La estación de las mujeres, de Carla Guelfenbein, expone los profundos deseos del alma a través de cinco historias que trascienden el tiempo
Ciudad de México, 24 de agosto (SinEmbargo).- “Pienso en todas las mujeres que aguardan quietas en la penumbra. Esperar es una forma de desaparecer”. Esa es la frase que culmina el primer capítulo del libro de Carla Guelfenbein y que resume de la mejor forma la novela de la escritora chilena.
Cuatro mujeres deambulan entre dos tiempos donde sus vidas se entrecruzan sin que ellas se enteren. Cada una de sus historias refleja sentimientos nada ajenos para aquellos que han amado con locura o que han sentido una confusión inmensa.
Una de ellas busca libertad y encuentra respuestas en un libro de nombre inusual. Otra camina por las calles de Nueva York, en espera de encontrar la confirmación de que su esposo pasa el tiempo con alguna joven. Una más vacila entre volver con una afamada poetisa o quedarse en los brazos de su amiga de la infancia.
El amor inunda las inseguridades de una adolescente que ha escapado de su hogar y el pasado oculto de una peluquera vuelve para ayudarle a encontrar a su hija perdida. Una anciana pastelera rememora el momento que marcó su infancia con la esperanza de hallar alguna vez a la responsable de cambiar su destino.
El libro que lee una de sus protagonistas retrata cuál es el mejor método para desaparecer sin dejar rastro, siempre con la idea de perseguir la libertad, un concepto etéreo pero que se esconde en los sueños más profundos de cada una de estas mujeres. Y es a partir de ésta que el escrito de Guelfenbein abre posibilidades para el lector: encontrar un camino propio, una respuesta personal para culminar cada una de estas historias.
La escritura en La estación de las mujeres otorga indicios de los hilos que vinculan a estos relatos, invisibles para sus personajes, pero presentes en su propia forma en los tiempos y espacios representados. Guelfenbein consigue unir las tramas como una mezcla de casualidades y experiencias que llevan a un fin común: identificar los deseos del alma.
