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Diego Petersen Farah

24/09/2021 - 12:02 am

México, el jamón del sándwich

. Las escenas en uno y otro lado son desoladoras y denigrantes: agentes mexicanos pateando a un migrante centroamericano y guardias estadounidenses a caballo latigueando a haitianos.

Detrás de cada grupo de emigrantes hay un negocio ilegal de tráfico de personas: alguien cobró para moverlos ilegalmente por el territorio y para corromper a las autoridades. Migrantes haitianos arribaron a la ciudad de Monterrey. Foto: Gabriela Pérez Montiel, Cuartoscuro.

Crisis humanitaria en el norte y en el sur. México trata de detener en el sur a quienes intentan cruzar desde el Suchiate hasta el Bravo; Estados Unidos frena y regresa a todos los migrantes centroamericanos, caribeños y de decenas más de nacionalidades que intentan ingresar a su territorio desde México. Las escenas en uno y otro lado son desoladoras y denigrantes: agentes mexicanos pateando a un migrante centroamericano y guardias estadounidenses a caballo latigueando a haitianos.

México quedó atrapado, como el jamón del sándwich, en medio de un fenómeno de flujos migratorios en los que, es cierto, es muy poco los que puede hacer (y lo que ha propuesto, que es exportar el programa sembrado vidas, tiene poco sentido). De lo que sí es responsable el Estado mexicano es de lo que sucede en el territorio, esto es de la presencia de grupos de crimen organizado que se dedican al tráfico de personas y de la ineficiencia y corrupción de las autoridades migratorias.

Por supuesto que el Gobierno mexicano debe preocuparse e indignarse por el trato a los migrantes haitianos en Texas, pero lo que debe ocuparle es cómo llegaron, cómo es que una caravana de miles de personas cruzó el territorio sin que nadie advirtiera lo que se está gestando ahí, sin que nadie viera un problema que requería atención.

Si estas caravanas que se movieron en transporte convencional tenían permiso temporal del Instituto Nacional de Migración entonces estamos ante una política deliberada de bajar la presión en el sur para enviarla al norte. Quitar el foco de atención de lo que hacen nuestros policías en el Suchiate para que fueran los estadounidenses quienes los frenaran, quienes usaran la fuerza.

Si no tienen permiso migratorio entonces de lo que hablamos es de una absoluta falta de control del territorio. Detrás de cada grupo de emigrantes hay un negocio ilegal de tráfico de personas: alguien cobró para moverlos ilegalmente por el territorio y para corromper a las autoridades. Ya no son lo polleros del siglo pasado, son grupos de crimen organizado. En eso nada tiene que ver los gobiernos de Estados Unidos ni de Centroamérica, no es un asunto de relaciones internacionales sino de política interna.

Está muy bien colaborar con los gobiernos de norte y sur para terminar con los flujos migratorios y construir una visión regional de la migración. Pero arreglar los problemas internos de corrupción de control del territorio, que es de lo que nadie habla, nos toca a nosotros.

Para regresar a la metáfora, sin panes no hay sándwich, es cierto, pero la calidad del jamón nada tiene que ver con los panes.

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