A 18 años de la matanza de Acteal, el Obispo Raúl Vera considera que ésta y la guerra contra el narcotráfico, iniciada por Felipe Calderón Hinojosa, tienen la misma finalidad de “amedrentar al pueblo”.
Por Roxana Romero
Ciudad de México 23 de diciembre (SinEmbargo/Vanguardia).- El Obispo de Saltillo, Raúl Vera López, quien estuvo de cerca durante la masacre de Acteal, en Chiapas, revivió los momentos en que se llevó a cabo “La Guerra de Baja Intensidad”, como él la nombra, organizada por el Ejército Mexicano bajo las órdenes del Gobierno federal y que, asegura, no era necesariamente contra el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), sino contra el pueblo, para amedrentarlo.
Vera López señaló que “La Guerra de Baja Intensidad” es una estrategia desarrollada por el Pentágono de Estados Unidos y que, finalmente, aplicada en varios municipios de Chiapas, se convirtió en un “crimen de Estado”.
“La matanza de Acteal no solamente fueron los 45 indígenas tzotziles –nueve hombres, 21 mujeres y 15 niños–; fueron más de 150, porque esa ‘guerra de baja intensidad’ comenzó desde 1995 y hubo ataques en otros municipios. Y todavía falta contar a los desaparecidos”, puntualizó Vera López.
Dijo que el caso de Ayotzinapa también es un “crimen de Estado” y que la “guerra contra el narco”, que inició el ex Presidente Felipe Calderón Hinojosa y que continúa con el Gobierno de Enrique Peña Nieto, tiene la misma finalidad que la matanza de Acteal: “No es para combatir al crimen organizado, es para amedrentar a la gente, para que la gente tenga miedo”.
La finalidad de esos ataques era controlar a la población, los ataques paramilitares iban dirigidos contra la población civil”.
LA GUERRA EN ACTEAL
Antes de que surgieran los grupos de paramilitares en Chiapas, el Gobierno había firmado un diálogo por la paz –1994– con los indígenas miembros del EZLN.
Aunque para entonces, los zapatistas todavía mantenían ese diálogo de paz, aseguró Vera López, el Gobierno lo interrumpió a través de los indígenas que “reclutaron” para los grupos paramilitares.
Fue para el año de 1995, comentó Vera, cuando el Gobierno empezó lo que se llamaba una “guerra de baja intensidad”, una “guerra simulada”.
“Yo sé esto porque yo fui parte desde el 10 de enero de 1994 de la Comisión de los obispos para coadyuvar a la paz en Chiapas. Yo todavía no era obispo y le iba dando seguimiento y estaba dentro del proceso para la paz y la reconciliación en Chiapas, a través de una comisión de la que yo formaba parte y que presidía el mismo presidente de la Conferencia Episcopal”, comentó.
Para el 14 de agosto de 1995, Vera fue nombrado como Obispo coadjutor y el 4 de octubre del mismo año llegó a San Cristóbal de las Casas. Él ya estaba en contexto de la situación que se vivía en ese momento, pues la Diócesis de San Cristóbal, a través de su obispo Samuel Ruiz García.
Acteal no se entiende, dijo, sin un contexto de una prevaricación del Gobierno a lo que ofreció. Para la paz tenía que llegar a haber una Ley Indígena y unas condiciones de justicia y democracia en México, que permitieran el ingreso de los habitantes de los pueblos originarios de México a la vida del País con un reconocimiento a su cultura, sus usos y costumbres, y así garantizarles en los distritos la distinta división distrital para las representaciones ante el Congreso y garantizar su presencia en éste.
GUERRA CONTRA LA SOCIEDAD
Raúl Vera aseguró que la llamada “Guerra contra el narcotráfico”, que inició Felipe Calderón, es una estrategia como la de Acteal, en la que la finalidad es “amedrentar al pueblo”.
“Por eso, ¡abusados! Entre toda la impunidad que vemos con la que actúan los mismos del crimen organizado, ya estamos identificando que la misma acción de los militares en las calles persiguiendo a los del grupo organizado”.
Todo el régimen de Calderón y la impunidad en la que dejan actuar a los grupos, incluso control de territorio que tienen algunos, es exactamente la misma estrategia que usaba el Ejército en Chiapas”, reveló.
“Somos nosotros los que somos controlados, por eso no se busca a los desaparecidos”, destacó.
LOS PARAMILITARES
La historia de los paramilitares en Chiapas empezó con un proceso de expulsión de los sacerdotes. A los extranjeros los expulsaron del país para que no hubiera testigos, mientras que a los mexicanos les pusieron órdenes de aprehensión con falsas acusaciones.
Entonces comenzó a aparecer la paramilitarización en 1995, cuando el Gobierno empezó a reclutar indígenas jóvenes y les ofrecieron un buen salario, les dieron una identidad, les pusieron una vestimenta negra y les dieron armas que sólo el ejército usaba. Les enseñaban a utilizarlas.
Los grupos paramilitares comenzaron a actuar, especialmente, en la zona norte de Chiapas. El grupo Paz y Justicia era el más conocido en la región; en Bachajón estaba otro grupo paramilitar llamado “Los Chinchulines”.
“A éste me enfrenté yo [los Chinchulines] me quisieron quemar la camioneta una vez con cinco personas a bordo”, rememoró el Obispo de Saltillo.
Atacaron en el Municipio de Tila, Palenque, Tonalá y el municipio de Salto de Agua, después en el municipio de Chilón.
La estrategia de reclutar a los indígenas jóvenes, indicó Vera, era con la finalidad de “justificar” que el caso Acteal era para ir contra insurgentes.
En 1997, desde la Comisión de los obispos a la que Vera pertenecía, identificaron un acrecentamiento de las acciones de los paramilitares que denotaban que tomarían lo que los sacerdotes identificaron como “mayor crueldad”.
“El Ejército llegaba y comenzaba a hacer disparos al aire, la gente empezó a entender que al día siguiente, después de que el Ejército iba a amedrentarlos disparando, era que los paramilitares iban a atacar”, señaló.
ATAQUE A VERA Y AL OBISPO SAMUEL
El 4 de noviembre de 199, el Obispo Samuel y Raúl Vera fueron atacados cuando iban con una caravana de catequistas.
“Eran las 7:00 de la noche, terminamos unas confirmaciones, cenamos y ya estaba obscureciendo, pasamos don Samuel y yo, íbamos en camionetas Van, él en una y yo en otra, pasamos rapidísimo porque el párroco nos dijo que los paramilitares se estaban preparando y teníamos que salir de ahí. Pero había una camioneta pick up y una camioneta de tres toneladas y media que iban más despacio y a las que sí atacaron.
“Hirieron a tres catequistas, ninguno de los tres fueron asesinado, gracias a Dios, porque una bisagra de la redila de acero de la camioneta fue la que paró la bala, que se deshizo, pero en el pecho del lado del corazón, el catequista tenía las esquirlas de la bala metidas. El otro catequista le perforaron un costado de la cintura, pero no dañó ningún órgano vital y otro fue un rozón en un brazo”, expresó.
Al día siguiente, el 4 de noviembre, la señora María de la Luz Ruiz, hermana de don Samuel Ruiz, fue agredida por una persona que llegó a la Curia cuando ya estaban cerrado y le dio tres martillazos en la cabeza.
Doña “Lucha” sobrevivió porque la canciller, que era un a religiosa médico, la vio tirada en el piso y la atendió de inmediato.
ESTRATEGIA PROVIENE DEL PENTÁGONO
A partir del mes de octubre, hasta que se dio la masacre de Acteal, en esa zona hubo alrededor de 24 acciones de paramilitares en distintas partes de los municipios de la zona de los Altos. Acteal fue el número 24.
“La finalidad de esos ataques era controlar a la población, los ataques paramilitares iban dirigidos contra la población civil”, manifestó el obispo de Saltillo.
También consideró que el proceso de la guerra contra insurgente o “Guerra de Baja Intensidad” fue inventado en el Pentágono, pues es una creación de la inteligencia norteamericana a partir del fracaso de Vietnam.
Después lo utilizaron en Afganistán, para buscar a Bin Laden, pues usaron a unos sublevados, a un grupo opositor al régimen Afganistán. Así lo hicieron en esa ocasión, a los que metieron por delante fue a los indígenas reclutados.
“Ahí el Ejército Norteamericano entró directo a atacar a la población, cuando ellos crean esta estrategia “low intensity war” es una guerra cuyo principio es ‘quítale el agua al pez, para que se muera’, el agua es la sociedad civil, el pez son los insurgentes. Entonces quitarle el agua al pez es atacar a la sociedad civil”, enunció Vera.
El Ejército llegaba y comenzaba a hacer disparos al aire, la gente empezó a entender que al día siguiente, después de que el Ejército iba a amedrentarlos disparando, era que los paramilitares iban a atacar”.
Acteal es un grupo pacifista. En algunos de estos municipios había bases de la sociedad civil que ayudaban y soportaban al Ejército Zapatista y, para que no tuvieran ningún apoyo de la sociedad, el Gobierno mexicano implementó ese proceso.
En Acteal estaban refugiados todas las personas de los pueblos de alrededor que ya habían sido atacados. Ahí está también la organización Las Abejas, un grupo pacifista.
Fue el 22 de diciembre cuando los paramilitares atacaron en Acteal, era la primera vez que lo hacían en una iglesia, habían destruido otras con anterioridad, pero nunca habían entrado a una iglesia con gente. No habían atacado a gente celebrando culto, porque estaban en un ayuno de tres días por la paz.
“La mayor parte de los asesinados ahí fueron niños y mujeres, que eran los que estaban en la iglesia, no eran ni siquiera bases zapatistas, eran pacifistas de Acteal”, detalló.
SIGUE LA IMPUNIDAD EN ACTEAL
Vera consideró que la indagación que hizo la Procuraduría General de la República (PGR) de los casos de paramilitares presos, es que fueron hechos prisioneros en el momento en que se hicieron presentes, al menos, al sepelio de los 45 asesinados.
En ese momento la gente los iba a linchar porque eran todos conocidos. Todos ellos eran indígenas y eran de los pueblos de alrededor de Acteal.
En el momento en que hicieron las investigaciones y que armaron las averiguaciones contra esas personas que aseguraron ahí, no reconocieron nunca que era un grupo paramilitar organizado, sino los tomaron como individuos aislados, que iba cada quién por su cuenta, “que porque era un pleito de familias”.
“Ahí están las personas sobrevivientes, niños que vieron al ejército rondando, mientras abajo los paramilitares asesinaban. Solamente se pudo poner en la cárcel a un militar que era jefe y estaba cerca del lugar porque no hizo nada, pero no hizo nada porque tenía esa orden.
“Vivimos en un país donde la corrupción, la impunidad, ineptitud, el abandono y los gobernantes no gobiernan para nuestro país, gobiernan para las grandes empresas multinacionales que vienen a hacer su negocio aquí de manera gratuita con trabajo esclavo como el que pone la Ley Federal del Trabajo”.
El Estado Mexicano compareció en el mes de octubre de este año ante la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH), donde se deslindó de toda responsabilidad por los hechos ocurridos el 22 de diciembre de 1997 en Acteal.