El pasado 20 de febrero, el presidente Felipe Calderón Hinojosa y la secretaria de Estado de EU, Hillary Clinton, firmaron un acuerdo que sienta las bases para que petroleras estadounidenses y Petróleos Mexicanos (Pemex) exploren las posibles reservas de crudo que pudieran existir en yacimientos transfronterizos en el Golfo de México. Dicho acuerdo, negociado en 2011 y el primero sobre el tema que firman ambos países en más de una década, levantará la moratoria para la explorar y producir crudo en esa zona y establece los parámetros legales para el aprovechamiento de ambos países de los recursos que se puedan encontrar.
Sin embargo, en México existen “barreras políticas” para al aprobación de este tratado y, además, en el largo plazo hay “dudas” sobre la viabilidad de Pemex, pues la falta de desarrollo tecnológico de la empresa, los problemas legales para asociarse con extranjeros planteados en la Constitución mexicana, la “persistente corrupción” y su “falta de transparencia” plantean desafíos directos para gobierno mexicano, cuyo presupuesto depende en gran medida de los ingresos petroleros, plantea la firma de análisis geopolítico Stratfor.
“Probablemente, Pemex tendrá que proporcionar un financiamiento sustancial si trata de utilizar este acuerdo para desarrollar su tecnología de perforación mar adentro. A pesar de que las próximas elecciones pueden colocar a un gobierno de un partido distinto al actual, los desafíos que subyacen al desarrollo de Pemex se mantendrán”, destaca la empresa con sede en Austin, Texas.
Una serie de grandes compañías internacionales son ya expertas en la exploración y explotación de hidrocarburos en aguas profundas y ultra profundas en el mar, pero Pemex carece de todas estas capacidades, destaca este buró de investigación.
Pemex, insiste, está muy detrás de los avances mundiales en perforación mar adentro. Por ejemplo, dice el análisis, su principal yacimiento de petróleo, Cantarell, está en alta mar, pero en aguas relativamente poco profundas, y sólo ha realizado operaciones de este tipo en un puñado de pozos exploratorios. Por ello, considera, para explotar la brecha occidental y otras regiones más profundas de frontera sin asistencia, México primero tendría que desarrollar la tecnología y las capacidades para perforar en las profundidades marinas.
“Sin embargo, en los términos del reciente acuerdo, México y Estados Unidos pueden explorar y producir en el área fijada en alta mar de manera independiente o en colaboración. Esto podría dar a Pemex una experiencia práctica fundamental bajo la dirección de empresas más avanzadas. Pero hay grandes obstáculos. La exploración y producción mar adentro es costosa y no garantiza obtener resultados positivos. Por ello y debido a los altos riesgos financieros, las grandes compañías petroleras con tecnología de perforación avanzada exigen una participación en el petróleo que están tratando de explotar.
“Al respecto, la Constitución mexicana prohíbe estrictamente que los extranjeros tengan la propiedad de los recursos minerales. En el marco jurídico actual, cualquier empresa que invierta en exploración y producción en México debe hacerlo bajo los auspicios de un contrato basado en honorarios; es decir, la empresa no tiene la propiedad real del petróleo. Esto reduce los posibles activos a disposición de las compañías que exploran y también su incentivo para tomar riesgos en los depósitos tecnológicamente exigentes. Hasta la fecha, esta disposición ha obstaculizado los esfuerzos de México para explorar el Golfo de México. Ni siquiera un acuerdo bilateral con Estados Unidos puede excluir totalmente las disputas legales sobre la naturaleza poco clara de la propiedad del petróleo en depósitos situados a lo largo de la frontera marítima”, afirma Stratfor.
Hay algo más que los desafíos legales en las asociaciones con Pemex.
En primer lugar, exponen los analistas de Stratfor, cualquier empresa que se asociara con Pemex para explorar y producir en aguas profundas tendría que llevar la mayor parte de los conocimientos tecnológicos. Y, en segundo lugar, “Pemex está plagada de una persistente corrupción y una falta de transparencia financiera y operativa”, lo que tampoco agrada a los corporativos internacionales.