Gisela Pérez de Acha
24/11/2013 - 12:01 am
¿Qué es FEMEN?
La respuesta a esta pregunta no es siempre evidente, pero empecemos por lo más sencillo: es un movimiento feminista de protesta. El disenso se expresa contra tres sistemas considerados como opresivos contra la mujer: el patriarcado, las dictaduras y las instituciones religiosas. El mensaje es subversivo, juega con los símbolos establecidos sobre el cuerpo y […]
La respuesta a esta pregunta no es siempre evidente, pero empecemos por lo más sencillo: es un movimiento feminista de protesta. El disenso se expresa contra tres sistemas considerados como opresivos contra la mujer: el patriarcado, las dictaduras y las instituciones religiosas. El mensaje es subversivo, juega con los símbolos establecidos sobre el cuerpo y su significado para retarlos y fomentar un cambio.
A los machos del mundo les causa conflicto esta forma de expresión, eso es obvio. Sus reacciones basadas únicamente sobre los cuerpos que protestan, llegan inclusive a ser graciosas. Pero uno diría que a las feministas institucionales –vamos a decir las feministas “occidentales”– apoyarían el nacimiento de un feminismo joven y diferente. Para nuestra sorpresa, la mayoría reaccionan igual. Algunas demonizan el cuerpo y condenan la desnudez. Otras están de acuerdo con protestar topless, pero les parece una incoherencia de fondo protestar contra la prostitución empoderando el cuerpo desnudo.
Pero FEMEN no es una incoherencia vacía, es un movimiento contestatario que rompe con estándares “lógicos” que hasta ahora el mundo occidental se ha encargado de construir. Han propuesto una forma distinta de resistencia.
Para entender esto hay que tocar tres puntos: el contexto de FEMEN, la forma que es el cuerpo, y el mensaje que se defiende.
FEMEN nació en Ucrania en el contexto de un país post-comunista que de golpe entró a la oleada neoliberal. Su primera agenda feminista, y por el contexto ucraniano, fue el combate contra la prostitución. Junto con los grupos rusos Pussy Riot y Voïna, conforman un feminismo soviético -o más bien post soviético- basados en una estrategia de acción directa y que comparte principios con el punk anarquista, alejándose decididamente del feminismo académico que en los últimos años ha predominado en occidente.
Para este tipo de protesta, el impacto de una acción genera más repercusiones, obtiene más relevancia y, por tanto, es mucho más eficaz que la mera palabra para despertar las energías rebeldes de la población y generar debate. El disenso político se convierte en desobediencia civil: una acción pública, pacífica y cuya finalidad es llamar la atención de la opinión pública sobre algún estándar moral de la ley considerado como ridículo. Aquí se inscribe FEMEN.
¿Por qué topless?
En la sociedad, el cuerpo femenino se ve como algo esencialmente erótico. Enseñar las tetas es pedir sexo a gritos, y enseñar el pezón es aún peor. Mientras un hombre puede estar con el torso desnudo sin ser considerado sexual, el pezón de una mujer es censurado porque es automáticamente erótico. FEMEN cuestiona esta visión al dotar a las tetas de una voluntad política. Pero el mensaje no es sencillo, y mucho menos aceptado fácilmente.
Estamos acostumbrados a ver cuerpos desnudos en la publicidad, la televisión, los videos pop, la pornografía y el arte, pero un cuerpo desnudo por voluntad política propia es inadmisible. Las leyes de la mayoría de los países en el mundo reafirman esta visión: a las activistas de FEMEN las arrestan por “exhibicionismo sexual” o por “delito contra el orden público, la moral y las buenas costumbres”. ¿Quién define estos conceptos? ¿Por qué existen tipos penales tan abiertos y ambiguos?
El cuerpo desnudo en la protesta implica resistencias. Es pacífico y sin armas; vulnerable y al mismo tiempo el origen de fuerza. Esto no es algo nuevo en la historia. En Costa de Marfil se hacía hace 60 años, hoy basta remitirnos a lo transgresor de la protesta de los 400 pueblos, o aquella de las mujeres africanas en Togo y Camerún. La protesta desnuda es volver al origen. Iguales, porque así nacimos, a pesar de que socialmente algunos cuerpos se hayan construido como diferentes.
Con FEMEN, la expresión con el torso desnudo y consignas políticas disidentes despierta pasiones viscerales en la sociedad. Con la mediatización de la protesta (y el internet) la imagen y la acción directa alcanzan a sectores de la sociedad que el feminismo académico -con todas sus complicaciones teóricas- no había logrado atraer. El fenómeno se replica alrededor del mundo.
La internacionalización del movimiento empezó el año pasado, después de que Inna Schevchenko (una de las activistas principales) cortó una cruz de madera en apoyo a Pussy Riot, lo que la vio forzada a huir de su país.
Al instalarse en Francia, el movimiento empezó a tener eco internacional. A pesar de las diferencias culturales y las distintas tradiciones feministas que se siguen en el mundo, FEMEN postula la reapropiación del cuerpo femenino que en la cultura actual, es constantemente explotado por el hombre. En el fondo se trata un tema universal a todas las mujeres: las violaciones, el cuerpo y el consentimiento sexual.
Una de mis protestas favoritas, fue de las primeras que hicieron en Ucrania antes del topless: protestaron en contra de la prostitución, vestidas de prostitutas. El mensaje era el siguiente: “Puedo vestirme como quiera, en minifalda, escote, tacones y eso no significa que esté buscando sexo.” En este primer momento, reivindicaban algo que las feministas conocen como “teoría de la violación”. Es decir, el derecho que tenemos las mujeres a vestirnos como queramos sin que el cuerpo implique una provocación en sí mismo. El argumento radical de esto es la desnudez, y por eso se postula como libertad, entendiendo la misma como consentimiento: el cuerpo es erótico cuando la mujer así lo decide. En esta lógica, FEMEN combate esquemas que a su entender refuerzan una cultura del sexo que fomenta los delitos de violación alrededor del mundo. A manera de mención, de aquí viene que los dos combates más grandes sean la lucha contra la prostitución y las burkas. El debate será objeto de colaboraciones posteriores.
FEMEN nació en un contexto autoritario, cinco años después ha logrado romper con una lógica feminista que parecía inquebrantable. Esto sin duda, suscita una reflexión: ¿Qué vamos a hacer de distinto en México? ¿Seguiremos protestando a pesar de las leyes que buscan criminalizar y disuadir el disenso político? Tal vez sea hora de cuestionar el modelo de marchas masivas por las calles de la capital y proponer algo diferente. FEMEN es tan sólo un ejemplo, construyamos el nuestro.
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