En Morelia se encuentra el Templo y el ex Convento de San Agustín, una construcción que del año 1550 que cuenta con influencias góticas. Actualmente, además de ser un sitio histórico y de riqueza arquitectónica, también guarda entre sus paredes la leyenda de la Mano Negra la cual que se ha mantenido viva por generaciones.
Ciudad de México, 24 de enero (SinEmbargo).- México es un país con una gran riqueza cultural y las leyendas forman parte de esta. Una de ellas es la leyenda de la Mano Negra que se ha mantenido viva por generaciones, el relato está relacionado con el Templo y el ex Convento de San Agustín, en Morelia, Michoacán, un recinto que data del año 1550 construido con influencias góticas, en su interior cuenta con una gran cantidad de obras de arte y reliquias.
La leyenda cuenta que el padre Marocho, era un sacerdote reconocido por la comunidad debido a sus virtudes personales y habilidades en la pintura, él se encontraba de visita en el Convento de San Agustín. Una noche el sacerdote se encontraba leyendo en su habitación, lo hacía bajo la luz de una vela. En un punto de la madrugada, escuchó un sonido extraño a lado suyo, al girar la cabeza, vio unas manos negras, cuyos brazos se perdían en la penumbra, una de ellas apagó su veladora; el sacerdote lejos de alterarse habló con aquel ser que lo distrajo de su lectura y le dijo “ahora para evitar travesuras peores, con una mano me tiene usted en alto la vela para seguir leyendo y con la otra me hace sombra a guisa de velador, a fin de que no me lastime la luz”.
Las manos obedecieron las indicaciones del padre Marocho, y una de ellas tomó la vela y la otra le hizo sombra para que la luz no le afectara, así continuaron hasta que el sol salió, al ya no ser necesaria la luz de la vela el sacerdote pidió a las manos: “Apague usted la vela y retírese. Si necesito de nuevo sus servicios, yo le llamaré”; y al igual que la primera vez, las manos acataron la orden y desaparecieron.
El padre se quedó aún varios días más en el Convento de San Agustín, y estableció mayor comunicación con las manos; por las noches le ayudaban a leer y por las tardes le pasaban pinceles para pintar cuadros con los increíbles paisajes de la ciudad de Morelia.
Una noche antes de que el sacerdote partiera del convento, vio nuevamente a la misteriosa mano negra, ésta le señalaba insistentemente una parte específica de su celda. El padre, aunque estaba extrañado por este hecho, no se sintió tentado por ver lo que quería darle aquella mano, pues no ambicionaba riquezas ni tesoros, así que hizo caso omiso de esto, durmió y al día siguiente salió hacia su lugar de origen. Sin embargo, registró este hecho en documentos del Convento de San Agustín.
Muchos años después un novicio de la orden de San Agustín leyó esta historia en papeles antiguos del convento, al mirar con cuidado se dio cuenta de que era la misma celda en la que él dormía, así que fue a su habitación, buscó en el lugar que la mano negra había señalado y ahí encontró un gran tesoro.
Actualmente el Templo de San Agustín sigue en funciones y se ubica en García Obeso #162, en el Centro Histórico de Morelia. Sin duda este es uno de los lugares idóneos para conocer más sobre la historia de Morelia, además su Pinacoteca es todo un deleite visual para sus visitantes, ésta se encuentra dentro de una capilla lateral, y cuenta con oleos de personajes ilustres de la época de la Nueva España pintados por Javier Tapia.