“La corrupción representa el realismo trágico de América Latina”, señala Alberto Salcedo

24/05/2019 - 11:00 am

En el libro Perdimos. ¿Quién gana la Copa América de la Corrupción?, los coautores narran historias de corrupción de sus países de origen.

Por Luis Velandia Pérez

Bogotá, 24 de mayo (EFE).- La idiosincrasia latinoamericana, magistralmente retratada en la literatura del realismo mágico, tiene también su lado oscuro, el «realismo trágico» de la corrupción, opina el cronista colombiano Alberto Salcedo Ramos, agudo observador de la realidad cotidiana.

«Yo lo ubicaría en el realismo trágico, porque la corrupción está más emparentada con nuestras desgracias que con nuestro folclor», dice en una entrevista con Efe Salcedo Ramos al comentar el libro Perdimos. ¿Quién gana la Copa América de la Corrupción?, escrito junto a otros 19 autores latinoamericanos.

En el libro, editado por Planeta, Ramos (Barranquilla, 1963) y los demás coautores narran historias de corrupción de sus países de origen.

«El verdadero motor de las democracias latinoamericanas es la corrupción, es lo que permite la gobernabilidad (…) así que como dice un dicho mexicano: ‘quien no transa no avanza'», afirma.

El cronista y periodista agrega: «En América Latina (esa idea) se aplica al pie de la letra, incluso diría que esa frase podría estar en cualquiera de los escudos de los países».

El libro, editado por los escritores argentinos Diego Fonseca y Martín Caparrós, pretende hacer un recorrido por uno de los grandes problemas de América Latina a lo largo de 328 páginas y dar una mirada sobre esos «vasos comunicantes en la corrupción» de todos los países.

«En este momento el libro es más necesario. Yo creo que en el caso colombiano se ha visto que el conflicto armado funcionó durante muchos años como una cortina perfecta para tapar el gran problema de la corrupción», añade Salcedo Ramos.

A pesar de ello, se niega a pensar que la corrupción es inherente al ser humano porque, con ella, como menciona el título del libro, «todos perdemos», y lo único que está por verse es quién gana con el fenómeno.

Salcedo Ramos, ganador del Premio Ortega y Gasset en 2013, considera que en algunos «pequeños detalles» es donde se reconoce que «no tenemos remedio» como sociedad.

«Cada vez que tú vayas a una papelería colombiana a sacar una fotocopia y veas que la grapadora está sujetada a un clavo a través de una gruesa cadena y que el bolígrafo también está sujetado, no pierdas de vista que esos dos detalles, aparentemente anecdóticos, en realidad son expresiones visibles de nuestra derrota como país, de nuestro fracaso como país», ejemplifica.

El cronista, autor de varios libros de literatura de no ficción como La eterna parranda, El oro y la oscuridad. La vida gloriosa y trágica de Kid Pambelé y De un hombre obligado a levantarse con el pie derecho, cree que el papel del periodismo frente al poder debe ser de «veeduría» y «control».

Por ello afirma que se ha «frivolizado» y «banalizado» el periodismo en los últimos tiempos y que «ha caído muy bajo».

«Los medios tienen que profundizar y llegar allá donde no llega ninguna red social. Y no tenerle miedo a ser de nicho, yo no creo que haya que seguir pensando en medios que sean para todo el mundo, yo creo que cada medio debe escoger a qué tipo de lector quiere merecerse», manifiesta.

Para Salcedo Ramos, que es maestro de la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), el oficio «lo pone a uno en un escenario en el que necesariamente tiene que ponerse en los zapatos del otro» y, al igual que la literatura, tiene el poder de poner «espejos» frente a las personas para que se puedan ver.

«Los escritores de ficción hacen su trabajo con mucha frecuencia frente al espejo y los de no ficción hacen su trabajo saltando por la ventana y ocupándose de los que están allí afuera, eso me gusta de mi trabajo (…) acordándome de que yo no soy el único ser vivo de esta tierra, de que hay más gente allá afuera», afirma.

El nuevo periodismo ha encontrado en los libros su refugio para seguir contando historias, como la de la llamada «bonanza marimbera» (1976-1985), sobre el origen del narcotráfico en el país que lo empujó a investigar en la desértica región de La Guajira colombiana, fronteriza con Venezuela, y que contará en su próximo libro.

«Yo creo que ese periodismo ha ido mutando hacia los libros, porque en los medios clásicos ya no está encontrando espacio, entonces hemos vuelto a algo que nos ha caracterizado durante gran parte de nuestra historia, el exilio», dice.

Y es por eso que, para Salcedo Ramos, «el periodismo narrativo encuentra su espacio en el exilio. Los libros, creo yo, son un feliz exilio».

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