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Greenpeace

24/08/2020 - 12:02 am

El Día del Sobregiro de la Tierra, una alerta para transformar nuestro consumo

¿Realmente necesitamos ese nuevo par de zapatos?

La deforestación del planeta. Foto: Pedro Valtierra, Cuartoscuro.

Ornela Garelli y Viridiana Lázaro*

El reciente 22 de agosto fue el Día del Sobregiro de la Tierra. Tengámoslo muy presente, se trata del día en el que nuestro consumo, a través de nuestra demanda de recursos naturales, supera la capacidad que tiene el planeta para regenerarlos en este año. Es decir, se trata del día en que hemos consumido todos los recursos que teníamos disponibles para 2020; lo que consumamos después de esta fecha es un exceso y va más allá de la capacidad de un planeta con recursos finitos como es la Tierra.

De acuerdo con la Global Foodprint Network (GFN) se requeriría lo equivalente a 1.6 planetas Tierra respecto a recursos naturales y servicios ecosistémicos para abastecer las necesidades, reales o inventadas, de la población humana actual, dados los altos niveles de consumo que tenemos (ropa, calzado, alimentos, aparatos electrónicos, combustibles fósiles, minerales, etc.). Esta situación pone de manifiesto cómo el modelo actual de producción y consumo, basado en el uso intensivo de recursos naturales para satisfacer masivamente las demandas de la gente, está afectando los procesos naturales del planeta, impidiéndoles que se regeneren. Nuestro afán por crecer ilimitadamente nos está llevando al colapso.

Cada año el Día del Sobregiro de la Tierra llega más pronto, por ejemplo en 2006 llegaba en octubre, mientras que en 2019 llegó el 29 de julio y ahora llega en agosto. Si bien la fecha está llegando tres semanas después con respecto al año pasado, esto no es alentador, dado que se debe al impacto de la crisis sanitaria en todo el mundo. Si no cambiamos nuestra manera de extraer recursos naturales, si no cambiamos el rumbo de nuestro consumo y le damos un giro de 180º al timón, este día llegará todavía más pronto en los próximos años.

Debemos hacerle frente a la realidad de la limitación de los recursos y de la capacidad de los ecosistemas, limitaciones que el actual sistema económico ha pasado de largo. Actualmente los países solo buscan el “desarrollo económico” que no considera los costos ambientales y sociales, los cuales pueden resultar mayores que los beneficios o el “valor” que se está obteniendo de la producción, lo que nos hace más pobres y no más ricos. Pero existen formas alternativas de lograr el bienestar de las personas de forma ecológica y socialmente justa. Un ejemplo, son las iniciativas autogestivas de la sociedad civil (campesinos, pequeños productores, transformadores artesanales) que se ha organizado en cooperativas de consumo, colectivas o mercados de productores para llevar a la gente alimentos naturales y frescos, cultivados o criados mediante prácticas agroecológicas, a través de esquemas de comercio justo. Hay opciones de este tipo en todas nuestras ciudades, a las que podemos optar para apoyar un consumo sustentable y local.

Es importante considerar que este año después del 22 de agosto, estaremos viviendo endeudados con las futuras generaciones y habremos comprometido los recursos necesarios para que puedan gozar de derechos constitucionales imprescindibles como el derecho a un medio ambiente sano, a la alimentación o la salud.

Por eso, es urgente reflexionar sobre nuestros niveles de consumo a nivel individual y como sociedades ¿Realmente necesitamos ese nuevo par de zapatos? ¿Realmente necesito usar mi auto personal para ir a un sitio cercano que fácilmente podría alcanzar caminando o en bicicleta? Esto implica que ajustemos nuestros estilos de vida, optando por consumir menos y mejor, lo cual a su vez contribuirá a disminuir el sobreconsumo de recursos naturales que se traducen en ropa, calzado, electrónicos e incluso alimentos como la carne que tienen costos ambientales altos.

Debemos optar por un consumo consciente, más informado, más crítico que permita reducir nuestra huella de carbono y al mismo tiempo que le diga a las grandes empresas extractivistas que ya no queremos productos provenientes de la tala ilegal, del comercio injusto, donde se violan los derechos humanos de las personas, donde se tiene que contaminar los ríos, los suelos, dañar la flora y la fauna para tener los estantes del supermercado llenos o los centros comerciales abarrotados con nuevas temporadas de productos que en realidad no necesitamos. Lo que sí necesitamos es una nueva normalidad que sea verde y justa para todas y todos, incluido nuestro planeta. Visita https://consumoresponsable.greenpeace.org.mx/ para ver algunas opciones sobre cómo poder cambiar nuestros hábitos de consumo por el bien de la gente y del planeta.

* Especialista en consumo responsable y cambio climático y especialista en agricultura y cambio climático en Greenpeace México, respectivamente .

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