Javier Solórzano
25/03/2013 - 12:02 am
¿Nuevos tiempos, nuevas reglas y nuevos jugadores?
Vayamos a lo obvio: las reformas en materia de telecomunicaciones son perfectibles. Sin embargo, lo que se aprobó el jueves por la noche en San Lázaro es un antes y después en la historia de las telecomunicaciones. Se están estableciendo reglas que le deben permitir a la industrias opciones después de años de concentración del […]
Vayamos a lo obvio: las reformas en materia de telecomunicaciones son perfectibles. Sin embargo, lo que se aprobó el jueves por la noche en San Lázaro es un antes y después en la historia de las telecomunicaciones. Se están estableciendo reglas que le deben permitir a la industrias opciones después de años de concentración del poder y de monopolios.
Si algo arrojó la discusión en la Cámara de Diputados fue una alta dosis de claroscuros. Mientras se ve que algunos legisladores hicieron la tarea, otros de plano en plena tribuna mostraron su desconocimiento del tema y una cerrazón que no le va a un área que ha vivido bajo la complicidad entre los gobiernos y los concesionarios, particularmente los de la tele. Muchos se opusieron bajo argumentos que caían en una ideologización menor. Habría que recordarles a algunos legisladores que bajo la actual estructura legal los medios de comunicación les han dado en más de una ocasión con todo.
¿Por qué son importantes las reformas? Porque por fin se está haciendo algo nuevo en un ámbito en el que cada vez que surgía un proyecto que tuviera el más mínimo asomo de cambio era echado abajo. La historia es larga, recordemos tres momentos. En 1981, el gobierno de López Portillo pidió un estudio a quien era su Director de Comunicación Social, Luis Javier Solana, para legislar en materia de derecho a la información. Luis Javier formó un destacado equipo de académicos quienes presentaron un muy interesante y atendible documento. Cuando se le presentó al Presidente todo se vino abajo y un diputado del PRI, cercano a López Portillo y parte de la industria de radio y tv, definió con una frase el fin del proyecto: “no le encontramos la cuadratura al círculo”.
En el 2007, ante lo que fue una elección cargada de dudas que tuvieron a los medios como uno de los ejes de la desigualdad –igual que en el 2012– se propusieron cambios en la legislación. En un hecho inédito, los dueños de los medios irrumpieron en la sede alterna del Senado, donde se estaba llevando a cabo la discusión, con sus empleados y uno que otra periodista para protestar. Todo estuvo fuera de proporción. Entre artistas, locutores y animadores se vino una avalancha de protestas inusuales ante lo que los senadores trataron de no dar marcha atrás. Al final, el proyecto quedó a medias entre sus excesos involuntarios y la protestas. Tiempo después un Senador, Santiago Creel, fue difuminado en una nota en Televisa. Todo fue el colmo y más con las primarias explicaciones del porqué había pasado lo que pasó.
Lo más reciente fue lo que se conoció como la “minuta Televisa”. Los diputados carentes de toda autocrítica y crítica vieron pasar el documento, mismo que fue atajado por los senadores. Al final no procedió lo que sería una mayor concentración del poder y que terminaría por enquistar aún más a los poderes fácticos.
La importancia de las reformas aprobadas, por lo pronto en San Lázaro, tienen el gran valor de ir contra la historia al tiempo que crean nuevas reglas del juego. No es lo ideal y todos los sabemos, pero tampoco llevemos las cosas al extremo. Con lo que se tiene se pueden dar grandes avances y por fin se están aprobando reformas que pueden darle un giro a la industria. Es evidente que lo que no beneficie a los consumidores, más bien ciudadanos, no tiene sentido y las reformas han pensado en esto.
En un país como el nuestro no hay manera de que aparezcan muchos tiradores cargados de dinero para entrarle a la industria. Lo importante bajo este inevitable escenario es la exigencia y el deber de quienes hoy están y estarán a futuro al frente de la industria; que entiendan que el espíritu de la reforma son los ciudadanos. Se trata de que podamos escoger, que podamos tener opciones, que veamos cómo se acaban los monopolios y que haya nuevos jugadores que ensanchen la industria y su relación con nosotros.
Por lo pronto, en los medios de comunicación de manera oficial ya hay un nuevo jugador de grandes ligas que paradójicamente no tiene canales convencionales de televisión. La obtención de los derechos de transmisión por televisión de los Juegos Olímpicos, invierno del 2014 en Rusia y verano del 2016 en Brasil, por Carlos Slim va a obligar a los que hacen show cada cuatros años en sus pantallas a sentarse y negociar sus trasmisiones con quien hoy están de la greña. Nuevos tiempos, nueva reglas, nuevos jugadores, nuevas tecnologías, y quizá ahora si vengan también nuevas formas de ver al país y la vida misma.
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