Ciudad de México, 25 de octubre (SinEmbargo).– En abril del año pasado, Noël Le Graet, presidente de la Federación Francesa de Futbol, declaró que todos los clubes profesionales afiliados a este organismo quedarían exentos de la nueva tasa del 75 por ciento que el gobierno de aquel país pensaba implementar en las compañías que facturasen arriba del millón de euros. El motivo era simple. Al considerarse como pequeñas y medianas empresas, la pelota rodaría tranquila sin mucho escándalo financiero de por medio. Sin embargo, todo eso cambió en octubre cuando se informó que el nuevo panorama de regulación económica, incluiría a las organizaciones generadores de una de las pasiones más seguidas en el mundo.
“El talento, es verdad que no tiene precio, pero tiene un costo”, declaró Bernard Cazeneuve, Secretario de Hacienda galo, explicando la nueva medida. Entre la realidad socialista del gobierno de François Hollande y las críticas empresariales defensoras de las inversiones de arriesgados personajes, una liga que recién gozaba del poderío económico, veía en peligro la estadía de sus recién llegadas figuras gracias al capital externo llegado desde filosofías amantes del petróleo. En Mónaco, principado anexo a Francia, se mostraron tranquilos ante la nueva realidad, debido a que por cuestión de régimen fiscal, quedaban sin la obligación de someterse a tan drástico concepto. Sin embargo, la Ligue 1, ejerció una presión para que el club del ruso Dmitry Rybolovlev, se apegara a las condiciones generales del resto de los equipos.
“Mónaco anuncia que ha alcanzado un acuerdo con la Liga (LFP) para salvaguardar la continuidad del club en los campeonatos franceses (…) haciendo una voluntaria contribución de 50 millones de euros que serán pagados en cuotas. Mónaco demuestra su compromiso con el futbol francés”, se leía en un comunicado oficial del club. La LFP habría puesto un ultimátum, amenazando al organismo del principado de sacarlo de toda competición local. El club habría demandado respetar su “identidad única”. Todo eso se ha quedado en el olvido con el arreglo amistoso anunciado desde el conjunto que hoy llora la baja del colombiano Falcao, quien se rompió el ligamento de cruzado de su rodilla izquierda.
El trato se da para compensar las ventajas fiscales que Mónaco tiene sobre el resto de los equipos de la liga. En la palestra queda el rumor de que el club tendría que haber cambiado sus instalaciones para seguir participando dentro de la máxima categoría del balompié galo. El litigio de un año llegó a su fin antes de cinco días de realizarse la audiencia donde se determinaría el futuro de uno de los actuales equipos más ricos del mundo. El hecho sin precedentes, deja claro el conflicto de intereses entre gobierno y entidades futbolísticas sobre el nuevo impuesto implementado, buscando “no dar la sensación de que hay un ambiente de no regulación”, como declaró Valérie Fourneyron, Secretaria de Deportes de Francia.
El magnate Rybolovlev habría calificado como “totalmente inaceptable” los 200 millones de euros que Le Graet habría reclamado en voz de la LFP como pago por la nueva regulación fiscal. En medio del conflicto, los jugadores monegascos, se mantenían al margen confiando en la palabra de su máximo directivo quien les habría prometido mantener todas las promesas intactas. El hecho de Francia tuviera la llegada de grandes figuras del futbol mundial, se debía a las bajas cuotas en materias de impuestos. Regulado el asunto desde las altas cúpulas gubernamentales, el escape de futbolistas en verano, aún no es un caso cerrado.