El músico mexicano vuelve al ruedo con un disco combativo que con el título Nación Blues critica la gestión de Gobierno del Presidente Enrique Peña Nieto y rinde homenaje al estudiante normalista Julio César Mondragón, cuyo cadáver con el rostro desollado apareció al día siguiente de la fatídica noche del 26 de septiembre de 2014 en Ayotzinapa.
Ciudad de México, 24 de agosto (SinEmbargo).- Fue en 2003 que a José Cruz, el líder de la legendaria banda de blues mexicana Real de Catorce le diagnosticaron esclerosis múltiple. A 13 años de lo que resultó –como dice en entrevista con SinEmbargo– una noticia “devastadora”, sorprende verlo en tan buen estado, lúcido y lleno de proyectos artísticos y personales.
Hace poco ha dejado de ser un “hombre bomba”, gracias a los buenos oficios de un médico que adora, de apellido Cuesta y que le advirtió que el tanque de oxígeno que trasladaba no sólo secaba sus cuerdas vocales, sino que también lo convertía en una especie de peligro ambulante, a punto de explotar en cualquier momento.
A cambio, un tratamiento alternativo con ozono y células madre, lo mantiene saludable en el contexto de una enfermedad degenerativa que no tiene cura y con la que el músico ha aprendido a convivir.
Saca fuerzas –dice- de la cultura huichola, a la que es muy aficionado y, por supuesto, de la música, un vértigo al que no renuncia y en el que lo acompaña su esposa y representante, Patricia Aguirre y su hija, la joven cantante María Camargo.
UNA CITA CON LA CANCIÓN POLÍTICA
“No me permito el tralalá”, dice José Cruz, para explicar por qué el 10 de septiembre próximo, cuando presente en la Carpa Astros su nuevo disco, Nación Blues, el público escuchará cosas como “No olvidaré las calles / ni tampoco los olores de la muerte / No olvidaré que eres un pendejo / fabricado en un estudio de televisión”.
Se trata del primer tema del álbum, “Chanson”, dedicado a Enrique Peña Nieto, a quien el compositor enfrenta con “un blues de vida, valiente y de luz” que neutralice los efectos de la “fosa genocida” en que se ha convertido el México contemporáneo.
La música de Real de Catorce fue declarada como patrimonio artístico por la Fonoteca Nacional y José Cruz, su líder, es reconocido como uno de los compositores más destacados de la escena musical.
A 33 años de la fundación de la banda señera del blues en nuestro país, el compositor e intérprete parece haber dejado atrás las amargas experiencias con sus antiguos compañeros, quienes llegaron a entablarle una demanda judicial en reclamo de salarios caídos, luego de que él sufriera un paro respiratorio, a causa de una crisis de la esclerosis múltiple que padece desde 2003.
La historia fue contada por el periodista Juan Pablo Proal en su libro Voy a morir, biografía de Cruz y de Real de Catorce, una de esas bandas mexicanas cuyo valor excede la frontera del mercado.
Se trata de una verdadera joya que mucha gente no ha descubierto aún, pero que tiene a fans de hueso colorado en varios rincones de la República, felices de ver cómo José da batalla y compone canciones y hace discos.
En 2011, el documentalista Leobardo Lechuga dio a conocer el documental José Cruz: a diez metros del infierno, donde con voz temblorosa el artista cuenta su vida. Decimos lo de la voz temblorosa, porque no es lo que verás en este video grabado por el equipo de televisión de SinEmbargo.
En 2016 José habla con voz firme, ya no está postrado en una silla de ruedas y no lleva consigo el tanque de oxígeno. Es verdad que la esclerosis múltiple no tiene cura, pero en el caso de Cruz, sus tratamientos alternativos y sobre todo su dedicación a vivir todo lo que pueda, han obrado cierto milagro. De otro modo no se explica su notable y esperanzadora mejoría, un testimonio valioso sin duda para los que sufren la misma enfermedad.
En 2007 fue el regreso de Real de Catorce con José Cruz y un grupo de nuevos músicos: María Camargo (voz y coros), Rodrigo Pratt (bajo), Arturo Waldo (guitarra), Miguel Korsa (guitarra), Alan López (batería) y Francisco Velasco (teclados).
Ahora llega el tiempo de Nación Blues, con una firma de autógrafos y preventa que se llevará a cabo el sábado en El Chopo y con el ya citado concierto del 10 de septiembre en la Carpa Astros.
Nación blues trae los sonidos de la jarana el charango y el violín en canciones como “El hambre”, huapango que Cruz escribió a los 17 años, “Del mal humor social”, que evoca el rechazo a reformas estructurales; “Beso”, al estilo del jazz y “La Luna en los tinacos”, la infaltable canción de amor en el álbum.
A los 60 años de edad, José Cruz pelea por la vida a pura música, a puro arte.
–Nación Blues es un disco político
–Todas las composiciones de Real de Catorce son mías. Siempre han sido canciones de autor. Y como autor nunca puedo deslindarme del tema político, de lo que pasa alrededor. Considero fundamental generar conciencia desde el arte. No puedo dejar de hablar de mi realidad.
–Las cosas en México no mejoran…
–Al contrario. El retorno del PRI al poder, en comparsa con el PAN, empeoró la situación de los ciudadanos mexicanos. La izquierda ya no existe en nuestro país. No hay un proyecto de nación ni de nada. Es alarmante la situación en que nos encontramos, estamos en emergencia humanitaria. Hay fosas por todos lados, muerte por doquier y el estado es de impunidad total.
–¿Qué encontraste además de México mientras componías Nación Blues?
–Mucha sensibilidad en mi interior en relación con el entorno y cómo permito que me afecte de cierta forma creativa. Que pretenda hacer no catarsis sino un ejercicio de conciencia que pueda hacer contacto con los que van a escuchar los temas. Este discurso literario me ayuda a confrontarme y a confrontar a mis oyentes.
–¿Es un riesgo mayor tener que responder a tu público de siempre e interesar al mismo tiempo a los nuevos?
–La banda está conformada por jóvenes que no llegan a los 30 años. Estar cerca de la juventud que asimila el concepto del blues es también estar cerca de una generación que expresa su propia voz y esa voz es fresca, natural. Es muy atractivo escuchar un solo de jazz en la canción “El beso”, por ejemplo. Lo canta María, mi hija, al estilo Billie Holyday. Es muy moderno este asunto. No desdeño al público que se queda en la nostalgia, tienen derecho a quedarse ahí, pero también deben saber que uno evoluciona y crece. Real de Catorce, con 33 años de vida, siempre ha marcado pautas en la música de este país.
–Y quieres seguir haciéndolo
–Claro que sí. Una de las cuestiones de haber elegido estos integrantes es porque todos ellos tienen una voz fresca y una formación musical interesante. Reflejan exactamente esa inquietud que tiene la música por sí. La música es un fenómeno humano maravilloso.
–¿Cómo es trabajar con tu hija, María Camargo?
–Es maravilloso. Ella tiene 27 años y está en el grupo porque es una gran cantante, además de profesora de canto. Siempre he luchado contra el nepotismo que tan mal nos ha hecho a los mexicanos, así que está en Real de Catorce por un sinnúmero de razones, ninguna de las cuales es porque es mi hija.
–¿Cómo estás con la salida del libro de Juan Pablo Proal, Voy a morir?
–Satisfecho, ahí está mi voz. En ese libro fui muy franco, no podía darme permisos para la falsedad. Saqué a la luz muchas verdades que tenía atoradas, como un ejercicio de valentía. La gente puede considerar que la banda está caduca porque la cabeza está enferma, pero es un riesgo que corro al contar mi enfermedad. Es un riesgo que corro con calidad. La gente que vaya a nuestros conciertos y que escuche el nuevo disco, oirá calidad musical.
–Cuando fundaste Real de Catorce, el blues no estaba de moda…
–Así es. Ahora hay bandas de blues muy buenas, aunque cantan en inglés. Lo respeto, pero mi reto es hacer el blues en mi español, reafirmando mi identidad a través del idioma y que la gente me entienda.
–Hay una canción para Enrique Peña Nieto, hay una canción para Julio César Mondragón…
–Bueno, es un disco formado por 11 temas y podría decir que es un disco de reclamo por tanta injusticia que reina en nuestro país, a causa de un mal Gobierno y por su discapacidad para regir los destinos de México. Esta impunidad salvaje… Conozco a los padres de los 43, estoy con ellos. Me conmueve mucho esta situación. Es un disco muy politizado…en eso creo. Cómo puede ser que un pueblo tan fuerte como el nuestro, que pudo derrocar a un tirano como Porfirio Díaz no sea solidario para darle la mano al prójimo, entendiendo que la situación que vivimos en estos días ya es el acabose. No se puede tolerar tanto dolor.
–¿Sientes que hay una deuda que otros grupos no pagan con la realidad social del país?
–Creo que debe tocarse el tema político en las canciones, pero no es mi asunto si los demás no lo hacen. Desgraciadamente no hay mucha conciencia en muchos artistas, no quieren dar su corazón ni su alma. No alcanza con el look ni con las canciones pegadizas. Real de Catorce va más allá, se cuece aparte de todo eso.
–¿Hay una familia de músicos, por decirlo así, que está cerca de Real de Catorce?
–Sí, gente como José Manuel Aguilera, Rita Guerrero (qepd), Horacio Franco, un gran músico al que quiero, Lalo Tex (qepd), cuya muerte me llegó mucho. Toño Lira es también un gran amigo, al igual que Paco Barrios “El Mastuerzo”…
–¿Cómo ves la escena mexicana?
–Bueno, me meto mucho en las redes sociales a escuchar la nueva música y me alarma un poco la falta de contenido social y el descuido estético, la falta de una voz propia. No hay creatividad ni valentía…así lo veo
–La vida te dio muchas cosas y te quitó la salud, pero nunca dejaste de hacer cosas
–Hice todo igual, como si no hubiera estado nunca enfermo. Hay una fortaleza interior que fui descubriendo poco a poco, a través de la meditación, conviviendo con los huicholes que me enseñaron muchas cosas de mí…y la valentía que todos tenemos, que es la puerta que debemos tocar. Cuando nos sentimos cobardes, seguir hasta el fondo, porque en el fondo de la cobardía está el valor. Todos tenemos ese valor para vivir.
–La vida te da cosas con las que tienes que lidiar…a todos
–La enfermedad nos convierte en democracia. Hay que acercarse al dolor real, no al sufrimiento que enloquece la mente, sino al dolor real para tener conciencia.
–¿Qué sentiste cuando te dieron el diagnóstico?
–Fue en el 2003 y fue devastador. Esta enfermedad viene además acompañada por la depresión y es muy difícil para un artista batallar con ella. ¿De dónde viene la depresión, esta tristeza tremenda? Hay un ejercicio muy bueno que es el de introspección: llora hasta que te quedes sin lágrimas, a ver dónde llegas, pero no te quites la vida.
–Te ves muy bien, ¿cuál ha sido el secreto?
–Hay algo que recuerdo que heredé: la fortaleza de mis padres. La lucha por seguir vivo. No me la enseñaron con palabras, sino con actos. Tardé muchas horas en nacer, tanto mi madre como yo estuvimos a punto de fallecer en la labor de parto, algo hizo que yo naciera y que ella siguiera viva. A mi padre le dio una embolia y sin embargo con parálisis y todo seguía atendiendo su papelería. Heredé esa fortaleza que es un signo de la familia. Vivimos también en un país lleno de gente que lucha por sobrevivir, hay un aliento vital que nos conecta socialmente en este suelo. En los momentos clave, como la desaparición de los 43 de Ayotzinapa, nace la solidaridad con los padres, es una causa humana frente a un delito de lesa humanidad, eso nos unió a todos.
–Estás en un tratamiento especial
–La medicina ayuda. Me atiendo en una clínica de medicina alternativa donde me dan células madre y ozono. Hace dos años que voy a diario a esa clínica en compañía de mi esposa.
–¿Fue costoso, cómo te arreglaste con el dinero?
–Pidiendo ayuda, dejando a un lado el ego y mostrar mis necesidades. Uno no pierde la dignidad por pedir ayuda, aunque sea difícil.
–¿Te ayudó el Gobierno?
–No, para nada. Sólo me dieron una medalla al mérito y nada más.
–¿No haría falta un sindicato de artistas que prevea estas situaciones?
–Claro que sí, hubo la intención, pero el Gobierno no respondió. Los senadores y los diputados nos dieron largas y nada se hizo.
–¿Quedaste conforme con Nación Blues?
–Sí, cómo no, a pesar de que el mensaje político es fuerte, hay muchas cosas lúdicas en él. Es de los mejores discos que ha grabado Real de Catorce a lo largo de su historia.