Carlos Almada

Horiguchi Kumaichi, el “samurái” que salvó a la familia Madero en la Decena Trágica

Carlos Almada

Horiguchi Kumaichi, el “samurái” que salvó a la familia Madero en la Decena Trágica

Carlos Almada

Horiguchi Kumaichi, el “samurái” que salvó a la familia Madero en la Decena Trágica

24/09/2022 - 12:00 am

El exembajador de México en Japón Carlos Almada habló con SinEmbargo sobre Un samurái en la Revolución Mexicana, un libro en el que recupera la historia del diplomático Horiguchi Kumaichi, quien durante el golpe de Estado contra Francisco I. Madero salvó a la familia del Presidente.

Ciudad de México, 24 de septiembre (SinEmbargo).– La historia es poco conocida, pero en febrero de 1913, Horiguchi Kumaichi, el encargado de negocios ad interim de Japón, acogió y salvó —incluso con su vida de por medio— a la familia del entonces Presidente Francisco I. Madero durante el golpe de Estado conocido como la Decena Trágica, que culminó con el asesinato del “Apóstol de la Democracia” y su Vicepresidente José María Pino Suárez.

El doctor Carlos Almada, quien se desempeñó como Embajador de México en Japón de 2015 a 2018, recorre los pasos de Kumaichi desde su infancia hasta su heroísmo durante el cuartelazo en el libro Un samurái en la Revolución Mexicana (Debate).

El exembajador Almada describe cómo Horiguchi Kumaichi llegó a México en 1909 como diplomático, miembro de la delegación, de la Embajada de Japón antes de las fiestas del centenario antes de la Revolución. Él era encargado de negocios en 1913, Embajador en Funciones, cuando el 9 de febrero de ese año estalló el primer golpe de estado encabezado por el General Bernardo Reyes —quien muere al intentar tomar Palacio Nacional— contra el Presidente Madero.

“El Presidente (Madero) baja del Castillo de Chapultepec en la llamada Marcha de la Lealtad y precisamente, en esa mañana entra en acción Horiguchi Kumaichi. Lo primero que hace cuando se entera del golpe de estado es ir a ver a Doña Sara Pérez de Madero en el Castillo de Chapultepec y su presencia, es una presencia reconfortante de solidaridad, creen entonces que las cosas no serán graves pero empiezan a hacerlo con un cañoneo durante esa misma jornada, hay cientos de muertos en el Zócalo Capitalino, es un domingo algo terrible, y por la tarde se refugian en la Delegación de Japón los padres del Presidente, su esposa Doña Sara, dos de sus hermanas y hasta 40 personas, familiares y colaboradores de los Madero. Ahí permanecen durante el resto de esos días terribles en los que hay más de 5 mil muertos en la Ciudad de México”, compartió Almada en entrevista con SinEmbargo.

Portada del libro Un samurái en la Revolución Mexicana. Foto: Editorial Debate

Pese a haber salvado a la familia Madero, el nombre de Horiguchi Kumaichi es poco conocido entre los mexicanos. En abril de 2015, el Senado mexicano develó una placa conmemorativa por la defensa de la Legación japonesa, encabezada por Kumaichi, a la familia del Presidente Francisco I. Madero. En ese sentido, Almada expuso que aún cuando en México se desvaneció la memoria de Horiguchi Kumaichi, en 1933, cuando ya se había estabilizado la situación militar y política en México, él recibió en la Ciudad de Tokio la Orden Mexicana del Águila Azteca, la más alta distinción que se les otorga a los extranjeros en México por servicios prominentes prestados a la Nación.

En el año 34, expuso en la plática el exembajador Almada, el periódico El Universal publicó íntegramente su diario en lo concerniente a la Decena Trágica. En 1935, indicó, viajó a México y hubo un reencuentro entre su esposa que había sido amiga de Doña Sara Pérez de Madero y la viuda del Presidente, “fue muy bien tratado, fue muy bien recibido, todo tipo de consideraciones, pero después se desvanece su memoria en México”.

“Yo pienso que la razón (de que su nombre se haya desvanecido) es que ocurrió la guerra del 39-45 y probablemente los antecedentes fueron extraviados o censurados y además murieron los protagonistas mexicanos de la Decena Trágica que nunca quisieron hablar del tema porque era muy doloroso, era un tema terriblemente duro para quienes lograron sobrevivir, se diluyó y efectivamente de manera fortuita a principios de este siglo su diario fue encontrado en el archivo histórico de la cancillería, después el Senado le hizo un homenaje”.

En su libro, el exembajador Carlos Almada compartió otro factor que dotó a esta historia un sentido de identidad: su esposa María del Carmen proviene de la familia Madero y fue ella, junto a él, quien se reencontró cuando viajaron a Japón, días antes de presentar sus credenciales diplomáticas ante el emperador, con la familia de Horiguchi Kumaichi.

“Mi esposa es María del Carmen Madero, Mara, ella es sobrina nieta del Presidente Madero, su abuelo Julio era hermano del Presidente Madero, ella llega a Tokio donde no pudo llegar su otro tío abuelo, que era Gustavo Madero por razones evidentes, fue brutalmente asesinado durante la Decena Trágica, y tenemos la fortuna de encontrarnos con la señora Sumireko Horiguchi, nieta del diplomático e hija de un gran poeta japonés muy conocido, y fue un encuentro muy emotivo en las vueltas que va dando la vida y en las causalidades”.

Carlos Almada se desempeñó como Embajador de México en Japón de 2015 a 2018. Foto: Editorial Debate

En el texto, Almada reconstruye los orígenes de Horiguchi Kumaichi, quien desciende de una familia samurái de bajo rango en Nagaoka, en la isla principal de Honshu, durante un proceso de modernización en el que se deja detrás el régimen feudal y la casta de los samuráis —que era la casta dominante de Japón—; un periodo que se conoce como la era Meiji, que va de 1868 a 1912.

“Su padre muere en batalla. Si el régimen de los Tokugawa, los jefes de la casta militar, hubiera pervivido, Horiguchi hubiera sido también un samurái porque eso era lo que ocurría, sin embargo al cambiar el régimen él tiene una oportunidad de estudiar, de aprender y de insertarse como muchos otros descendientes de samurái en el Japón moderno, se convierte en un jurista, en un diplomático profesional y yo creo percibir en su origen samurái —a él se le conoce en Japón como él enviado samurái— algunos rasgos culturales y de carácter que lo hacen especialmente valeroso y también que actúa con un gran sentido del honor en el Decena Trágica. Cuando los Madero traspasan su lindero para él no hay nada más importante que salvarlos, incluso actúa no mintiendo pero sin informar a su Gobierno en detalle y pone a su propia familia y comunidad como escudo de los Madero, es algo verdaderamente inusitado e increíble para una mente como la nuestra”, compartió.

—¿El haber rescatado a la familia Madero fue un acto de honor? —se le preguntó.

—De generosidad, honor. Eran amigos. Hay que recordar que Gustavo Madero iba a ser Embajador especial de Japón, la familia Madero era francófona, la segunda esposa de Horiguchi Kumaichi era belga y habían hecho una muy buena amistad. De hecho también se deduce de los escritos del padre y del hijo que había simpatía personal y política en relación a la figura de Madero y al experimento democrático que estaba ocurriendo. Cuando entran a su casa es más importante salvarlos que su propia vida y cuando se comparan el diario de Horiguchi Kumaichi con los telegramas que intercambio con su cancillería esto queda perfectamente claro. Nunca miente pero no dice toda la verdad para protegerlos.

Cuestionado sobre si hubo algún aspecto que le hubiera gustado profundizar más para poder entender a este personaje cuya familia tiene un arraigo importante en la cultura japonesa, Almada reconoció que le hubiera gustado entender más su estructura psicológica y su formación intelectual.

“Lo que importa es que esta historia nos recuerda que lo fundamental es la humanidad, es actuar con sentido humanitario y que las situaciones que se vivieron terribles en 1913 en México, pudieron haber hecho intrigas, traiciones, intromisiones, injerencias, pero también brillaron gestos de humanidad como creo que ocurre en todo gesto de esta naturaleza, una de esas luces es la de Horiguchi Kumaichi y creo que hay que preservarla”, puntualizó.

Obed Rosas
Es licenciado en Comunicación y Periodismo por la FES Aragón de la UNAM. Estudió, además, Lengua y Literatura Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras.