Cientos de elefantes en África son sometidos a maltrato por la industria turística. Protección Animal Mundial ha lanzado una campaña para evitarlo.
Ciudad de México, 24 de septiembre (SinEmbargo).– En el mundo, más de dos mil elefantes han sido privados de la libertad y sometidos a maltrato para ser utilizados como atracciones turísticas. Esta práctica, originalmente asiática, ahora se extiende por África, y podría condenar a cientos de elefantes a vivir en esa condición, advierte Protección Animal Mundial.
En la actualidad –explica un informe de la ONG– unos 215 elefantes se encuentran cautivos en parques localizados en Sudáfrica, Zimbabue, Zambia y Botsuana, y existe un total de 39 lugares comerciales operando en África meridional. En estos lugares, los animales son obligados a realizar actividades que incluyen posar para autorretratos, realizar trucos y/u ofrecer paseos, y algunos otros son vendidos para otras operaciones.
Antes de llegar a vivir a estos destinos, los elefantes son capturados desde pequeños y sacados de su medio natural para ser sometidos a entrenamientos en los que les obligan a realizar actividades anormales para la especie. El siguiente video forma parte de la campaña “Vida Silvestre. No entretenimiento”, que Protección Animal Mundial ha impulsado para evitar el uso de estos animales con fines de entretenimiento.
UNA VIDA DE CALVARIOS
Los elefantes utilizados para la industria turística sufren una serie de maltratos que comienza con su captura, pasa por su entrenamiento y continúa por el resto de su vida, cuando, en su día a día, son obligados a realizar una serie de actividades que nada tienen que ver con sus comportamientos naturales.
La libertad es lo primero que hay que robarle al animal: “Desde pequeños, los elefantes son capturados por las empresas que los utilizarán. Esta es una actividad muchas veces asociada a la caza furtiva y al tráfico ilegal de marfil, pues los animales capturados son las crías que quedan desprotegidas luego de que traficantes mataran a las madres por sus colmillos, destinados al mercado negro”, explica a SinEmbargo Ricardo Mora, Director Regional de Programas para Latinoamérica de Protección Animal Mundial.
“Después –continúa– estos animales son entrenados con métodos muy fuertes y dolorosos que van en contra del comportamiento normal de la especie”. Según la organización, este proceso implica contenerlos firmemente con cuerdas o cadenas de modo que sólo puedan moverse en respuesta a una orden y aceptar a una persona montada sobre su cuello manejándole.
Para que el elefante obedezca “a menudo se les inflige dolor mediante ‘bullhooks’ o ganchos puntiagudos de metal, palos de madera y látigos para domar o ‘quebrar’ a los elefantes jóvenes y traumatizarlos para temer a los humanos y sus herramientas […]. Los elefantes jóvenes son aislados y privados de agua y alimentos. Este proceso tan tortuoso puede durar semanas”, explica la ONG.
Así es como los elefantes aprenden a “posar para una selfie” con los turistas, realizar trucos para ellos o “llevarlos de paseo”. Estas son actividades tan ajenas a las de la especie que acciones como la de echarse para dejar que turistas suban a su espalda es completamente antinatural, explica Ricardo Mora.
Después, son condenados a vivir en cautiverio por décadas, encadenados y confinados en los momentos en que no son útiles, y aislados de sus congéneres con los que, en libertad, crearían fuertes vínculos sociales.
Dotados de una gran capacidad cognitiva y reconocidos por su increíble memoria, el trauma de los elefantes permanecerá con ellos durante toda su vida.
ELEFANTES, SIERVOS DE LA GRAN INDUSTRIA
De acuerdo con el representante de PAM consultado por este medio, las personas que están en ‘el primer nivel’ de la pirámide de explotación a los elefantes son quienes conforman las operadoras comerciales. Empresas que deciden utilizar a estos seres vivos como moneda de cambio.
Tal es la demanda de la industria por ellos que, en la actualidad, el valor de un elefante joven asciende a 60 mil dólares.
Para Protección Animal Mundial, realizar acuerdos con las compañías operadoras de turismo es uno de los ejes primordiales para detener este fenómeno: “Nosotros hacemos acuerdos con estas compañías para que dejen de hacer paseos con elefantes o de utilizar para entretenimiento a cualquier animal de la vida silvestre, como pasear con leones. Las compañías que los utilizan no irán a la quiebra por dejar de utilizar elefantes, puesto que tienen muchas otras cosas que ofrecer”, explica Mora.
Como parte de la solución, la organización propone que en principio no se sigan capturando animales para uso comercial y, después, se creen santuarios de elefantes en los que los turistas puedan verlos en su estado natural. “Los santuarios serían creados para aquellos elefantes que ya no pueden ser reintroducidos a la vida silvestre, porque se han hecho dependientes de los hombres. La idea es que estas personas dejen de ser maltratadores y se conviertan en protectores. Nosotros ya hemos logrado eso con otros animales en otros países y creemos que para los elefantes es totalmente posible”.
Por otro lado, la ONG insiste con informar a los turistas de que son ellos quienes, por desconocimiento de las condiciones de maltrato, financian la explotación de estos animales.
“Lamentablemente la gente no conoce qué es lo que está pasando. De hecho, nuestras investigaciones demuestran que la mayoría de turistas que van a las atracciones con animales son amantes de los animales, pero desconocen todo el maltrato y sufrimiento que hubo detrás.
“Deseamos que las personas tomen conciencia de esto, que se informen muy bien de lo que hay detrás de una actividad que sólo aparentemente es por amor por animales y que exijan a los gobiernos y operadores turísticos que no permitan más estas actividades”, explica.
Como parte de su campaña, Protección Animal Mundial busca hacer acuerdos con gobiernos de los países involucrados para que apliquen una normativa que proteja la vida salvaje. “Esto es por una razón muy sencilla –concluye Mora– los animales salvajes deben permanecer en vida salvaje”.