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Antonio María Calera-Grobet

24/12/2023 - 12:05 am

Almas así

“Todo vendrá de ahí: del obusazo que son tus ojos, tu lealtad de nudillos, el mejor cine para contarnos lo que queramos. Por tu serena y torbellina manera de incidir”.

“Lo supimos: que así con apenas el quelite, ahuejotito que somos, brote de tuetanito apenas de nuestra aquella nana gloriosa, nuestra gula original de sesos y lengua, paella de grandes eras aquellas, pedazo de poema que éramos y no al revés”. Foto: Andrea Murcia Monsivais, Cuartoscuro.

Por y para, desde y hasta,

hic et nunc y para siempre:

Melisa Arzate Amaro

 

Yo traigo unos cañones, pero tú, además de meterte con la selva y el entero de sus perfumes, por lo plantado con tu cuerpo o cerebro, tú siempre has estado y estarás. Tu alma trae unto de origen, sale de esa nada que hizo todo y nos dejó el ajedrez. Por eso Sibila tú, Faunita, Fauva, Deus ex machina, el salvajismo de tu imprenta noche y día, tú ende pero falange, garabato y laberinto y acertijo, odre de cuanta sangre existe, tú, ojo que ampara desde arriba el todos, (siempre dos, siempre el nosotros), tú y lo que conocemos como la Música de escantillón, mientras sabes que morimos, la fragua que nos hace ser de uno y no de cero (menos Patasdepalo, menos Carabobos), carne más de caramelo macizo, más en la subida de nuestro Carmelo: rallarías a cualquier horda en cualquier día, e irá tu toro lo que dure la vida por la vía de los magueyes a masacrar heráldicas, cascar las vírgulas víboras, esto ni aún lo decidas. Y hueles al bien, a carnísima y reliquia, hay ahí polvo de arroz, hay dieces en tareas de volcán, todas las vecindades para sacar la gesta.  Sí. Caja de huevo fresco, miel de puro magma lista en el chifonier para que sea lo que deba ser y lo que no se mate o meramente muera. Quizá yo podría, de vez en cuando, decir casi algo despierto pero un tanto tontón y, las más de las pocas veces en que me elongo podría llamárseme boicot, piedra sin decir luego filosofal, cachivacho farragante y remortal. Ahora que, en verdad (y a decir verdad esta no lo es hasta que sea dicha), toda flora, y tal no existiría sin la fauna, su hermana (y a ambas las acuchillamos, si recuerdan, cada día, echados en la cocina de nuestro pleno, con el chosto holocaustito como beca de albedrío, y repican ellas, lo seguirán haciendo en nuestras cabezas con sus nombres en siamés, florayfuauna, macabra merecida el repique de su campana románica, y bien que se hacen sentir moribundas como madres volavérunt escupiendo sus consejas a los hijos idos (vamos no pasa nada, “es correcto” como se dice ahora, en nuestra aplicación domicilada que se dice ahora, en el oasis libre de gluten y abrazos y confundimos casi como cátedra, porque las seguimos matando y ya), y por florayfauna se entienda la gran metáfora, la última y carísima cara, lo que de morirse moriríamos: vive por ti. Na de vida, na de na, na desde la letra “a”, ha sido o será, sería realmente forma de vida alguna, res viva sin ti, sin almas como la tuya, Tú y tu música (no de bato ni bate, de beata menos, de vulva tampoco suena a válvula, decir brújula o bruja queda gacho, ya la palabra la pondrá un poeta), tú, mujer (y eso sí que lo supimos con sólo mirar el mar del cielo, se incrustó desde el sarmiento de nuestra piel, el coro de lo sereno, el salvamento, el socorro llegaría en cuerpo de una mujer), mira lo que has hecho. Por ti es que vio nuestra pulpacabeza (pongamos la Historia y sabemos que esa burra no era arisca, no nació bizca como tampoco su hermana Cultura: nuestro corazón sodomita punto corp, nuestra alma Visa, nuestra piruja y kerosena Política abrieron de patas todo esto, lo violaron hasta ya ni sabernos), por tu uva y tu azúcar, por ti, vino, por las tablas que nos dictaron tus manos o pechos al escribir o amamantar, es lo mismo, nos dijo el río de tu sonrisa, hizo babear en la pista tu cintura, que vimos. Lo supimos: que así con apenas el quelite, ahuejotito que somos, brote de tuetanito apenas de nuestra aquella nana gloriosa, nuestra gula original de sesos y lengua, paella de grandes eras aquellas, pedazo de poema que éramos y no al revés, podíamos hacernos de un camino, pongamos aquí un cuento llamado Aleph. Todas esas cosas que llamamos Rulfo pero ya no hicimos bien, todo lo que se entienda por ideas de belleza (y esas sí que se mezclen como sea porque sean flechas romas o puntiagudas van en mancuerna), todo eso que llamemos Carson o Tarkovsky o enjambre de abejas, todo lo bonito como suena decir “encaste Parladé”, pongamos Lavoe, Borges o Mallarmé (y entonces alguien en la audiencia se preguntará ahora: “¿Y entonces el Atlas qué, para qué?”), lo supimos al verte desnuda la primera vez. ¡Cáspita! ¡Eureka! ¡Valhalla! Por ti, por almas como la tuya, tan naturalmente naturaleza, esto de llamarnos, mentarnos desde adentro, esto de llamar a las cosas por su nombre y es ahora nuestra ley. De ahí para acá es que plantaremos el campo de ocelotes tiernos, cigotos de libros, xilotes de pensamientos, el camino. Todo vendrá de ahí: del obusazo que son tus ojos, tu lealtad de nudillos, el mejor cine para contarnos lo que queramos. Por tu serena y torbellina manera de incidir. Pasaremos de barbaritos a trabajar tal camino, ya no de caimanes sino de maíz, pondremos los pies ya no en polvorosa treta sino tierra negra, flamígero que será, léperamente boyante que será, de todos los trajes de luces que será nuestro nuevo diccionario, ecuador, de ahí para acá va nuestra calle, pongamos que se llama Renacimiento.

Antonio María Calera-Grobet
(México, 1973). Escritor, editor y promotor cultural. Colaborador de diversos diarios y revistas de circulación nacional. Editor de Mantarraya Ediciones. Autor de Gula. De sesos y Lengua (2011). Propietario de “Hostería La Bota”.

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