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Salvador Camarena

24/07/2012 - 12:02 am

Un provinciano en la corte del DF

Deben ser cosas de provinciano. En este caso el provinciano es el que escribe. Luego de 18 años en el Distrito Federal no me acostumbro a varias cosas. Por ejemplo, a ese pleonasmo gastronómico llamado “guajolota”.  A quien le guste la torta de tamal, adelante, a quién no la conciba, como este provinciano, pues con […]

Deben ser cosas de provinciano. En este caso el provinciano es el que escribe. Luego de 18 años en el Distrito Federal no me acostumbro a varias cosas. Por ejemplo, a ese pleonasmo gastronómico llamado “guajolota”.  A quien le guste la torta de tamal, adelante, a quién no la conciba, como este provinciano, pues con no probarla basta y todos en paz. Pero no es tan sencillo con otros temas de la “agenda local” de la Ciudad de México. Asuntos que vistos con ojos de provinciano podrían (¿deberían?) ser materia de gran debate entre los habitantes de esta comunidad y que sin embargo parece que a los chilangos estos temas los tienen muy sin cuidado. Van tres ejemplos.

1) En su edición del domingo, Reforma insistió en denunciar la opacidad de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, cuyos líderes parlamentarios no han informado, a pesar de periodicazos, el destino de 376 millones de pesos que se autoentregaron las bancadas. Reproduzco algo de lo informado antier. Lean los “comprobantes” dados por los legisladores locales y pregunto a cuántos de ustedes, en sus trabajos, les permitirían tardarse meses en aclarar el destino de los recursos y/o justificarlos con las vaguedades que enseguida se aprecian:

“De los 220.3 millones de pesos recibidos por la bancada del PRD entre 2010 y 2011, ésta sólo reporta pagos en ‘nómina’ y ‘otros gastos’. El PAN, que recibió 85 millones, indica que el dinero se destinó a ‘apoyos extraordinarios asesoría’, ‘servicios extraordinarios’ y ‘prerrogativa mensual Grupo Parlamentario del PAN’. En tanto, el PRI justifica sus 41.9 millones de pesos como ‘prerrogativa’ y ‘nómina de personal’. Lo mismo hacen el PT y el PVEM con sus 27.5 millones y 959 mil pesos, respectivamente, que desglosan en los mismos rubros genéricos”.

2) El 11 de julio pasado, Reforma dio a conocer el caso de 16 diputados capitalinos que hicieron campaña y fueron elegidos para un nuevo cargo. Bien por ellos. Pero el detalle es que mientras hicieron proselitismo –y bien sabe todo mundo que a quien se dedica a precampañas y campañas no le queda tiempo para nada más— no dejaron de cobrar en la Asamblea. La excepción, justo es decirlo, fue el hoy virtual delegado en Miguel Hidalgo, que pidió licencia. Los demás, se embolsaron puntualmente sus 68 mil pesos (y vayan ustedes a saber qué más) de dieta mensual.

3) Y el tercer ejemplo es el más patético, si es que los otros no lo fueran. (Patético dice la RAE: “Que es capaz de mover y agitar el ánimo infundiéndole afectos vehementes, y con particularidad dolor, tristeza o melancolía”). El tercer caso es el del flamante candidato ganador al distrito XXXV local Rubén Escamilla, ex delegado en Tláhuac, evidenciado cuando recibió favores sexuales, en su oficina, de una empleada de la delegación, y en donde se menciona que habría una plaza laboral de por medio.

El 21 de junio, días después de que se destapara el escándalo del señor Escamilla, el presidente nacional perredista Jesús Zambrano dijo que esa candidatura era “insostenible”. Pasó más un mes, las elecciones con ello, y hoy Escamilla sigue en calidad de virtual diputado a la VI Asamblea. Si un partido hace sus cálculos electorales, y pone esos números por encima de la ética y la vergüenza, no hay nada nuevo en ello. Pero que este caso no se vuelva intolerable para la comunidad que se supone es la mejor informada, la más crítica del país, y la que se enorgullece de ser coautora de derechos ganados en la capital, algo no nomás no cuadra.

¿Es soberbia lo que impide a la izquierda que aplastó en la elección del 1 de julio no retirar a ese elemento? ¿Ese es el estándar que quieren fijar para casos donde un hombre en posición de jefatura condiciona a una mujer una situación laboral? ¿Qué van a decir en el próximo viaje internacional de esos que hacen a asambleas socialistas, que son “usos y costumbres de la izquierda en esta capital”? ¿La tribu perredista que protege a este individuo puede más que el sentido de mínima decencia?

Este provinciano tiene dos dudas: ¿por qué no se dedicó mejor a la política en el Distrito Federal, donde hay bajísima rendición de cuentas y una especie de pacto donde los unos se solapan a los otros, al tiempo que parece no importar gran cosa a los capitalinos?  Y la segunda duda es si la prensa de Yucatán, Nuevo León, Jalisco, Sonora o Coahuila, por mencionar algunos estados, dejarían pasar tan calladamente como lo hace la llamada prensa nacional, casos como los de los actuales asambleístas capitalinos, opacos y abusivos, o el del Rubén Escamilla, llamado el #dipuwawis.

Salvador Camarena
Es periodista y conductor de radio.

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