que las pandillas se adapten a la falta de recursos mediante robos, venta de droga al menudeo y saqueos orquestados a tiendas, que además les permitan disputar a las autoridades gubernamentales el control de sus territorios”.

ruz advierte de que a medio plazo “es muy probable que la violencia suba en un contexto de caos generalizado”. Foto: EFE

Con todo ello, “paradójicamente la pandemia ocasionada por el COVID-19 parece abrir una pequeña ventana de oportunidad para analizar el fenómeno y prepararse para lo que podría venir después de esta crisis de salud pública”, esgrime Vázquez.

En consecuencia, recomienda “recolectar Inteligencia que permita realizar acciones proactivas contra las pandillas antes de que la cuarentena concluya y concreten sus amenazas contra la sociedad”.

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