Cientos de miles de hectáreas de tierra en el mundo están siendo afectadas por la falta de agua y las altas temperaturas, que dañan las cosechas, e incluso inundan comunidades enteras.
Por Seth Borenstein
WASHINGTON (AP) — Partes del norte de Texas, sumidas en una fuerte sequía, sufren inundaciones por una lluvia torrencial. Sí, en plena sequía.
La zona de Dallas se sumó a la lista de regiones que padecen inundaciones en medio de feroces sequías durante un verano de extremos climáticos causados probablemente por los humanos, según los científicos. Hay partes del mundo que pasan de una sequía a un diluvio.
La zona de San Luis y el 88 por ciento de Kentucky pasaban por un período inusualmente seco a comienzos de julio cuando hubo un temporal de proporciones bíblicas, con inundaciones que devastaron comunidades enteras. Lo mismo pasó en Yellowstone en junio. Este mes, el Valle de la Muerte de California, que sufría una severa sequía, registró lluvias intensas que causaron inundaciones. Pero la sequía continúa.
El río Yangtsé de China se está secando, un año después de desbordarse. China soporta más de dos meses de una intensa sequía, con temperaturas que no bajan de los 35 grados Celsius (94.8 Fahrenheit) de noche en la ciudad de Chongqing. En el oeste del país, sin embargo, un repentino aguacero mató a más de una docena de personas.
En el Cuerno de África, en medio de una sequía y hambruna con frecuencia ignoradas, se producen inundaciones repentinas que agravan el desastre humanitario. Europa, que padeció inundaciones sin precedentes el año pasado, sobrelleva altas temperaturas y su peor sequía en 500 años, que está dejando sin agua a ríos como el Po, el Danubio y el Rin, y hace peligrar el suministro eléctrico.
“Nos vamos de un extremo al otro”, declaró la climatóloga interina de Kentucky Megan Schargorodski. “Es muy duro emocionalmente sobrellevar estos extremos y seguir adelante, desastre tras desastre”.
En sólo dos semanas de fines de julio y principios de agosto, en pleno verano, Estados Unidos registró 10 lluvias torrenciales de esas que se dan una vez en 100 ocasiones, según estimó el jefe de pronósticos del Centro de Predicciones Climáticas Greg Carbin. Y esto sin contar la de Dallas, que bien puede ser de la categoría de una en mil. Algunas zonas recibieron 23 centímetros (nueve pulgadas) de agua en 24 horas entre el domingo y el lunes, y se anuncian más aguaceros.
“Son condiciones extremas que se hacen cada vez más extremas”, dijo Gerald Meehl, del Centro Nacional de Investigaciones Climáticas, quien hace 18 años escribió algunos de los primeros estudios sobre climas extremos y cambios climáticos. “Todo esto encaja con lo que habíamos pronosticado”.
Los cambios climáticos repentinos, “en los que se pasa de un extremo al otro”, son muy inusuales, declaró Jennifer Francis, del Centro Woodwell de Investigaciones Climáticas de Falmouth, Massachusetts, quien lleva a cabo un estudio de estos fenómenos extremos.
Los científicos del World Weather Attribution, la mayoría de ellos voluntarios que estudian fenómenos en los que se fija algún récord, que causan muchas muertes o afectan a al menos un millón de personas. Este año se han visto abrumados. Ha habido al menos 41 eventos de ese tipo, incluidas ocho inundaciones, tres tormentas, ocho sequías, 18 olas de calor y cuatro olas de frío, de acuerdo con el director asociado del Centro Climático de la Cruz Roja y la Media Luna Roja.
En Estados Unidos, muchas de las lluvias más intensas del verano están asociadas con huracanes o sistemas tropicales, como el huracán Ida del año pasado que azotó Luisiana y luego recorrió el sur, hasta llegar a Nueva York y Nueva Jersey, donde causó inundaciones y aguaceros sin precedentes.
En julio y agosto, no obstante, el país padeció “un exceso de lluvias extremas no tropicales”, indicó Carbin, del Servicio Climático Nacional. “Eso es inusual”. Los científicos sospechan que los cambios climáticos responden a dos fenómenos.
El primero es pura física. Al calentarse, la atmósfera retiene más agua, un siete por ciento más por cada grado Celsius (cuatro por ciento por cada grado Fahrenheit), de acuerdo con los científicos.
Piense en una esponja gigantesca, propuso el climatólogo Daniel Swain, de la UCLA y de Nature Conservancy. Absorbe más agua de un terreno reseco, como una esponja, “lo que explica por qué vemos sequías más fuertes en algunos sitios”, señaló. El sistema sigue su curso, con agua adicional, y provoca aguaceros más intensos.
Otro factor son las corrientes de aire detenidas y cada vez más ondulantes –el “río atmosférico” que mueve los sistemas climáticos de todo el mundo–, según Francis, del Woodwell. Algunos sistemas de tormentas no se mueven y dejan caer enormes cantidades de agua en ciertos sitios. En otros, como en China, el aire caliente se frena con la llegada de climas más fríos y mojados a su alrededor.
“Cuando estos patrones de corrientes se amplifican, que es lo que está pasando más a menudo, notamos más de estos cambios de clima extremos”, señaló Francis.
Cuando la tierra se endurece mucho por la sequía, el agua no penetra tanto y puede provocar inundaciones, de acuerdo con Francis y otros científicos. Esto se agravará al empeorar el cambio climático.
El Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas advirtió acerca de las consecuencias de esta acumulación de desastres naturales.
“Para ser sincero, a muchos nos sorprende lo rápido y lo intenso con que se está dando todo”, dijo uno de los autores de un informe del Panel, Maarten van Aalst, director del Centro Climático de la Cruz Roja y la Media Luna Roja de Holanda. “Asusta la rapidez con que lo tenemos delante nuestro”.