MATADERO. Lo que la industria cárnica esconde, es un documental realizado por el activista y fotógrafo que lleva a cabo Tras los Muros, el proyecto en el que denuncia y documenta de forma gráfica la sistemática explotación y abuso de los animales
El fotógrafo ha documentado de forma encubierta 58 mataderos ubicados en 10 estados de México, presentando la mayor investigación gráfica sobre mataderos del mundo.
Esta investigación, publicada en ElDiario.es –que se reproduce con autorización expresa– supone una muestra más de las atrocidades que se cometen contra los animales. El investigador denuncia que en el matadero son sometidos a un auténtico tormento que la industria cárnica oculta deliberadamente.
Madrid/Ciudad de México, 23 de noviembre (ElDiario.es/SinEmbargo).-El activista y fotógrafo por la liberación animal que trabaja tras el proyecto llamado ‘Tras los Muros’ publica la mayor investigación realizada hasta la fecha en mataderos del mundo: un impactante documental, un exhaustivo informe y una reveladora serie de fotografías. Preservando su anonimato para poder infiltrarse en esos lugares de explotación, tortura, agonía y muerte, registró lo que sucede en 58 mataderos de México, país que se encuentra entre los diez mayores productores de carne en el planeta. Nunca antes ha visto la luz algo parecido. Y lo que ahora saca ahora ni siquiera es lo peor: «Dispongo de imágenes aún más bestias», asegura.
Entre 2015 y 2017 Tras los Muros documentó la matanza de vacas, cabras, pollos, cerdos y caballos, así como el transporte de animales desde las granjas a los mataderos. Registró una violencia extrema que padecen los animales y que la industria cárnica mantiene oculta. Es consciente de que el impacto de las imágenes pone en riesgo los beneficios de un negocio que los explotadores han blindado: en Estados Unidos, por ejemplo, han conseguido que se prohíba por ley el acceso con cámaras a sus instalaciones.
México solo es un lugar donde Tras los Muros encontró las condiciones para poder infiltrarse con más facilidad, si puede decirse así del peligro que corrió y asumió este activista. Pero su denuncia («de la propia explotación y utilización de los animales en sí misma») no se circunscribe a lo que sucede en México sino que se extiende a todos los países, donde un sufrimiento similar es cotidiano. Si bien la normativa, las técnicas o las instalaciones pueden cambiar de un país a otro, el terror que experimentan los animales es el mismo: «En estos lugares se ejerce una de las mayores y más sistematizadas formas de violencia contra los animales».
Tras los Muros advierte de que para comprender la denuncia que contiene su investigación hay que tener claro que las leyes de bienestar animal son incompatibles con los derechos de los animales: «Quienes defienden un trato humanitario con los animales en los mataderos suelen hacer hincapié en la necesidad de aturdimiento previo a su matanza y en el método que debe utilizarse; obvian que los animales sufren en todo el proceso, desde que son recibidos a golpes y choques eléctricos hasta que son degollados. No existe un matadero donde los animales no sufran».
«Alrededor de 16 millones de animales mueren cada año en México debido a las duras condiciones del transporte. Que la administración y la industria asuman con total normalidad este hecho ayuda hacerse una idea del valor que tienen para ellos sus vidas. Durante el transporte de animales al matadero así como tras su llegada a estos, los animales han sido pateados, apaleados, lanzados al suelo o pisoteados. La violencia, incluso aquella que es innecesaria para la producción, es inherente al proceso. Está normalizada. Ante esto, la ley no tiene utilidad alguna».
El proyecto ha documentado las diferentes herramientas o métodos de aturdimiento e inmovilización que se utilizan en los mataderos de México, dependiendo del tipo de animal al que se vaya a matar y muchas veces incumpliendo de manera notable la normativa, y aunque «ninguno de estos métodos evita completamente el sufrimiento de los animales cuando son degollados». Los animales son inmovilizados a golpes de garrote o de hacha. Con descargas eléctricas. Con un disparo en el cráneo de pólvora o aire comprimido, llamado perno cautivo. A cuchilladas en la médula espinal, como ‘la puntilla’ en las corridas de toros.
El sacrificio debería ser el fin de un largo sufrimiento de los animales, pero su agonía no acaba ahí: «Los animales no mueren siempre de forma inmediata cuando son degollados. A las vacas, por ejemplo, tras el sacrificio las cortan las patas, las desollan y las extraen las vísceras y el tracto digestivo. En algunos mataderos son desmembradas y desolladas aún con vida».
Lo que documenta Tras los Muros sucede en mataderos de todo el mundo, incluso donde la normativa de bienestar animal es más estricta. De ello dan testimonio los propios trabajadores, así como las investigaciones de activistas infiltrados y hasta informes de la propia industria. Así se ha demostrado en países como Estados Unidos, Bélgica, Gran Bretaña, Australia o España.