El programa Covax pretendía ser la clave para llevar vacunas contra COVID a los países de menos ingresos, pero sigue sufriendo una escasez desesperante. Ahora, la fórmula de Novavax, que prometía llegar a los más necesitados, se encuentra en países adinerados.
Por Maria Cheng y Aniruddha Ghosal
NUEVA DELHI, 24 de marzo (AP) — La compañía que está detrás de la vacuna contra la COVID-19 presentada como una herramienta clave para el mundo en desarrollo ha enviado decenas de millones de dosis a los países adinerados, pero todavía no ha aportado ninguna al programa respaldado por Naciones Unidas para abastecer a los más pobres, un indicio de la desigualdad que persiste en la respuesta global a la pandemia.
Covax había planeado distribuir 250 millones de dosis de la fórmula de Novavax para marzo, pero la agencia de la ONU a cargo de las entregas dice que los primeros envíos podrían realizarse en abril o mayo.
Esto no debería haber sido así. Cuando estalló la pandemia hace dos años, CEPI, una de las organizaciones que dirige el Covax, dio a Novavax 388 millones de dólares para acelerar el desarrollo de su fórmula con el objetivo de que estuviese disponible en los países pobres.
La inversión garantizó a Covax el “derecho de tanteo” sobre las primeras dosis de la farmacéutca, pero el acuerdo se aplicaba solo a las plantas de República Checa, Corea del Sur y España, señaló el vocero de CEPI, Bjorg Dystvold Nilsson.
Hay otras fábricas que no forman parte del pacto, y sus vacunas se mandan a otras partes.
El Serum Institute of India, el mayor fabricante de vacunas del mundo, ha elaborado millones de dosis de Novavax. Según el Ministerio de Exteriores indio y el centro, más de 28.9 millones se enviaron a Holanda en enero y febrero, mientras que Australia recibió alrededor de seis millones. A Indonesia llegaron también unos nueve millones en diciembre.
Miles de dosis más se enviaron desde una planta holandesa a otros países de la Unión Europea.
“Por el motivo que sea, una vacuna que se creía que era muy adecuada para los países pobres está yendo ahora en gran parte a los ricos”, dijo Zain Rizvi, experto en política farmacéutica en el grupo activista estadounidense Public Citizen. “Es trágico que en el tercer año de la pandemia sigamos sin poder obtener los recursos, la atención y la voluntad política para solucionar la desigualdad en las vacunas”.
La demora es el último revés para el Covax, que se ha visto afectado repetidamente por problemas de suministro y ha incumplido varios objetivos de reparto de dosis.
El director general de la Organización Mundial para la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus, criticó el año pasado el abismo existente entre los suministros que reciben los países pobres y los ricos, calificándolo de “fracaso moral catastrófico”.
La disponibilidad del fármaco ha mejorado recientemente en las regiones más pobres, pero los problemas logísticos persisten.
De acuerdo con los datos de la Universidad de Oxford, solo alrededor de un 14 por ciento de la población de las naciones de bajos ingresos tienen al menos una dosis de la vacuna. Más de 680 millones de las distribuidas por Covax siguen sin administrarse o han caducado, según datos gubernamentales.
Incluso con la mejora del reparto, algunos funcionarios esperaban ansiosos la fórmula desarrollada por Novavax en concreto porque es más fácil de transportar y almacenar que otras. También confiaban en que fuese más atractiva para los escépticos a la de AstraZeneca, que enfrentó problemas en Europa.
Países como Zimbabue, República Centroafricana y Kiribati esperaban recibir en marzo las dosis de Novavax a través de Covax.
Antes de la pandemia, Novavax era una pequeña farmacéutica estadounidense que nunca había comercializado una vacuna. Su fórmula ha resultado ser altamente eficaz, pero tiene una gran dependencia de otras empresas para su fabricación.
La compañía, con problemas para aumentar la producción, ha retrasado también las entregas a otros países, incluyendo algunos en la UE. Y a Covax debe destinar de mil millones de dosis.
En un comunicado, la farmacéutica de Gaithersburg, Maryland, reconoció que todavía no había compartido ninguna dosis con la alianza para la vacunación Gavi, que encabeza los esfuerzos de Covax, pero apuntó que está lista para hacerlo.
“Seguimos trabajando con Gavi para alcanzar nuestro objetivo compartido de garantizar el acceso global a nuestra vacuna basada en proteínas donde más se necesita”, afirmó Novavax.
Gavi sugirió que la demora se debe en parte a que la fórmula no recibió el visto bueno de la OMS hasta diciembre, y dijo que tiene previsto distribuirla en el futuro y está “en contacto estrecho con el fabricante y espera que el suministro esté libre para su distribución cuando los países lo necesiten”.
A los funcionarios de salud les preocupa también que haya desaparecido la urgencia de vacunar a la población contra la COVID-19, en especial mientras muchos países retiran sus medidas de salud pública y la atención mundial se centra en otros asuntos.
“Las naciones ricas han dejado a un lado la COVID y todo el mundo está obsesionado con la guerra en Ucrania, pero la COVID-19 sigue suponiendo una grave crisis para la mayoría de la población mundial”, dijo Ritu Sharma, vicepresidenta de la organización benéfica CARE.
Covax sigue sufriendo una escasez de vacunas desesperante y, con base en el ritmo actual de vacunación, el mundo está aún a “años y años” de inmunizar a un porcentaje de población suficiente para frenar nuevas olas de la pandemia, agregó.
Otros expertos apuntaron que corresponde a las agencias de salud pública garantizar que sus inversiones en vacunas beneficien a los países pobres, así como ser más transparente sobre los fallos.
“Sea cual sea la explicación, no es satisfactoria”, afirmó Brook Baker, experto en acceso a medicamentos de la Universidad de Northeastern. “La conclusión es que en los países pobres sigue habiendo mucha gente sin vacunar y que, una vez más, están los últimos en la fila”.