México

Más de 100 horas después, la fe no cesa en Álvaro Obregón 286: los vamos a ver salir, dicen familias

23/09/2017 - 9:30 pm

En Álvaro Obregón 286 en la colonia Roma Norte, los días y las horas pasan ante los ojos de los familiares de más de 50 personas, de acuerdo con su lista, que esperan esperanzados ver salir con vida de entre los escombros a su ser querido.

A pesar de las toneladas de material, las gruesas losas de concreto que descansan una sobre otra aplastadas, las familias dicen que esperan que haya vida, aun cuando no tienen certeza de ello, pues no hay cifras ni información oficial que les haga pensar que pueden esperar buenas noticias.

Ciudad de México, 23 de septiembre(SinEmbargo).- Han pasado cuatro días del sismo que sacudió a la Ciudad de México y derrumbó el edificio de Álvaro Obregón 286, en la colonia Roma Norte, y las familias de las víctimas atrapadas siguen alimentando la esperanza de que bajo los escombros hay vida.

Lo hacen porque, dentro de la poca información que les llega, les dicen que se “preparen para cualquier escenario” y ellos eligen pensar en el mejor: en el que los más de 50 desaparecidos salgan vivos de entre el montón de cemento y fierros retorcidos en lo que se convirtió el que fue un inmueble de seis pisos.

Ahí, entre esos escombros, está Jonathan Noé Escamilla de 38 años, quientrabajaba en el departamento de Recursos Humanos del despacho contable del cuarto piso, dice Verónica García, su cuñada.

“Mi hermana está ahorita adentro, no quiere dejar a su esposo. Los días nos parecen eternos, parece que no avanza el tiempo. Volteas para atrás y no lo puedes creer. No hay cifras, esperanza hay mucha, cifras no hay, y todos queremos recibir a nuestros familiares bien. Nos dicen que nos preparemos para cualquier panorama y es inevitable: queremos recibir el mejor panorama todas las familias”, narra la mujer originaria de Morelos.

Jonathan tiene tres hijos: de 12, 8 y 6 años. A los niños más pequeños les dijeron que “su papá se quedó encerrado en un cuarto y están tratando de abrir la puerta”, mientras que al mayor le han contado verdades a medias.

Familiares de personas atrapadas en el edificio de la calle Álvaro Obregón, en la Roma Norte, se niegan a que las autoridades comiencen la remoción de escombros con maquinaria pesada. Foto: SinEmbargo

Alrededor de Verónica los voluntarios sirven café de la olla. Ofrecen pan de dulce, chocolate, champurrado y galletas.

Es temprano y hace frío. La mañana está fresca y Verónica trae puesto un chaleco abrigador.

“Es muy simple, todo lo que te dan aquí: pan con un café, con eso hemos mitigado el hambre, y si dices: ‘tengo frío’, te traen una manta. ¿Pero ellos? No saben si es de día o de noche, incluso, dejamos botellas con un  chorrito de agua, cuando ese chorrito allá adentro sería la diferencia”, dice.

Los trabajos en la parte superior del edificio derrumbado continúan liderados por varios grupos de trabajo, pero Verónica no está satisfecha.

La cuñada de Jonathan afirma que la labor de rescate que se realiza este día es de respetarse, pero que no lo fue siempre, porque al principio fue lenta y los familiares no vieron avances sustanciosos.

“Como quisiera regresar el tiempo para que todo esto que se está haciendo ahora, hubiera pasado antes. Ya estuvieran con nosotros”, dice Verónica.

UN RESCATE LENTO

La labor de rescate en el edificio transcurre con lentitud. En lo que va del día los equipos de trabajo han logrado retirar un tramo de la losa del sexto piso y una parte del techo del quinto, sin lograr llegar a las víctimas.

La información sobre las personas atrapadas en los escombros tampoco es exacta: no se sabe hasta en la tarde de hoy si hay y cuántos serían los sobrevivientes de las más de 50 personas, que de acuerdo con una lista de los familiares, están sepultadas ahí.

Lidia Albarrán Luna observa la montaña de escombros. Es tía de Karina Gabriela Albarrán Luna, una joven contadora de 32 años que trabajaba en el despacho contable del cuarto piso.

“Es angustiante el ver que mi sobrina está allá adentro con toda esa estructura que está encima de ella, la verdad es muy desgastante, no lo podemos creer, pero nosotros estamos con esa fe de que mi sobrina está viva, está allá y le estamos mandando nuestra buena vibra y le decimos que aquí estamos afuera y que sea muy fuerte: la vamos a ver salir de ahí”, dice.

Karina, narra Lidia, es una joven carismática, alegre y con buen sentido del humor. “Es la que siempre organiza a sus hermanos” y ahora está ahí, sepultada en los escombros del 286 de Álvaro Obregón.

La labor de rescate, aunque ahora parece fluir, dice, se vio ensombrecida por la falta de información de parte de las autoridades para con las familias.

Aunque hay un familiar adentro de la zona acordonada, que en teoría está recibiendo informes de primera mano, los familiares afuera, en las carpas, saben muy poco.

“Por la falta de información de la autoridad, luego vienen muchas especulaciones, lo cual está muy mal. Sin embargo, nosotros hemos visto el trabajo de la Marina, de los ciudadanos, a nivel internacional que vienen los japoneses, de Estados Unidos, los peruanos, todo y resalta la unidad de los mexicanos, los voluntarios que siguen llegando para ayudar en lo que se necesite”, argumenta.

Este sábado más perros de rescate llegaron para ayudar en la búsqueda de sobrevivientes en el edificio de la colonia Roma Norte. Foto: Sandra Sánchez, SinEmbargo

A pesar de que desde muy temprano se ha visto trabajar a un grupo numeroso de brigadistas y expertos en el edificio colapsado, no se tiene información de que los rescatistas hayan sacado más cuerpos de los que fueron encontrados en la madrugada y que fueron entregados a sus familiares de manera discreta.

Sólo algunos familiares que esperan noticias se percataron de que dos familias lloraban por la noticia en la mañana, antes del temblor que alertó a la Ciudad de México, mientras que la mayoría desconoce que ya sacaron dos muertos (cifra no oficial) de los escombros que desde hace cuatro noches velan sin descanso.

SinEmbargo preguntó durante todo el día a varios familiares si sabían algo del rescate de alguna persona viva o muerta entre la madrugada y el día de hoy y la repuesta fue que no.

Entrada la tarde los familiares empezaron a ser apartados del resto de las personas que se encuentran en el lugar: de los medios de comunicación, de los voluntarios y de los elementos de seguridad pública.

Alrededor de las dos de la tarde llegó un camión con militares y al menos seis perros, pero los animales no fueron utilizados durante el resto de la tarde.

Sólo en la mañana un perro olfateaba los escombros en la parte superior del edificio, en donde se concentra la labor de rescate. Un bombero dijo, sin dar autorización para revelar su nombre, que los perros insistían en un punto en el centro de la superficie colapsada, versión que coincide con la de algunos familiares, quienes presumen que a la hora del sismo había una junta en el cuarto piso en un sala ubicada al centro de la planta.

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