La mayor consecuencia del cierre sobre la economía posiblemente sea la contracción del gasto federal. Sin embargo, el gasto de los consumidores, que es crucial para el crecimiento, es otro factor importante.
WASHINGTON, 24 de enero, (AP) — En esta época del año, John Sprinkle y su esposa estarían planeando sus vacaciones de verano, pero no este año. Sprinkle, un empleado federal cesado sin goce de sueldo, posiblemente no reciba su salario por segunda vez desde que el cierre parcial del Gobierno comenzó antes de Navidad.
Sin que se vislumbre un pronto fin a la parálisis gubernamental más larga en la historia de Estados Unidos, Sprinkle y su familia han decidido cancelar numerosos gastos.
“Pensábamos hacernos de una nueva computadora pero no será así”, agregó. “No estamos saliendo a comer como lo hacíamos normalmente. Tampoco vamos a eventos como solíamos”.
Si se multiplica esa posición por 800 mil empleados federales en todo el país y los cientos de miles de contratistas del gobierno que no han recibido sus salarios, el cierre de Gobierno se cierne como un peligro cada vez mayor para la economía en general.
La mayor consecuencia del cierre sobre la economía posiblemente sea la contracción del gasto federal. Sin embargo, el gasto de los consumidores, que es crucial para el crecimiento, es otro factor importante.
Cuando los empleados del Gobierno gastan menos, las tiendas y restaurantes de los que son clientes tienen problemas. Sucede de igual manera con los arrendadores y prestamistas que tienen algún vínculo de negocios con los empleados federales. Aunque el gasto y el crecimiento se recuperarán cuando el Gobierno reanude sus labores, los ingresos por la mayor parte de las comidas que los restaurantes no sirvieron y las estancias de hotel canceladas jamás se recuperarán.
“Los acreedores y los proveedores afectados por el cierre tendrán menos paciencia si continúa extendiéndose”, dijo Ian Shepherdson, economista en jefe de Pantheon Macroeconomics, en un texto de investigación. “El cierre del gobierno está perjudicando a personas y empresas, y el dolor se intensificará”.
Si el cierre se alarga hasta marzo, la tasa de crecimiento económico anual podría caer a cero en el primer trimestre del año. Incluso si el Gobierno reanuda actividades a finales de mes, el ritmo anual de crecimiento podría alcanzar 1.6 por ciento, apenas la mitad que en el trimestre anterior, dijo Sal Guatieri, economista de BMO Capital Markets.
Kevin Hassett, economista de alto rango de la Casa Blanca, reconoció en entrevista con la cadena CNN que el crecimiento podría ser de cero en el primer trimestre, aunque insinuó que le seguiría un “gigantesco” repunte. Sin embargo, economistas independientes dudan que el nivel de la recuperación sea suficiente para compensar el daño inicial. La economía ya está aquejada por una desaceleración en el crecimiento global, tensiones comerciales y mayores tasas de interés, lo cual contribuyó a un desplome en la venta de viviendas el mes pasado.
Bernard Baumohl, economista en jefe del Economic Outlook Group, dejó entrever que una vez que el gobierno reanude labores, muchos hogares se enfocarán en pagar sus tarjetas de crédito y restaurar los ahorros perdidos, tendencias que desacelerarían la recuperación.
Por ahora hay indicios de que el cierre está desacelerando las ventas minoristas. De acuerdo con una medición, las ventas semanales de las cadenas de tiendas se contrajeron 1.3 por ciento la semana pasada, su segundo retroceso consecutivo. El clima frío tal vez contribuyó a esa baja, dijo Michael Niemira, economista en jefe de la firma consultora Retail Economist, aunque es posible que la parálisis del gobierno también haya contribuido.
Es difícil determinar la magnitud de la reducción del gasto de los consumidores debido al cierre porque el Departamento de Comercio, que compila e informa de esas estadísticas, se encuentra cerrado.
Sin embargo, la evidencia anecdótica deja entrever una propagación de la tendencia. Incluso los empleados federales con finanzas sólidas han decidido restringir sus gastos.