Ciudad de México, 25 de enero (SinEmbargo).– Su mano izquierda tenía una ampolla abierta. Esa foto recorrió el mundo para tratar de explicar la hazaña que significa ver jugar a Rafael Nadal. El español tuvo un grandioso 2013 dejando atrás todos los dolores de su rodilla. Recobró la cima del ranking, y al parecer no tiene intención alguna de quedarse detrás del ímpetu de sus principales perseguidores. En la noche de Melbourne, en plena madrugada latina, Rafa se plantó frente a Roger Federer para dar vida al enfrentamiento 33 entre estas dos leyendas vivas del deporte blanco. El ibérico fue más que el suizo como en los últimos meses, demostrando su poderío con parciales de 7-6, 6-3 y 6-3. A diferencia del pasado, esta vez el ganador no alzó un trofeo, sino que ganó su lugar para la primera final de Grand Slam en el año.
Con la sonrisa fresca, levantó los paños con los puños cerrados. En su mano izquierda se veían los pequeños vendajes, esos que han terminado de sanar cualquier inconveniente con la piel. El balear va por su título 14 en las competencias grandes del circuito. “Nunca me imaginé ganar 13, voy a estar al cien por cien para luchar por el que sigue. Pero empezar el año con victoria en Doha y final aquí, ya es algo fantástico”, declaró Rafa terminado el partido. El duelo frente a Roger sirvió para alimentar las añoranzas de millones de fans regados por el mundo. Con el suizo mucho más despierto que la campaña pasada, el cotejo pintaba para que se fuera a los extremos temporales. Sin embargo, Nadal está convertido en todo lo que sueñan tantos que aspiran a ser profesionales con raqueta en mano. A sus 27 años, su estado físico es envidiable.
Iba Roger, enjundioso con la agresividad de toda su carrera retomando el empuje de subir a la red que tenía a principio de su trayectoria. Nadal sabía del nuevo concepto tenístico de su rival, y relajado puso el fino golpe para conectar un golpe preciso de revés que fue aparar junto a la línea del fondo provocando el alarido de la gente. El suizo supo que sería casi imposible salir airoso. “Jugar con Roger siempre es muy especial. Es un gran campeón y para mí es un honor estar en la misma era que él”, dijo Rafa aún en la cancha con el micrófono resonando en las bocinas generales del estadio. Federer no estuvo bien desde el saque, una arma siempre preponderante. Con sus armas debilitadas, fue una pieza más en la noche del español, tan pensante como ferviente luchador sobre el terreno de juego.
Uno se enfila con su juventud plena, el otro guarda fuerzas para los momentos clave. Así fue el transcurso del cotejo, con Roger precavido leyendo cada acción, intentando estar por delante de su clásico rival. Pero fue la fuerza de Rafa la que se impuso, la misma que ahora apunta a otro suizo, en la final. Stanislas Wawrinka cree en su juego más que nunca tras destronar a Novak Djokovic. Impulsado por las ganas de alejarse de la estela impuesta por su compañero y amigo, Federer, pretende dar el primer gran paso este domingo en suelo australiano. Su victoria nadie la espera, como cuando enfrentó a Nole en cuartos de final. “He trabajado toda mi vida para llegar a una final de Grand Slam”, declaró Stan tras vencer en semis al checo Berdych.
Los números marcan una clara ventaja para Rafa con doce victorias sin derrota frente a Stan. Son 26 los sets ganados sin conceder alguno. El favoritismo marcado, es algo que no le gusta a Nadal. “Las últimas veces no me ha ganado un set por suerte”, dijo marcando distancia de la ebullición mediática a su favor. Wawrinka está probablemente en el momento más alto de su carrera. Lo que tanto ha soñado, lo tiene al alcance de la mano. Tendrá que superar al mejor del mundo que acaba de eliminar al mejor de la historia y está a nada de empatar la marca de Pete Sampras con 14 Grand Slams, a solo tres de Federer y con muchos años por delante. Se jugará de noche, con el clima frío, pero la pista estará caliente. Stan quiere su primer grande para alejarse de la sombra de Roger. Nadal haría historia, como lo lleva haciendo desde hace mucho tiempo.