La tasa de cambio del peso argentino frente al dólar se ha convertido en un importante barómetro del estado de salud de la economía nacional, y es algo que ocupa la mente de millones de argentinos que lidian con una inflación de tres dígitos.
Por David Biller y Daniel Politi
Buenos Aires, 21 de noviembre (AP).- Lo primero que hizo Leandro Francisco Diana al despertar el martes fue tomar su teléfono, al igual que muchos argentinos en el primer día laboral desde el triunfo en las urnas del Presidente electo Javier Milei.
“Abrí los ojos, agarré el teléfono para buscar el precio del dólar para ver cómo amaneció el país”, dijo Diana, de 26 años y dueño de una ferretería con su padre en Villa Crespo, un vecindario de clase media en Buenos Aires.
Conscientes de que una depreciación adicional de su moneda disparará el precio de los artículos de consumo, buscan con ansias indicios de lo que el triunfo de Milei el domingo significará para el valor de un peso argentino que se ha desplomado frente al dólar en el último año.
Diana, a quien le encanta viajar a Nueva York y visitó Miami el mes pasado, dijo que tenía miedo de encontrar en su teléfono noticias de un retiro masivo de dólares mientras el país dejaba atrás un fin de semana largo.
La depreciación a gran escala no se materializó por completo; en su lugar, el valor del dólar en el mercado minorista paralelo —conocido popularmente como el “dólar blue”— aumentó aproximadamente 13 por ciento. Se sintió aliviado.
La inflación se encuentra en una tasa anual superior al 140 por ciento. La incertidumbre en torno a los precios se desbordó durante la temporada de campañas, en la que muchos argentinos acumularon productos e hicieron filas en las gasolineras para tratar de que les afectara menos un posible aumento postelectoral de los precios.
El martes por la mañana, la prensa local informaba que los mayoristas los estaban incrementando considerablemente.
El alza en los precios es impulsada por una moneda más débil que hace que las importaciones sean más costosas. Milei, un populista de derecha ajeno a la política, ha acusado al Banco Central de imprimir dinero de manera imprudente a fin de financiar el gasto público.
La inflación es el motivo principal por el que los votantes eligieron a Milei, quien prometió medidas drásticas para frenar el aumento en los precios, incluidos recortes drásticos en el gasto público y la dolarización de la economía.
La mañana posterior a su victoria, Milei declaró a Radio Mitre que la inflación se encuentra tan arraigada que solucionarla le podría tomar incluso la mitad de su mandato de cuatro años.
Un programa gubernamental existente obliga a las principales cadenas de supermercados a mantener los precios de ciertos productos básicos casi un 30 por ciento por debajo de su valor de mercado con el fin de minimizar el impacto de la inflación en los consumidores. Sin embargo, de todas formas suele haber alzas de precios.
El lunes, feriado nacional, muchos clientes de uno de estos supermercados compraron grandes cantidades de productos no perecederos —atún, agua, pasta— en anticipación a un aumento de precios posterior a las elecciones, dijo el gerente Javier, quien se negó a dar su apellido por no estar autorizado a hacer declaraciones públicas. A la mañana siguiente, su mercado subió un poco los precios de productos básicos, incluyendo la leche, el queso y la pasta.
Milei, que se autodenomina anarcocapitalista, ha dicho que eliminará el Banco Central y ha impulsado la idea de reemplazar la moneda local con el dólar para controlar la inflación. Su campaña estuvo tan ligada a ese concepto que en sus mítines los simpatizantes llevaban enormes billetes de 100 dólares con una imagen de su rostro.
El gobierno ha restringido cada vez más el acceso a las divisas extranjeras, ante lo cual el mercado paralelo ha proliferado. Aunque el Banco Central fijó el precio del dólar en 356 pesos, la cifra es de casi el triple que en el mercado de cambio donde se llevan a cabo la mayoría de las transacciones, el “dólar blue”.
Para obtener ese tipo de cambio, los turistas en particular se dirigen a la calle peatonal Florida, en Buenos Aires, en donde a cada paso se puede escuchar a los vendedores ilegales de dólares murmurar la palabra “cambio”. A lo largo de la calle también están apostados elementos de la agencia fiscal, pero su presencia no sirve de mucho para disuadir la actividad.
Giselle, una vendedora ilegal, dice “cambio” en varios idiomas para atraer a posibles clientes. Votó por Milei y dijo que espera que su plan de dolarización funcione, aunque eso podría dejarla sin trabajo. Le gustaría laborar en el sector salud, tal vez en la administración de pacientes de un hospital.
Y antes del reciente aumento de precios, llenó su congelador de carne con la esperanza de que alcance para los festejos navideños.
“Tampoco (está) lleno, pero sí hay bastante”, dijo, negándose a dar su apellido porque el intercambio de divisas por debajo de la mesa es ilícito. Reveló que obtiene una comisión del 20 por ciento por cada cliente que llega a encontrar. “Hoy en día, ser un empleado acá en Argentina no te sirve mucho porque te pagan muy poco”.
En una de sus primeras declaraciones como presidente electo, Milei indicó que primero se concentrará en resolver las numerosas distorsiones que asedian a la economía argentina, dijo María Castiglioni, directora de la empresa consultora C&T Asesores Económicos.
Milei ha dicho que quiere implementar una amplia desregularización que elimine las restricciones a la adquisición de divisas extranjeras, que obstaculizaron el comercio extranjero y condujeron a la proliferación de las tasas de cambio, y relajar los controles de precios. También dijo que planea ordenar los estados financieros del Banco Central y reforzar su reserva de dólares, la cual está prácticamente agotada, y luego desaparecer la institución.
“Es muy importante que el gobierno entrante genere confianza para minimizar el impacto inflacionario de todas las medidas que hay que corregir y que hay que ir tomando en el corto plazo”, dijo Castiglioni.
Incluso sin una depreciación drástica el martes, los argentinos aguardan para ver qué le depara al peso.
Alexi Hoyos, gerente de una carnicería en un vecindario de clase media de Buenos Aires, dijo que la población ya acumuló carne y ahora está aguardando en medio de la incertidumbre.
Su pronóstico: “El aumento sí o sí se viene”.
Diana, el propietario de la ferretería, también anticipa un incremento, al menos hasta que Argentina acabe con las tasas de cambio paralelas y el Banco Central aumente sus reservas. Pero está esperanzado de que las cosas mejorarán.
“Escuchar en la radio o ver en internet que no hay ninguna locura atrás de dólar, dólar, dólar”, comentó. “Si no se ve eso, es símbolo que hay tranquilidad”.