La crisis de personal ha llegado también al transporte. Cientos de trenes han sido cancelados en los últimos días, cuando grandes cantidades de personas se desplazan durante el periodo festivo para reunirse con sus familias.
Por Guillermo Ximenis
Londres, 23 de diciembre (EFE).- La oleada de bajas por enfermedad en el Reino Unido, donde esta semana se han superado los 100 mil contagios diarios de coronavirus, amenaza servicios básicos como la sanidad y el transporte, especialmente en Londres, epicentro de la expansión de la variante Ómicron.
Más de 18 mil empleados del sistema público de salud en Inglaterra estaban de baja por motivos relacionados con la COVID-19 el pasado día 19, según los últimos datos oficiales, un 54 por ciento más respecto a una semana antes.
“El NHS (sanidad pública) está en modo de guerra. La plantilla está luchando contra la ómicron, inyectando cientos de miles de dosis de refuerzo de la vacuna cada día, tratando a miles de pacientes covid graves y atendiendo urgencias de otras dolencias. Todo eso, mientras vemos un preocupante y cada vez mayor absentismo por el coronaviurs”, afirmó el director médico de la sanidad inglesa, Stephen Powis.
La crisis de personal ha llegado también al transporte. Cientos de trenes han sido cancelados en los últimos días, cuando grandes cantidades de personas se desplazan durante el periodo festivo para reunirse con sus familias.
Uno de cada veinte servicios ferroviarios en la red británica fue cancelado en los siete días previos al lunes, según datos de la patronal The Rail Delivery Group, que estima que el 8.7 por ciento de los empleados del sector estuvieron de baja en ese periodo.
ALERTA EN LONDRES
La capital británica es por ahora el epicentro de la epidemia de ómicron en el Reino Unido. En los últimos siete días se han disparado casi un 50 por ciento las hospitalizaciones por coronavirus en la ciudad y es la zona con más porcentaje de bajas laborales.
Cerca del 14 por ciento de los médicos y el 12 por ciento del personal de ambulancias no pueden acudir a sus puestos, ya sea porque están infectados con coronavirus o bien porque deben aislarse tras haber estado en contacto cercano con un contagiado.
Mantener la movilidad en la capital es otro de los retos que presenta la oleada de ómicron. El ayuntamiento de Londres ha decidido cerrar hasta enero una línea completa del metro, la Waterloo and City, y emplear a sus conductores para mantener abierta la línea Central, una de las principales arterias de comunicación de la ciudad.
Cerca de 500 empleados del suburbano londinense, sin contar al personal de oficina, están actualmente de baja.
SECTOR CULTURAL CERRADO
Más allá de los servicios básicos, el mismo problema está afectando a otros sectores, en particular a la cultura.
El Museo de Historia Natural de Londres se ha visto obligado a cerrar sus puertas durante el periodo festivo por falta de personal, a pesar de que es uno de los momentos del año en el que más visitantes recibe.
También han cerrado la Wellcome Collection y el Museo Nacional de la Armada, entre otros, mientras que el Museo Británico ha advertido de que contempla clausurar temporalmente algunas de sus colecciones en los próximos días si no mejora la situación.
En el West End, cuna europea de los musicales, cerca de la mitad de los grandes teatros cancelaron sus funciones el pasado fin de semana debido a contagios entre actores y empleados de las compañías.
GOLPE A LA HOSTELERÍA
Hace unas pocas semanas, los restaurantes y bares británicos acumulaban reservas para unas celebraciones navideñas en las que anticipaban que recuperarían parte de las pérdidas de los últimos meses de pandemia.
La llegada de la ómicron supone un nuevo golpe para el sector. El Gobierno británico no ha impuesto restricción alguna en la hostelería, que no tiene limites horarios especiales ni debe establecer aforos reducidos o distancias entre clientes. Sin embargo, la cautela de la población ha provocado una catarata de cancelaciones.
A ese escenario se suma asimismo el problema de las bajas laborales, que afecta también a las plantillas de la hostelería y ha obligado a cerrar sus puertas a numerosos pubs y restaurantes.