Por Enrique Rubio
Abu Dabi, 25 abr (EFE).- Bill Gates admite con una sonrisa que “no es demasiado habitual” recibir una carta que te invita a acabar para siempre con una de las enfermedades más perniciosas del siglo XX. Menos aún, cuando el remitente de la misiva es el hombre más rico del mundo y su destinatario, la segunda mayor fortuna del planeta.
En una entrevista exclusiva con Efe -la primera conjunta que conceden nunca a un medio de comunicación-, los dos hombres que encabezan año tras año las listas de millonarios, el mexicano Carlos Slim Helú y el estadounidense Bill Gates, desvelaron la aportación que el primero realizará a una de los iniciativas filantrópicas del fundador de Microsoft.
Slim contribuirá con cien millones de dólares a un plan que pretende borrar la polio en seis años de la faz de la tierra.
¿Por qué tanto dinero y energía en combatir una afección que el año pasado solo afectó a 223 niños y es endémica únicamente en tres países?.
“Con la polio hay dos posibilidades: o redoblamos el trabajo y de verdad acabamos con ella, y en ese caso nos ahorramos todos los costes de la vacunación, o detenemos este gran esfuerzo y la polio podrá extenderse de nuevo y volver a infectar a cientos de miles de niños”, explica Gates.
Los últimos 25 años han sido capitales en la lucha contra la polio, gracias a las campañas de vacunación emprendidas en todo el mundo, y ha pasado de paralizar a 350.000 niños al año en 125 países a ser endémica solo en Nigeria, Pakistán y Afganistán.
Paradójicamente, llegar a los cero casos será la tarea más difícil.
Como recuerda Slim, el principal problema ahora para su total eliminación no es tanto de recursos o dinero, sino de conseguir llegar a los poblaciones de mayor riesgo, ubicadas muchas veces en lugares remotos y en una compleja situación de seguridad.
Desde el pasado mes de diciembre, por ejemplo, casi una veintena de personas han muerto en una oleada de asesinatos contra trabajadores humanitarios que participaban en la campaña de inmunización contra la polio en Pakistán.
Slim y Gates son hombres de negocios, y ninguno tiene interés en ocultarlo.
Mantienen una aproximación casi empresarial a la filantropía y en su discurso dejan escapar a menudo términos como “eficiencia” o “ahorro”, alusiones a las ventajas de aplicar la mentalidad emprendedora al altruismo, y cifras sobre la conveniencia económica de apoyar esta u otra causa.
Por ello, conscientes de que mucha gente se pregunta qué podría suceder si las mayores fortunas se pusieran de acuerdo para resolver los problemas que afligen al mundo, han convertido la eliminación de la polio en algo casi personal, un reto que dará la medida del potencial de este tipo de asociaciones.
Dice Gates: “Si no tenemos éxito con la polio, sería un tremendo revés no solo para la salud global, sino también para el optimismo sobre lo que los hombres pueden hacer cuando se unen. Si tenemos éxito, eso nos fortalecerá y nos recordará que juntos podemos hacer cosas asombrosas”.
La “credibilidad” que esperan obtener en el combate contra la polio les permitiría prolongar esta asociación frente a otras enfermedades, pero aún es pronto para abrir nuevos frentes de batalla.
Para Slim -relajado, cómodo con una persona con quien, pese a disputarle el simbólico trono de la opulencia, le une una “buena relación”-, lo fundamental es compartir la visión del problema y la decisión de resolverlo, más allá de la sintonía personal.
A la voz de “por qué no te sumas”, Gates ha embarcado en su nave a gobiernos y magnates como el alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, dentro del llamado Plan Global para la Erradicación de la Polio, que deberá contar con un presupuesto global de 5.500 millones de dólares para lograr su objetivo en seis años.
El fundador de Microsoft, compañía que abandonó para dedicarse en exclusiva a la filantropía, confía en que su pasión por esta actividad pueda contagiar a otros hombres de negocios, y que estos pongan en práctica sus habilidades empresariales para que “cada dólar se gaste de una mejor forma”.
El mexicano y el estadounidense coinciden en que la filantropía y el mundo de la empresa son “sorprendentemente similares” y tienen dificultades para elegir uno sobre el otro.
“Quizá la única diferencia esté en los objetivos. En los negocios, tus metas son una mayor cuota de mercado, rentabilidad… Pero en ambos lugares buscas la eficiencia, organizar bien lo que vas a hacer, y que tu capital humano sea el mejor”, explica el ingeniero Slim.
Mientras, Gates no duda en agradecer a su éxito en los negocios la oportunidad de poner en práctica su trabajo filantrópico, después de que, como dice, “la magia del software fuese mi enfoque fanático durante tantas décadas de mi vida”.
Los ojos vivarachos de Slim no dejan de escudriñar a Gates durante la entrevista, mientras que este asiente continuamente para subrayar las palabras del mexicano. No se engañan, saben que sus mareantes fortunas hablan por si solas, y que millones de personas confían en que de su buen entendimiento pueda salir un mundo mejor. EFE