El informe "La violencia en línea contra las mujeres en Mexico" señala que las que rondan los 18 y 30 años de edad son las más vulnerables en los espacios digitales.
Y hay tres perfiles principales de mujeres que viven esta forma de violencia: mujeres que viven en una relación íntima de violencia, mujeres profesionales con perfil público que participan en espacios de comunicación (periodistas, investigadoras, activistas, artistas...), y mujeres sobrevivientes de violencia física y sexual.
Además de que actualmente el 88.4 por ciento de las víctimas decide no denunciar.
Ciudad de México, 25 de enero (SinEmbargo).- El 66 por ciento de las mujeres mayores de 15 años (30.7 millones) ha sufrido algún tipo de violencia en el país, y la relacionada con las tecnologías va en aumento y es cada vez más cruel.
De acuerdo con el informe "La violencia en línea contra las mujeres en Mexico", la impunidad de las agresiones ha permitido el incremento. Actualmente, el 88.4 por ciento de las víctimas decide no denunciar.
La violencia contra las mujeres relacionada con la tecnología se define como “actos de violencia de género cometidos instigados o agravados, en parte o totalmente, por el uso de las Tecnologías de la Información y causan daño psicológico y de emocional, refuerzan los prejuicios, dañan la reputación, causan pérdidas económicas y plantean barreras a la participación en la vida pública y pueden conducir a formas de violencia sexual y otras formas de violencia física”.
Lourdes Barrera, coordinadora del informe, comentó durante la presentación que las mujeres han utilizado Internet para defender sus libertades y para luchar por ellas, defendiéndolas, pero las agresiones pueden provocar que se autocensuren o dejen de hacerlo, cuando es en este momento cuando la desigualdad de género se está empezando a reconocer.
“La violencia en línea tiene un objeto específico: silenciar a las mujeres que tienen en su voz una herramienta para luchar por la equidad de género. La violencia restringe la libre circulación de un discurso que busca defender los derechos humanos. Está forma de violencia es una extensión de la violencia estructural de la violencia comunitaria”, señaló.
De acuerdo con el informe, la violencia en línea, como se comete a través de plataformas nuevas, son un fenómeno desconocido.
Por lo regular, las agresiones vienen de personas desconocidas, y las mínimas, de conocidas.
El informe sostiene que para las autoridades al enfrentarse a estos casos de violencia, dicen que, como es virtual, no es real, pero los efectos son reales en los cuerpos, en las emociones y en las actividades que las mujeres realizan.
El documento aborda también los efectos de la violencia. Las mujeres víctimas tienen síntomas como sudoración, náuseas, dolor de cabeza, dolor de espalda, dolor de estómago, dolor de riñón, falta o exceso de apetito, vacío en el estómago, tensión corporal, llanto, pesadez en el cuerpo, autolesiones, afectaciones nerviosas, estrés, angustia, ira, enojo, depresión, paranoia, miedo, confusión, impotencia, miedo a salir, autorestricción de movilidad, abandono de las tecnologías, autocensura y sensación de vigilancia.
Las mujeres jóvenes, de entre 18 y 30 años, son las más vulnerables en los espacios digitales. Y hay tres perfiles principales de mujeres que viven esta forma de violencia: mujeres que viven en una relación íntima de violencia, mujeres profesionales con perfil público que participan en espacios de comunicación (periodistas, investigadoras, activistas, artistas...), y mujeres sobrevivientes de violencia física y sexual.
Se identificaron 13 tipos de agresiones y violencia relacionada con la tecnología:
Acceso no autorizado (intervención) y control de acceso: Ataques a las cuentas o dispositivos, como robos de contraseña, programas espías, robo de equipo.
Control y manipulación de la información: Robo u obtención de información, tomar fotos o videos sin consentimiento (no necesariamente con contenido sexual) y el control de cuentas en plataformas digitales.
Suplantación y robo de identidad. Uso o falsificación de la identidad de una persona. Están la creación de perfiles o cuentas falsas, usurpación del sitio, hacerse pasar por una persona.
Monitoreo y acecho: La vigilancia contante a las prácticas, la vida cotidiana de una persona o de información, independientemente de si la persona involucrada se da cuenta o no de la acción. Esto puede ser con cámaras de vigilancia o escondidas, identificación de ubicación por medio de imágenes, geolocalización, seguimiento, ciberstalkeo...
Expresiones discriminatorias: Discurso que refleja patrones culturales que asignan un rol secundario o únicamente reproductivo a las mueres. Es violencia simbólica basada en ideas preconcebidas tradicionales de género.
Acoso: Conductas que resultan perturbadoras. Son el acecho, oleadas de insultos, mensajes de desconocidos, envió de fotos sexuales no solicitadas.
Amenazas: Mensajes, imágenes o videos con amenazas de violencia física o sexual.
Difusión de información personal o íntima sin consentimiento: Compartir información privada, exposición de identidad o preferencia sexual, difusión de contenido íntimo sin permiso, revelación de información privada, pornografía no consensuada.
Extorsión: Chantaje, sextorsión.
Desprestigio: Difusión de contenido, campaña de desprestigio, difamación, descalificación.
Abuso y explotación sexual: Enganche con fines de trata, enganche con fines de abuso sexual.
Afectaciones a canales de expresión: Son las tácticas o acciones deliberadas para tirar y dejar fuera de circulación canales de comunicación o expresión de una persona o un grupo.
Omisiones por parte de actores con poder regulatorio: Falta de interés, reconocimiento, acción o menosprecio de diversos actores con posibilidades de regular, solucionar y/o sancionar agresiones relacionadas con la tecnología.
La principal recomendación es la de documentar las agresiones, ya que la agresión violenta derechos humanos como el de la privacidad, intimidad, la libertad de expresión y de acceso a la información y el derecho de acceso a la justicia y garantías judiciales.
Además, cuidar, en el pleno ejercicio de la libertad sexual, el contenido íntimo que se comparta de manera consensuada y al mismo tiempo, reforzar las contraseñas de todos los dispositivos electrónicos.