Javier Solórzano
24/12/2012 - 12:01 am
Acteal, 15 años
Poco antes del 22 de diciembre de 1997, era un secreto a voces que Acteal vivía una situación al límite. Se sentía entre los pobladores y el propio gobierno federal y estatal tenían información de una situación de excepción. El diagnóstico sobre Chiapas llevaba de todas todas a Acteal y se sabía en oficinas de […]
Poco antes del 22 de diciembre de 1997, era un secreto a voces que Acteal vivía una situación al límite. Se sentía entre los pobladores y el propio gobierno federal y estatal tenían información de una situación de excepción. El diagnóstico sobre Chiapas llevaba de todas todas a Acteal y se sabía en oficinas de inteligencia federal y entre las Fuerzas Armadas sobre la posibilidad de una confrontación con características de seria y grave.
A media mañana del 22 de diciembre se confirmarían el peor de los pronósticos: 45 personas fueron asesinadas, entre ellos un buen número de mujeres y niños. La reacción del gobierno federal y estatal fue lenta y terminó por ser de complicidad. Sabían lo que venía y no hicieron nada para detener una confrontación entre grupos de indígenas de la zona. El conflicto era histórico con conocidos antecedentes, sin embargo, era evidente que nunca había existido tanta tensión como la que se vivió en los días previos a la masacre.
La lenta reacción oficial provocó más problemas. Muchos de los detenidos inicialmente no habían tenido nada que ver, pero bajo el afán del gobierno de Zedillo de verse efectivo, colocó en el banquillo de los acusados a varios indígenas que ni siquiera habían estado en el lugar de los hechos. La responsabilidad del gobierno fue su pasividad, su lentitud y el dejar pasar un problema que evidentemente explotaría violentamente. Haya sido su intención o no, el gobierno de Zedillo terminó por ser cómplice.
Al paso del tiempo se ha hecho justicia a medias. No todos los responsables de lo que pasó están en la cárcel. Algunos lograron huir y otros estaban coludidos con autoridades y sobre todo con las “guardias blancas”, las cuales jugaron su “papel” aquel 22 de diciembre. A lo largo de los años 93 y 94, las “guardias blancas” fueron un actor central en contra del zapatismo. El gobierno lo sabía e hizo poco o nada al respecto.
A 15 años, Acteal es una afrenta nacional. Fue una masacre que nadie impidió a sabiendas de que nos estaba merodeando. La justicia plena sigue pendiente. Ernesto Zedillo tiene que explicar no tanto porque haya empuñado una arma o haya dispuesto alguna acción militar o policial aquel día, sino porque él era quien al fin y al cabo dirigía el tránsito del país y su gobierno debió saber lo que iba a pasar. Sigue siendo un enigma que todos supiéramos lo que iba a pasar menos el gobierno.
FELIZ NOCHE BUENA… Que la fiesta sea como se la imagina, con quien se la imagina y sobre todo con quien quiere.
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