Donald Trump dijo el pasado 15 de noviembre que si México y Canadá no renegocian el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), Estados Unidos, el país que gobernará a partir del próximo 20 de enero, saldrá del acuerdo. Su declaración cayó como un balde de agua fría en México, el principal aludido. El peso reaccionó negativamente y el dólar tuvo un repunte.
El susto no es para menos: cerca del 80 por ciento de las exportaciones mexicanas van hacia aquel país, que tendrá como Presidente a un empresario que ganó, en gran medida, por sus promesas de proteccionismo y una política anti libre comercio.
La hecatombe llega a México justo en el peor momento. Cuando se ha quedado sin herramientas para hacerle frente al próximo Presidente. Por un lado, China enfrió su relación con México por sospechas de corrupción con la licitación del Tren México-Querétaro; por el otro, el país se ha quedado sin su industria petrolera, altamente productiva durante décadas pero ahora en la ruina.
Ciudad de México, 24 de noviembre (SinEmbargo).- La única certeza que tiene el mundo actualmente es que Donald Trump será el Presidente de Estados Unidos a partir del 20 de enero de 2017. El resto es incertidumbre.
Sin embargo, este empresario ya ha dado señales de que su discurso de campaña será aplicado puntualmente desde su arribo a la Casa Blanca. Y el discurso iba contra México y contra China, principalmente.
Para académicos y analistas consultados por SinEmbargo, la crisis que traerá el posible fin del Tratado de Libre Comercio de América Latina (TLC) pondrá a la vista de todos cada uno de los sectores que los gobiernos mexicanos fueron descuidando, administración tras administración. Coincidieron en que la única opción de México es empezar a construir una solución que rendirá frutos hasta dentro de 30 años. Y no hay de otra.
Actualmente no hay un sector económico productivo al que el país pueda recurrir para paliar lo que viene. México apostó por una política comercial y descuidó la producción interna y, por lo tanto, hoy no puede recargarse en el recurso que en 1938 se expropió por ser considerado un bien estratégico para el desarrollo de la nación: el petróleo.
“En materia petrolera, el futuro nos alcanzó. Nuestras reservas probadas de hidrocarburos y nuestra producción son relativamente bajas […]. Quizá si desde finales del siglo pasado se hubiera seguido una política petrolera y se hubiesen hecho los ajustes necesarios a nuestro sistema tributario, particularmente en términos de gasto público de los ingresos por exportación petrolera y en general por los ingresos tributarios derivados de la actividad nacional que desarrolla esta industria, es evidente que nos hubiese tomado todo este embate, fortalecidos”, dijo al respecto el doctor Benjamín García Páez, investigador de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Petróleos Mexicanos (Pemex) tuvo dinero para apostarle más a la refinación, a la petroquímica, a la producción de gas natural, y tuvo la opción de disminuir las importaciones y aumentar los niveles de producción. Ahora es una empresa en la que se habla continuamente de reducción de empleos, de deuda, se anuncian rescates financieros y ventas de activos. Y para colmo, resulta afectado en los recortes presupuestales.
Las asociaciones de Pemex luego de ser aprobada la Reforma Energética, revertirían una década de malos números en cuanto a producción. Pero Pemex no participó en asociaciones. Tampoco lideró alguna ni se postuló de manera independiente. Su deuda a finales de 2015 fue de más de 100 mil millones de dólares y sus pérdidas trimestrales ascendieron a los 22 mil 400 millones de dólares. La pérdida neta fue de 97.7 por ciento, es decir 521 mil 607 millones de pesos. Esa cifra, en 2014, fue de 263 mil 819 millones de pesos.
La Reforma Energética prometió que podría avecinarse la búsqueda de operadores para sus seis refinerías, pero éstas, en un solo trimestre de 2015, le hicieron perder 34 mil millones de pesos. Incluso había proyectos para hacer tres nuevas.
De acuerdo con la agencia Bloomberg, el promedio de utilización de las refinerías de Pemex es de 63 por ciento. Comparó a las de Estados Unidos, que funcionan al 91 por ciento.
Y solo fue Enrique Peña Nieto, que llegó a la presidencia en 2012. Vicente Fox y Felipe Calderón, tuvieron durante sus administraciones la más alta producción petrolera en la historia de México y petroprecios récord que dieron altos márgenes de ganancia. Les llegó a ellos la oportunidad histórica de concretar un mayor crecimiento que se viera reflejado en mejores condiciones en la calidad de vida de las personas y en un mayor desarrollo para los estados. Pero no lo hicieron.
De 2000 a 2012, el país obtuvo del crudo de Pemex, 7 billones 753 mil 200 millones de pesos. Sin embargo, la gran oportunidad que representó la captura de ese monto extraordinario se esfumó, debido al despilfarro, la falta de rendición de cuentas, y el hecho de que México nunca ha tenido una política energética integral o porque se ha manejado dentro de una política de privatización de los recursos naturales, explicaron especialistas.
ADEMÁS
LA DEPENDENCIA
El principal candidato a Secretario de Comercio de Estados Unidos dijo a Yahoo Finance, un día después del triunfo de Trump, que la dependencia de México a Estados Unidos es tan grande que tendrá que ceder en la renegociación del TLC.
“No habrá guerras comerciales, y diré por qué: veamos al peso mexicano. La razón por la que ha colapsado es porque todo mundo sabe que los mexicanos tendrán que hacer concesiones. Punto”, dijo Wilbur Ross. “Representamos 80 por ciento de las exportaciones totales [de México]. Eso es enorme [...]. Cuando uno es el cliente del 80 por ciento [de las exportaciones] de alguien, ¿realmente peleará conmigo? No, va a negociar”.
De acuerdo con García Páez, si Estados Unidos cancela el TLC, saldrá a la luz todo lo que se dejó de hacer en muchos años y vendrán los lamentos por no haber diversificado el mercado hacia el resto del Continente Americano. Por tener vínculos muy débiles, por no tener mercado interno.
Consideró que ante la hipotética construcción del muro y el regreso del proteccionismo, se evidenciará una economía mexicana “sumamente discapacitada”, que no puede encender otros motores que sustituyan los defectos de crecimiento y desarrollo que tenemos de la relación con Estados Unidos.
“La discapacidad vendría de que nosotros no hemos podido consolidar una base económica interna. Nuestro mercado interno está sumamente debilitado por una mala distribución del ingreso y unas finanzas públicas muy precarias que se ajustan a la baja desde el año pasado. Y para colmo, tenemos una clase empresarial que buscará otros horizontes de rentabilidad”, comentó.
En el mismo sentido, Alfredo Bravo Olivares, académico de la UNAM, refirió que el petróleo desde que fue expropiado, ha sido un motor de impulso en más de un sentido, tanto que se creó una industria de refinación propia y se proyectó la creación de una industria eléctrica propia.
“Permitía a nuestro país hacer frente a las problemáticas que planteaba el desarrollo. El petróleo, sano, sería una fuente de ingresos importante, porque además sirve para muchas cosas. Tenemos 1 millón de productos derivados del petróleo”, dijo.
Sin embargo, agregó, el problema está en que no existe una política energética que mire hacia el futuro.
“Los gobiernos han actuado en contra de un interés nacional, que es el de tener una industria petrolera que nos permitiera desarrollarnos. Si la tuviéramos tendríamos un mecanismo de desarrollo, pero la entregaron a privados”, dijo.
Desde principios del 2000, en el arranque del Gobierno de Vicente Fox, el precio del petróleo repuntó luego de un periodo de caídas posteriores a la euforia de la década de los setenta. La mezcla mexicana aumentó de 18.61 dólares el barril en 2001 a 53.04 dólares en 2006, lo que ubicó el precio real cercano al nivel de 1982. El año 2007 registró un precio de 69.90 y en 2008, se ubicó en 95.80 dólares promedio.
Aunque durante la crisis de 2009 bajó a 63.34, para el siguiente año se fijó a 78.73 dólares; en 2011 se rebasó los 100 dólares por barril. El precio más alto registrado corresponde a ese año: 106.56 dólares por cada barril de crudo.
En el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa se intentó implementar la primera gran Reforma Energética ante el diagnóstico de Pemex: el futuro de corto y largo plazo de la industria petrolera dependía de la explotación de yacimientos en las aguas profundas del Golfo de México. Sin embargo, la petrolera no podía desarrollar pozos a tal profundidad. Ante ello, se necesitaba la participación de empresas extranjeras con tecnología de punta, sin que el Estado perdiera su rectoría en la industria.
ADEMÁS
“Los gobiernos están actuando bajo la noción de prueba y error. Viven del empirismo puro, pero su prueba error es error siempre. Se equivocan y hacen otro plan distinto que vuelve a resultar mal. Actúan sin ninguna coherencia ni lógica, de acuerdo al momento y con una perspectiva que no es a favor de la población. No tienen la más mínima noción de lo que se debe hacer pero además no les importa, porque están dispuestos a entregar al país como lo han hecho”, comentó Bravo Olivares.
También en entrevista para SinEmbargo, Dwight Dyer, un periodista especializado en temas energéticos, comentó que Pemex fue pieza angular en la economía mexicana desde antes de la firma del TLCAN en 1994 y que incluso fue lo que sacó a flote al país en la crisis de los 80. Lo siguió siendo tiempo después de la firma, pero si se hubiera reformado antes, quizá las finanzas públicas hubieran dependido poco menos de Pemex, pero Pemex tendría mayor viabilidad y no se encontraría “en la camisa fuerza financiera” en la que está ahora.
“Las finanzas públicas hubieran seguido dependiendo de manera importante de los ingresos petroleros, pero sin poner en jaque el futuro de la empresa”, agregó.
Pero después de la firma del TLCAN, continuó, la actividad petrolera ha desaparecido de los primeros rangos de importancia de las actividades económicas del país, porque México se convirtió en un país de manufacturas, en buena medida por el Tratado, mientras que las exportaciones petroleras han sido cada vez menos importantes.
CONSTRUCCIÓN A LARGO PLAZO
Entonces, lo que queda a México es buscar nuevos mercados en otros países como China y de América Latina, pero sobre todo, afianzar la economía hacia interno. El problema que miran los analistas, es que para esto, México no tiene la fortaleza económica necesaria.
“El cómo es el problema: teníamos una industria petrolera que permitía generar ingresos suficientes para impulsar otras áreas productivas y ya no. Ya la entregaron. Teníamos la industria eléctrica. Ya no. Ya la desmantelaron. ¿Cuál será el mecanismo que impulsará el desarrollo del país? La única manera de frenarlo es cambiar el modelo económico. O se le da un giro desde la raíz o vamos a seguir en el mismo camino”, comentó Bravo Olivares.
Explicó que se trata de pasar por una estrategia en la cual se reorganice el aparato productivo en función de las necesidades que tenemos como país: si necesitamos maíz, hay que producirlo; si hay que refinar gasolina, independientemente del costo, refinar.
Todo es una lógica distinta, pero el problema es que la lógica en la que se basa todo es mercantil.
Ese cambio llevaría 30 años, pero esa sería una lógica de desarrollo distinta, “tendríamos una industria de refinación y un campo fortalecido que brinde lo necesario para que la gente se alimente. Así se rompe con la tendencia de la dependencia”, puntualizó.
Y a las condiciones actuales de la economía mexicana, se le suman ya, las elecciones de 2018, fecha que de acuerdo con García Páez, se adelantará en la agenda política.
“Los partidos políticos se abstraerán del panorama que apenas se intenta descifrar. Y será la rentabilidad política del corto plazo, es decir, el acceso al poder. Y que dentro de toda esta confrontación, no nos desgastemos, unos desunamos más aún de lo que estamos y eso parece que da un poco la inminente contienda electoral de México, que se ve como un factor que más que coadyuve, la probabilidad de que juegue en forma adversa es muy alta”, concluyó.