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Ernesto Hernández Norzagaray

24/02/2024 - 12:02 am

La deslealtad se paga con humillación

“Y sin duda, Zaldívar, desentonó, y mucho, en un momento que se exige unidad en torno al presidente, lo que resulta intolerable para alguien que se ve muy pronto administrando un neomaximato posmoderno”.

Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), informó este martes que presentó su renuncia al cargo.
Y fue así, desde esa irrelevancia cargada de frustración, habría presentado su renuncia para evitarse probablemente la molestia de hacer más visible su subordinación”. Foto: Galo Cañas, Cuartoscuro

“Los jueces, dice el presidente López Obrador, ordenan que se libere a un delincuente en horas, no 72 horas, en 24 horas, y un sábado y tenemos que andar pendientes para ver si no tiene otras órdenes de aprehensión, en algunos casos sí y ya no salen. Pero cuando se daban estos hechos y estaba Zaldívar, se hablaba con él y él podía, respetuoso de las autonomías de los jueces, pero pensando en el interés general, pensando en la justicia, en proteger a los ciudadanos ante el crimen, hablaba con el juez y le decía ‘cuidado con esto’”. 

Y el residente de Palacio Nacional remata duro: “Él (Zaldívar) ayudaba. Llega la señora (Norma) Piña y dice: ‘los jueces son autónomos’, o sea, licencia para robar, o sea, hagan lo que quieran, porque así tiene fuerza al interior del Poder Judicial. O sea, es una relación de componendas y de complicidades, como si se tratara de una mafia”. 

Estas expresiones del presidente dichas un día después de la liberación de Emilio Lozoya con medidas cautelares han provocado una sacudida mediática que ha pasado a un segundo plano gracias al reportaje de New York Times sobre contribuciones económicas que habrían hecho los cárteles del crimen organizado a la candidatura presidencial de López Obrador en 2018 a través de “aliados” y gente cercana, incluso hijos, ha sido insuficiente para evitar que distintas personalidades del mundo de las leyes e instituciones gremiales se pronuncien ipso facto en esta clara intervención de parte del Ejecutivo en los asuntos específicos del Poder Judicial. 

La reacción de Arturo Zaldívar no se hizo esperar con un galimatías durante el programa matutino de Ciro Gómez Leyva donde el exministro actúo como Rubén Aguilar, cuando siendo vocero de Vicente Fox, corregía los yerros y dislates de su jefe, mediante la trillada expresión: “en realidad lo que quiso decir el presidente Fox fue tal cosa” y es que este a bote pronto afirmó al aire en tono de reproche, molesto: “Nunca hablé o he hablado con ningún juez, jueza, magistrado o magistrada para proponerle, sugerirle, insinuarle y mucho menos instruirles un determinado caso. Lo que sí hicimos fue procesar las quejas, pero sí defendimos el Poder Judicial”. 

Hay quienes afirman que estás revelaciones en Palacio Nacional exhiben a Arturo Zaldívar como un presidente de la Suprema Corte servil que estaba al servicio del presidente López Obrador y lo dicho por el presidente viola una serie de leyes vinculadas a la separación de poderes, pero, eso ya lo decidirán los ministros de la Corte si hay materia para juzgar y sancionar a su hasta hace poco compañero de toga. Ahora bien, nos interesa explorar porque el presidente ha dicho, lo que ha dicho, considerando que hay indicios notorios de que aquella lealtad en la Corte devino en una separación anticipada de la misma para incorporarse a la campaña presidencial de Claudia Sheinbaum sin siquiera haber manifestado la causa grave prevista en la Constitución. 

Existe la interpretación de que el balconeo del presidente se debe a que recientemente el exministro señaló que no estaba de acuerdo con que los jueces, magistrados y ministros sean sometidos a la tiranía de las urnas y eso, leyendo los dichos del presidente, significa un acto de deslealtad e imprudencia, cuando se busca que todos los cuatroteístas toquen la misma tonada de Palacio Nacional.  

Y sin duda, Zaldívar, desentonó, y mucho, en un momento que se exige unidad en torno al presidente, lo que resulta intolerable para alguien que se ve muy pronto administrando un neomaximato posmoderno. 

También, en la misma lógica, se dice que es un mensaje para Claudia Sheinbaum, que no debe permitir este tipo de expresiones disidentes dentro de la campaña que afecta el proyecto político del “movimiento” y es que la candidata presidencial, que sigue a pie juntillas los dichos del presidente López Obrador, debe entender que este mientras siga siendo el jefe del movimiento no admitirá deslealtades lo que signifique esto en su imaginario y eso, podría, llevar, a tomar distancia con las posturas desentonantes del exministro.  

Los efectos de las expresiones de López Obrador lo estamos viendo a nivel mediático con las críticas duras procedentes de la propia Corte, el Consejo de la Judicatura federal y la Barra de Abogados, sin embargo, lo que signifique en términos políticos lo veremos más adelante y por lo pronto, es un estate-quieto, una primera llamada, un foco rojo en el equipo de la candidata obradorista.  

Y es que en el hipotético caso de ganar Claudia Sheinbaum hasta antes de ese desaguisado se ha especulado que el exministro era el candidato idóneo para ocupar el cargo de fiscal general de la República (FGR).  

No para que haga la reforma del Poder Judicial y por eso lo apoyo el presidente para que se reeligiera como presidente de la Corte, sino para seguir haciendo lo mismo desde la Fiscalía.  

Afortunadamente, Zaldívar no contó con los votos suficientes y, fue así, como llegó Norma Piña a ocupar el máximo cargo en la Suprema Corte de Justicia y Zaldívar, se fue haciendo cada día más irrelevante, al lado de las ministras cuestionadas Jazmín Esquivel y Loretta Ortiz y, como el mismo lo manifestó en su despedida, ya no tenía mucho que aportar y había que buscar nuevos aires. 

Y fue así, desde esa irrelevancia cargada de frustración, habría presentado su renuncia para evitarse probablemente la molestia de hacer más visible su subordinación. Votando una y otra vez del lado del bloque de ministras del presidente que provocan frecuentemente pena ajena con sus posturas claramente oficialistas y alejadas de la Constitución y, a la que se suma, la militante Lenia Batres, por obra y gracia del dedo del presidente. 

En definitiva, la declaración de parte del presidente López Obrador, no sólo tizna la trayectoria en el servicio público de Arturo Zaldívar que tanto había cuidado, incluso, su posición sobre el voto popular para elegir a jueces, magistrados y ministros era parte de ese traje impoluto. Que él se había hecho a la medida y hoy busca, dando un triste espectáculo, sacudirse con el galimatías de “el presidente no quiso decir eso, sino todo lo contrario”. Por favor, no estamos, ¿o si estamos?, bajo el techo ideológico del gobierno de Luis Echeverría. Al tiempo. 

Ernesto Hernández Norzagaray
Doctor en Ciencia Política y Sociología por la Universidad Complutense de Madrid. Profesor-Investigador de la Universidad Autónoma de Sinaloa. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores, Nivel I. Ex Presidente del Consejo Directivo de la Sociedad Mexicana de Estudios Electorales A. C., ex miembro del Consejo Directivo de la Asociación Latinoamericana de Ciencia Política y del Consejo Directivo de la Asociación Mexicana de Ciencia Política A.C. Colaborador del diario Noroeste, Riodoce, 15Diario, Datamex. Ha recibido premios de periodismo y autor de múltiples artículos y varios libros sobre temas político electorales.

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