Ciudad de México, 24 de febrero (SinEmbargo).- Escupitajos, cáscaras de plátano, gritos y groserías. Algunos creerían que esas muestras de odio, en pleno Siglo XXI, son cosa del pasado. Pero no es así. Algunos deportistas todavía sufren agresiones por su color de piel.
México –de acuerdo con varios futbolistas, aficionados y directivos de la propia Federación del balompié– podría considerarse un “santuario” en donde estas expresiones son pocas.
Otros creen que es un mal “invisible”. Sobre todo para quienes prefieren voltear la mirada al tema. El racismo se compara con la violencia en las barras, que fueron copiadas de Sudamérica para darle “color” a los partidos: se le fue ignorando hasta que creció a niveles alarmantes.
La Federación y clubes fueron permisivos con estas expresiones para agregar sabor a las gradas aztecas y ahora son sinónimo de violencia o peligro para las familias que se siguen animando a ir al estadio.
Fernando Segura, doctor en sociología en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París y docente en el CIDE, ha analizado la violencia en estadios de futbol.
El detalle que conoce Segura Trejo (quien vivió cerca de 20 años en Argentina) es que los cánticos ya están cargados de racismo en varios clubes como River Plate, donde sus seguidores cantaban “hay que saltar, hay que saltar, el que no salta es de Bolivia y Paraguay”, situación que ya había sufrido el club millonario en la segunda división, cuando fue multado porque sus fanáticos gritaban:
“Son de la mitad más uno, son de Bolivia y Paraguay. Yo a veces me pregunto, ché negro sucio, si te bañás”.
Es por esto que se ha tomado la decisión de detener partidos y amenazar con su suspensión hasta que cesen dichos gritos, como se dio en el primer River y Boca del 2013, en que el árbitro detuvo las acciones en un par ocasiones.
“En Argentina se está dando trabajos por los derechos de género, la lucha contra discriminación en la sociedad misma y que está permeando en el futbol. Tienes que trabajar una campaña de conciencia, en Argentina lo están trabajando así el tema de parar los partidos (al escuchar cánticos racistas), donde los locutores de televisión van transmitiendo un mensaje, los jugadores salen con pancartas, camisetas, banderas de no al racismo, es una campaña que poco a poco va permeando en la sociedad”, dice Segura.
Con agresiones verbales que se han vuelto “normal” en el juego por su reiteración, como el grito que retumba en prácticamente todos los asientos de todas las plazas aztecas tras cada despeje del portero visitante, la violencia verbal se ha inmiscuido en el folklor del futbol, y mientras no haya acción para detenerla la lógica indica que irá aumentando, posiblemente llegando a índices como en Argentina, a quienes los aficionados mexicanos ya han copiado el estilo de las barras y sus cánticos.
De acuerdo con la Real Academia Española, el racismo es la práctica de exacerbar o intensificar el sentido racial de un grupo relativo a una nación, raza o etnia, especialmente cuando convive con otro u otros, significado que debe ser repasado por aquellos que argumenten que esto no se da en canchas aztecas.
No obstante reconoció que esto requiere un trabajo sostenido, pues no es algo que se pueda imponer aun cuando confederaciones como la UEFA está haciendo lo propio, llegando a los extremos de controlar las emociones de los asistentes para evitar sobresaltos.
“Hay una campaña nueva que acaba de salir de la UEFA que la van a medir en estos años, que no únicamente tiene que ver con la lucha contra el racismo y la discriminación, que lo celebro que exista, sino de control de emociones, se llama así control your emotions, que incide sobretodo en la realización de la Eurocopa, a que los aficionados adopten controles personales de regulación de emociones”, indica.
Sin embargo, todo esto parece pasar desapercibido por la Federación Mexicana de Futbol, pues cuando distintos sectores del grupo de aficionados a Pumas emitían sonidos de simios cada vez que tocaban el balón Darío Burbano y Eisner Loboa (el pasado octubre), su titular Decio de María indicó que “mucho se ha dicho y poco se ha investigado en el tema, hubo tres o cuatro gentes que en su momento fueron desalojadas del estadio, se actuó”, publicó.
Si bien el reglamento de la Federación Mexicana de Futbol precisa que un jugador que incurre en conducta discriminatoria es sujeto a un castigo de suspensión por hasta cinco partidos y multa que puede llegar a 400 mil pesos, a quien pague su boleto solo hay el castigo de sacarlo del estadio.
“Claro que existe un reglamento, pero más allá de que a ustedes (prensa) les gustaría sancionar a todo mundo, el problema es que para sancionar hay que tener claros los orígenes (de los insultos). Ese tipo de situaciones son cosas separadas y esporádicas”, minimizó el presidente de la FMF, que dijo estarán atentos para que no se vuelva a repetir esto, sin aclarar la manera en que la harían.
Hasta la propia Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) emitió un comunicado, en el que señaló: “El Club Universidad Nacional, A.C., informa que, ante las expresiones discriminatorias surgidas en un sector de la tribuna durante el encuentro de ayer miércoles entre León y Pumas, refrenda su rechazo institucional a cualquier expresión y manifestación que atente contra los valores universales y que de cualquier forma afecte el respeto a los derechos humanos, entre los cuales resalta el trato igualitario y respetuoso a todos los individuos”.
En el futbol mexicano fue el jugador panameño Felipe Baloy, quien en un partido entre Monterrey y Santos (Apertura 2006), el entonces jugador de Rayados fue recibido con algunos gritos de “chango come plátano”, así como sonidos de animales cada vez que tocaba el balón, situación que no supo si puntualizar como racista.
El mismo panameño apuntó que recibió insultos racistas de Marco “Pikolín” Palacios y Darío Verón, tras los cuales comentó que si no se hizo nada en su caso, con el árbitro frente a él, menos se iba a hacer cuando le pasó a su compañero Darwin Quintero, volante del Santos que en abril del 2011 acusó a Rogelio Chávez de hacer lo mismo; la FMF señaló que hubo una investigación al respecto, pero la falta de micrófonos y cámaras en toda la cancha hizo que no hubiera poder humano que sentenciara si tenía la razón, y por ende continuó el camino de no sancionar a cualquiera de los involucrados en las polémicas raciales.
Es por esto que el delantero Thierry Henry ha propuesto que se sancione directamente a los equipos en donde les duele, los puntos, ya que este problema no respeta calidad individual o nación. “Tal vez se le pueda sacar puntos. No es que esté sucediendo con más frecuencia, sino que los jugadores están reaccionando”, manifestó.
La lucha de Henry contra el racismo data al menos públicamente desde 2004, cuando protagonizó una campaña de conciencia junto a futbolistas de la época como Carles Puyol, Ronaldinho, Roberto Carlos, Adriano, Rio Ferdinand, y Claude Makelele entre otros.
Aunque también hay otras formas de acabar de tajo con este problema, y la prueba la puso el mismo equipo que el pasado miércoles dio una lección de táctica al Barcelona por 2-0, pero que el 3 de enero le mostró al mundo (FIFA incluido) una alternativa para detener el racismo en las canchas.
Si bien fue en un choque amistoso, los rossoneros sentaron un precedente al retirarse del partido porque aficionados del club de cuarta división, Pro Patria, insultaron con palabras racistas al francés MBaye Niang, al holandés Urby Emanuelson y al ghanés Kevin Prince Boateng, desatando la furia de este último al minuto 26 del partido.
El acontecimiento sucedió en Busto Arsizio (Italia), donde el club respaldó incentiva de sus futbolistas, argumentando: “el fútbol italiano aísle definitivamente la presencia de pequeños, pequeños que infestan nuestros estadios”, secundado por su estratega Massimo Allegri, que agregó: “tenemos que acabar con estos gestos no civilizados”.
CASOS DE RACISMO EN EL FUTBOL
El futbolista Michel Morganella fue expulsado de los pasados Juegos Olímpicos, tras publicar en Twitter un comentario racista sobre la selección de Corea del Sur. Los dirigentes suizos señalaron que el jugador violó y discriminó la dignidad el equipo asiático.
El uruguayo Luis Suárez fue suspendido 8 partidos de cualquier competición inglesa tras reiteradamente hacer comentarios racistas al francés Patrice Evra.
John Terry fue acusado de insultos racistas que hizo contra el jugador del Queens Park Rangers, Anton Ferdinand. Esto le costó una suspensión de 4 juegos, y el gafete de capitán con Inglaterra (sin conocimiento del técnico Fabio Capello, quien renunció al seleccionado).
Fredy Rincón fue víctima de insultos raciales de parte de aficionados radicales del Real Madrid que nunca lo aceptaron como jugador “merengue”, situación similar a la que atravesó Hugo Sánchez en el mismo conjunto, donde lo apodaron indio.
Gavin Kirkham, aficionado del futbol en Inglaterra le fue prohibido el ingreso a Stamford Bridge (cancha del Chelsea) y fue arrestado tras ser captado por las cámaras haciendo gestos de simios hacia jugadores del Manchester United.
La FIFA dispuso que Hungría y Bulgaria jueguen partidos por las eliminatorias de la Copa Mundial en estadios vacíos como castigo por los insultos antisemitas de sus aficionados.