María Rivera
24/08/2023 - 12:01 am
Farsas
“Esa oposición es una desgracia para el país, porque no aporta nada nuevo, ni opción alguna que corrija los errores o traiciones del lopezobradorismo a la izquierda”.
Qué farsa, querido lector. Hacer procesos “democráticos” para retirarse de ellos y darle al elegido previamente “el triunfo”. Un triunfo que más que triunfo, es un acuerdo. Un acuerdo de simulación de la oposición, porque quien comanda ese conglomerado, la élite empresarial e intelectual, ya decidió que Xóchitl Gálvez sea su candidata. Lo sabemos desde que lanzaron una campaña de propaganda grosera en las redes sociales y los medios. Si su plan sale, la priista Beatriz Paredes se bajará también de la contienda o perderá ante una competencia totalmente desleal, con una evidente cargada de recursos a favor de Gálvez. Seguramente los publicistas y orquestadores están convencidos de que no nos damos cuenta, que la gente es tonta. No es extraño, sin embargo. Los prianistas sistemáticamente han menospreciado a la gente. Creen que ese México viejo, que solía manipular Televisa, es el mismo. Que van a lanzar su producto electoral y que la gente lo va a comprar, porque vendía gelatinas, usa huipil, aunque sea una rica empresaria que ha hecho su fortuna al amparo del poder público y desprecia a la gente.
Hasta que el producto abre la boca y dice cosas como que las personas del suereste no trabajan ocho horas seguidas, por su “cultura”. Hasta que, claro, la dicharachera y desparpajada dice lo que realmente piensa, porque su producto es “muy auténtico”. Muy auténtico y muy convenenciero, ciertamente. Gana contratos para sus empresas, mientras es funcionaria pública. Muy lugar común como decía en este mismo espacio hace unas semanas.
En ese México de antes, todo sigue el guion: los medios lanzan al candidato, le hacen campaña, los columnistas y opinólogos se desgañitan con loas, y claro, intentan falsear la realidad: crean “fenómenos” políticos. Así crearon a Peña Nieto, que era un político incapaz y sin mérito alguno para gobernar al país, y les funcionó. Robó a manos llenas. Era un títere de los intereses de los mismos que hoy escogen a la política hidalguense para intentar recuperar el poder e imponer la visión del país que reinó hasta 2018. Un país que toleraba la monstruosa desigualdad, favorecía a las élites, tanto gubernamentales como empresariales e intelectuales, a costa de millones. Ese país que se contentaba con darle un poquito de migajas a los pobres, como el Seguro Popular, insuficiente, mientras toda una casta de funcionarios gozaba de seguros médicos particulares, pagados por el Estado.
Ese país que funcionaba para algunos muy, muy bien, asegurándoles diversas rentas del Estado o jugosos contratos y que por eso desean que regrese. Es un proyecto que no depende de los candidatos del frente opositor, mucho menos de una política ocurrente, sino de quienes lo comandan. Por ello, no vemos políticos con ideas propias, con el apoyo de un movimiento social, sino meros operadores de los intereses de unos cuantos que se sabían dueños de México. Es más, los partidos políticos, con ideas, doctrinas y proyectos (porque los tuvieron en algún momento el PRI, el PAN y el PRD) ya no existen como tal. Fueron arrasados por el descrédito y por su propia decadencia. Por eso, ahora se suman en un masacote desfigurado en donde el único interés que tienen es recuperar el poder para reinstalar el orden que fundamentalmente les prodigaba privilegios sobre la gran mayoría de los mexicanos.
Naturalmente, esa oposición es una desgracia para el país, porque no aporta nada nuevo, ni opción alguna que corrija los errores o traiciones del lopezobradorismo a la izquierda, salvo la amenaza de que el viejo status quo, más injusto, ladrón y sanguinario, regrese. No entendieron que ese status quo ya fue votado y perdió de calle.
En estos años, y ante el cuestionable desempeño de la “4T” la oposición partidista no se ocupó de hacer un examen crítico y ponerse a pensar un proyecto alterno; todo lo contrario, se dedicaron a llorar los restos de las demoliciones que este gobierno llevó a cabo y nada más. Eso, porque dejaron de tener ideas desde hace mucho, una identidad política propia, solo tenían intereses económicos. La renuncia de Santiago Creel a seguir compitiendo por la candidatura, el único panista de cepa, es solo una expresión más de su inconmensurable debacle: dejarle el paso a una improvisada y corrupta Xóchitl que no tiene carrera y que, de hecho, no comparte los valores de Acción Nacional más básicos, desnuda la renuncia partidista. Lo mismo puede decirse de las descalificaciones que el impresentable priista Roberto Madrazo hace de la priista Beatriz Paredes, para que le ceda el paso a la panista. No debe ser fácil ser Beatriz Paredes en este momento, aunque siempre me pareció, querido lector, que no debió ser fácil ser mujer y priista en cualquier momento. Veremos si termina cuadrándose a los deseos de los dueños del frente opositor. No dudo que lo haga, sinceramente, siempre ha sido una priista disciplinada.
En realidad, no importa quién sea el candidato o si es priista o panista o si tiene ideas o proyecto o trayectoria o no. Se trata de que los poderosos de ese frente consigan lo que quieren: volver. De eso se trata y por ello los partidos son solamente un cascarón. El chantaje y las presiones que han ejercido contra los candidatos para que se bajen de la contienda preelectoral, que no es preelectoral, tiene que ver con eso, aunque lo disfracen de “priorizar a México” a través de una narrativa deliberadamente paranoica. Si priorizaran a México, habrían entendido que su proyecto de país fue contrario a los intereses de la mayoría y habrían hecho el esfuerzo de reconfigurarse ante esta realidad.
Ojalá, querido lector, que en el futuro aparezca una oposición que recoja todo lo que López Obrador y su gobierno no cumplieron, y ofrecieron a la ciudadanía, que sea capaz de retomar el sueño de muchos mexicanos que exigíamos mucho más de la izquierda que hoy gobierna y que muy probablemente vuelva a ganar las elecciones ante la funesta disyuntiva de volver a darles a los prianistas, sus empresarios e intelectuales, el poder y los recursos públicos o continuar con Morena.
Ojalá que, en algún lado, esa oposición se esté gestando a pesar de que tengamos que esperar otro sexenio y soportar la soberbia de los morenistas que tampoco están interesados en hacer ninguna autocrítica de sus errores de gobierno. Ojalá que quien vaya a ser el candidato no cometa el mismo error y escuche las críticas, para corregir, no cometa los mismos errores que el prian. Los mexicanos se merecen mucho, mucho más.
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