El agua llegó de golpe y arrasó con todo: muebles, estufas, techos de casas, esperanzas. Así lo narran algunas de las mujeres que presenciaron la lluvia del pasado jueves que golpeó Sinaloa.
Una de ellas fue Angela, quien tiene su casa de lámina a un lado del arroyo. Mientras llovía, vigilaba que el agua no subiera de nivel, ya que de hacerlo tenía que correr. Mientras Víctor, un estudiante de secundaria, dice que el arroyo lo dejó hasta sin sus zapatos de la escuela.
Por Claudia Beltrán
Sinaloa/Ciudad de México, 23 de septiembre, (Noroeste/SinEmbargo).- En las colonias, Loma de Rodriguera, Alameda, Seis de Enero, un clamor se escucha: “nos quedamos sin nada, el agua se llevó todo”.
Vivas de milagro, así se definen las mujeres, que con niños en brazos, narran cómo sobrevivieron la mañana del jueves, día en que un “diluvio” llegó y nadie lo advirtió.
Ángela tiene su casa de lámina a un lado del arroyo. Mientras llovía, vigilaba que el agua no subiera de nivel, ya que de hacerlo, era un foco rojo que se encendía, lo que indicaba debían correr.
Sin embargo, cuando menos pensó, el agua le llegó de golpe, debido que el arroyo se desbordó desde otro punto. Tomó a su bebé de nueve meses de edad y salió de su vivienda con otro de sus hijos.
“Quisimos salir corriendo, pero no pudimos, porque la calle se convirtió en arroyo”, señaló.
A pesar del riesgo, con su bebita en brazo, quiere cruzar la calle, convertida en arroyo, pero no lo hace, su hijo adolescente, se “arrana”, no se atreve a aventarse con ella.
Ángela, al ver que su hijo no quiso cruzarse con ella, se detuvo, y se fue al parque y esperó a ser sacada por una góndola. Cruzar esa calle, era imposible.
Desde que empezó a llover, siempre estuvo con la creencia que era una “lluviecita”, que rápido se quitaría, pero no fue así y con el arroyo desbordado, ni para dónde correr.
Ni con el huracán “Manuel”, registrado en 2013, tuvieron tanto miedo.
Lo que era un “arroyito”, se convirtió en una especie de canal, ya que se hizo más ancho.
En Lomas de Rodriguera, colonia vecina, los dramas son similares. Se quedaron sin colchones, estufas y refrigeradores. Los niños hasta sin zapatos para la escuela se quedaron.
Víctor, que estudia primaria en una secundaria de la colonia, explica que el arroyo no sólo se llevó estufas, refrigeradores, sillas, sino hasta sus zapatos de la escuela.
Su mochila no fue arrastrada por el agua, porque estaba colgada en la pared, comenta el menor que vive frente a una ladrillera.
La señora Candelaria López narra que perdió lo poquito que tenía, sin embargo, se da de santos que está viva, así como sus hijos y nietos.
“A mí todo se me perdió, hasta un ropero que estaba pagando”, continúa María de la Luz Àvila.
Karla Vanesa Urías, habitante de la colonia Loma de Rodriguera, comentó que su cuarto es de lámina, y la lluvia se llevó un pedazo.
El ruido del arroyo los despertó y cuando vieron el agua subir, sacó de su casa a sus tres niños, de 7 y 4 años, así como el de 4 meses.
En el rancho El Capule, el agua también ocasionó destrozos de igual forma en Hacienda Alameda.
Y a pesar de los daños en sus viviendas, no ven ningún apoyo de Gobierno.