Familiares de presos de otras cárceles guatemaltecas, indignadas por el trato VIP que recibe el ex Gobernador de Veracruz bajo resguardo militar. En el cuartel de Matamoros, Duarte tiene derecho a tres comidas y una plancha de concreto para dormir; en otras prisiones se lucha por la vida.
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Por Ignacio Carvajal
Guatemala, 24 de abril (SinEmbargo/Blog Expediente).- Mientras Javier Duarte de Ochoa hace tres comidas al día, y cuenta con una plancha de concreto para dormir y celda unipersonal, cientos de reos de las cárceles de Guatemala la pasan mucho peor, lo que ya ha despertado malestar entre sus familiares.
Lejos de preocuparse por tener un sitio para dormir o comer algo más que huevos y frijoles, lo que ocupa a los poco más de 21 mil internos de este país, es salvar la vida. Pues es más fácil ser asesinado en una prisión de Guatemala que en sus calles.
Familiares de presos del complejo penitenciario “Pavón”, ubicado a unos 30 minutos del cuartel militar en donde Duarte de Ochoa está internado desde hace más de una semana, se duelen que el mexicano sea tratado como “preso VIP” en el cuartel militar San Rafael de Matamoros, que se alza dentro de la Zona Uno de la capital.
Matamoros está bajo el control de los militares, pero en el interior las instalaciones están al mando del sistema penitenciario. Sus paredes son imponentes, rodeadas de alambradas, monitoreo y fuertemente custodiadas por el Ejército y Policía Nacional. La entrada es totalmente restringida y para ver al ex mandatario jarocho se necesitan permisos con altos funcionarios.
Ante tales condiciones, desde México, pareciera que el veracruzano sufre, mas no es así, considera el periodista Jerson Ramos, del diario La Prensa Libre, uno de los más influyentes, y que ha dado puntual seguimiento al caso de Duarte de Ochoa. Ramos ha cubierto en otras ocasiones casos de notables que caen en Matamoros, y cuenta con amplia experiencia en el sistema judicial guatemalteco.
Matamoros –relata- fue instaurada con la idea de albergar a reos de muy alto perfil, “es una cárcel VIP, es lo que se criticó mucho cuando se abrió en instalaciones militares; ahí solo van quienes tienen dinero o pueden pagar buen trato”.
En Matamoros los internos siempre son menos de 30, junto a la de Mariscal Zavala, son las más laxas del sistema carcelario, cuyos CERESO son descritas como un infierno según un estudio del Centro de Investigaciones Económicas Nacionales (CIEN), citado por el diario El País de España en 2015 y en el cual se da cuenta del “infierno en las cárceles de Guatemala”.
En ese año, según el documento, la sobrepoblación de las celdas en Guatemala superaba el 100 por ciento. El sistema cuenta con capacidad instalada para recibir unos 6 mil 800 reos, sin embargo, ese año, era de 20 mil 700.
Eso derivaba en toda una serie de problemas, donde el hacinamiento y las condiciones insalubres, son el menor de los problemas. Hay auto gobierno, extorsión, acoso y homicidios. Mientras se realizaba la entrevista con el periodista, las autoridades de Guatemala lidiaban con el homicidio de José María Pérez Conrado, hasta el último de sus días, director del CERESO El Infiernito, ubicada en Escuintla, ocupada mayormente por pandilleros de la Mara Salvatrucha.
En días pasados, a El Infiernito fueron trasladados detenidos de la Mara para despresurizar la cárcel denominada “Pavoncito”, como a los mareros no les gustó, juraron represalias al gobierno y debieron diversos ataques a comandancias, y en el punto más álgido, el ataque armado que costó la vida al director del penal.
NI COMIDA HAY
“Rubicelia X”, habitante del municipio de Fraijanes, viene a visitar a su hijo internado en Pavón desde hace tres años. Aún no ha sido sentenciado, sin embargo, a diario se las debe ver con la sobrevivencia tras las paredes de este duro penal. Ella sabe de la detención del veracruzano y se muestra irritada.
“A los reos guatemaltecos, les va mal, los encierran en cárceles como esta, donde corren peligro sus vidas, no hay papel de baño, agua de calidad, ni lugares para que puedan dormir. Sus celdas las comparten con docenas de personas, y a este señor Duarte, lo tienen de rey en lado de los ricos”.
Y aunque le den de comer frijoles, huevos y pan, como ha trascendido, ese alimento en lugares tipo de Pavón, ya son un lujo. “Él cuando menos come, mi hijo y muchos más acá, quien sabe, bajan mucho de peso, se enferman. Yo le tengo que traer de comer”, cuenta.
El paso a Pavón es vigilado por un elemento de la policía, sin arma, sólo se ocupa de dar el pase a un camino bardeado, con alambradas. Sobre él marchan quienes vienen a ver a sus seres queridos. Armados con cajas, bolsas y costales, en algunos casos, hasta con el anafre, se dan cita para solventar las carencias en Pavón.
El camino por donde marchan los guatemaltecos que vienen a visita en Pavón, se mira extenso y se forman nubes de polvo cuando comienzan a pasar en grupos de cinco y de diez personas. Las figuras humanas languidecen ante el calor y el polvo que vuela en su deprimente marcha a la entrada principal, donde son examinados minuciosamente para evitar el ingreso de drogas o armas.
En cambio, el cuartel donde espera proceso Javier Duarte de Ochoa, se alza en el casco urbano, goza de espacios extensos para tomar el sol, áreas verdes e instalaciones limpias. La comida es frugal, pero segura; en Pavón, cuentan las familias, hay veces que sus presos no cuentan ni con área para dormir. Su capacidad es de mil 500 internos, pero en total, superan los 5 mil, puntualiza el periodista Jerson Ramos, quien reconoce que si el veracruzano estuviera en Pavón, “le iría muy mal”.
Para comenzar, hay sectores en Pavón donde los delincuentes son Mareros o de otras pandillas cuya mayor distinción es la violencia y los abusos, irónicamente, una serie de delitos similares a los que Duarte de Ochoa podría enfrentarse en México si los colectivos de madres son escuchados en su petición de ampliar las investigaciones contra el ex Gobernador.
“Le llevo de comer un poco de pan, agua fresca y papas, nunca tiene nada decente de comer ahí, y luego lo deben andar compartiendo con otros compañeros o se los quitan. A veces me dice que le dan caldo de verduras, pura agua sin nada, ni verduras si quiera”, cuenta otro familiar a las afueras de Pavón.
La información sobre el menú frugal de Duarte de Ochoa en la prisión militar causó indignación en algunos sectores vinculados al duartismo, sin embargo, no deja de ser un privilegio en un país donde los corruptos le han dado en el traste a todo.
“Primero la sociedad lo tomó como algo lejano, parecían no ponerle atención, pero cuando se comenzó a saber que era un corrupto y que había causado mucho daño al pueblo con sus actos, la gente se comenzó a enojar y a interesar más en el caso, porque es lo mismo que ha pasado acá”, contextualiza Jersón Ramos sobre el sentimiento antiduarte que cruzó fronteras.
En el inmueble donde el veracruzano aguarda han pasado, podría decirse, celebridades del mundo delincuencial, tales como los famosos narcotraficantes Juan Ortiz López y Mauro Salomón Ramírez Barrios, los ex presidentes Alfonso Portillo y Otto Pérez, y la ex presidenta Ingrid Roxana Baldetti Elías. Otto Pérez ya no está en el mismo cuartel que Duarte, meses atrás pidió su cambio a a Mariscal Zavala, luego de que vecinos del cuartel de Matamoros hicieron videos de los internos llevando una vida de lujo, jugado futbol, descansando constantemente y pasándola muy bien, explica Jerson Ramos, al contextualizar que la privacidad en el cuartel es poca pues alrededor hay casas mucho más altas a los muros del encierro, y desde donde se puede ver qué pasa, “creo que eso molestó al ex presidente Otto Pérez y pidió su cambio”, dice.
SE ROBÓ EL DINERO DEL PENAL
Si el “Karma” carcelario siguiera a Duarte, podría decirse que ya le hizo justicia, pues en su gobierno se perdieron 100 millones de pesos etiquetados para el nuevo penal de la región, el cual se construiría en Medellín de Bravo.
Ese penal sería la respuesta al cierre del CERESO Ignacio Allende, clausurado en el último año del ex gobernador Fidel Herrera Beltrán.
Bajo el pretexto de que habría una matanza en el penal de Allende, planeada por Los Zetas, Fidel Herrera Beltrán lo mandó cerrar y se lo entregó al cineasta Mel Gibson para el rodaje de su película “Atrapen al Gringo” (2012); y más de mil 500 reos fueron reubicados a distintos penales de Veracruz, en algunos casos, a más de 300 kilómetros de distancia, contraviniendo los elementos básicos de la readaptación social sobre la cercanía con la familia y el lugar de origen del reo. Cientos de familias con internos quedaron vulnerables y obligadas a realizar más gastos para visitarlos, siempre a la espera de la construcción del nuevo CERESO, pero en los seis años del duartismo, no se hizo nada, de ese proyecto penitenciario, sólo hay una barda y 100 millones extraviados.
Ahora el ex priista está a más de mil kilómetros de distancia de su tierra natal, y ni su mamá, hermanos o amigos lo han ido a visitar.