María Rivera
24/10/2024 - 12:01 am
Poder Judicial
“¿Esperan que el pueblo de México los respalde contra los funcionarios que ellos mismos escogieron?”
Sorprende, pero no sorprende, querido lector, el comportamiento que múltiples jueces y juezas están teniendo contra la reforma constitucional del Poder Judicial. Quiero decir, era previsible que, ante un cambio tan radical, que los dejará sin sus puestos, se verían perjudicados de manera personal. Era previsible que no estarían de acuerdo con la medida y que pondrían reparos. Estamos pues ante la escenificación de su rebeldía. De ellos, como personas juzgadoras, como funcionarios que están tratando de usar la ley a su favor, para conseguir conservar sus privilegios. Qué le vamos a hacer, querido lector, es mejor decirlo con todas sus letras. Y es que muchos jueces habrá honorables, muchos otros, no. Lo que sí es que todos comparten haber gozado de sueldos y prestaciones absolutamente ofensivos para los mexicanos, mientras se ponían al servicio de intereses particulares.
Muy mala fama tienen, y con razón, los miembros del poder judicial, por lo que la gente, en su abrumadora mayoría, apoya y desea cambios en ese poder.
Lo que estamos viendo ahora, su insubordinación a la Constitución misma (ya reformada) es una lamentable exhibición que solo le atraerá apoyo al gobierno de la presidenta Sheinbaum, y a Morena que controla el poder legislativo y gobierna en la mayor parte del país.
No entiendo bien, se lo confieso, cuál puede ser la ganancia en extremar su resistencia, cuando la Constitución ha sido modificada ya, y los pasos conducentes a cumplir con ella se están dando todos los días, avanzando en el proceso entre instituciones. Habrá elección de jueces y juezas, y todos ellos se quedarán sin sus puestos. Su derrota ya es irreversible, aunque intenten, incluso, proceder penalmente contra la presidenta ¿qué ganarán con todas sus estrategias leguleyas a través de amparos que no proceden? ¿Será una forma de chantaje político? ¿O están suicidándose en cámara lenta? Y es que exhibirse como una mafia de privilegiados no creo que sea una buena idea y, sin embargo, eso estamos viendo, eso está viendo el mexicano de a pie, como yo, que no es especialista en derecho, pero puede ver, con claridad, sus intenciones.
Mala, muy mala estrategia para ellos, porque fue una abrumadora mayoría del pueblo de México el que votó por Morena y la presidenta Sheinbaum, quienes prometieron realizar la reforma al Poder Judicial que propuso el ex presidente López Obrador y que ellos asumieron como parte de sus ofrecimientos de campaña. ¿Esperan que el pueblo de México los respalde contra los funcionarios que ellos mismos escogieron? ¿O sencillamente no les importa lo que la gente opine de ellos?
En parte, querido lector, este es el problema. El Poder Judicial ha sido, desde siempre, perfectamente impune. Se han creído un supra poder y quizás las manifestaciones que ahora vemos, no son más que una forma pública y extrema del desprecio que la gente les merecía. No rendir cuentas a nadie más que a sí mismos y recibir cantidades onerosísimas de recursos públicos. Claro, ahora, que el poder Legislativo federal y los estatales han decidido cambiarlo, creen que pueden oponerse, sin importarles el evidente conflicto de interés en el que incurren.
Quién sabe qué más veremos, querido lector. Si llevarán hasta las últimas consecuencias su rebeldía y si en el camino crearán un problema mayor, si los otros poderes se dejarán intimidar (lo cual no parece factible por su abrumador peso) y si crearán una crisis constitucional real, que ahora está insinuada pero que no se ha manifestado plenamente.
Lo cierto, querido lector, es que la reforma al poder judicial ya no es una reforma, sino Constitución y contra ella estarán luchando. Ya no se trata de que “no pase”, “echen para atrás”, “detengan” “no publiquen”, no. La reforma al Poder Judicial ya pasó, ya está vigente. El Poder Judicial no puede cambiar la Constitución ni invalidarla, por más delirios que tengan los jueces. Para eso está el poder Legislativo, como sabemos todos. Por supuesto, pueden intentar todas las maniobras que legales que se les ocurran, pero sus resultados no van a ser benéficos para su causa, sino contraproducentes.
Al final de su guerra muy probablemente habrán perdido la poca estima que la gente les tenía y habrán contribuido a fortalecer el discurso lopezobradorista que los retrata como un poder corrupto, tomado por intereses económicos y políticos, un grupo de choque contra gobiernos legítima y democráticamente electos; justo lo que se supone que no son o no eran.
Ese es, indudablemente, el peor saldo posible, después de que termine su guerra y hayan perdido no solo sus puestos, sino el poco respeto que la mayoría de la gente le tiene al Poder Judicial, o dicho de manera más clara; cuando además de perderlo todo, se hayan ganado un repudio masivo y renovado; hayan apuntalado, con vehemencia, la narrativa de Morena que los descalifica, le hayan dado al ex presidente López Obrador la razón, nuevamente. Quién sabe dónde estará ahora el tabasqueño, pero seguro estará muy contento, se lo aseguro.
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