“Hoy, estamos cansados de tanta agresión y ataques armados. Decimos basta, y lo repetimos una y otra vez porque nos están obligando a defendernos, a organizarnos”, afirmaron los indígenas comuneros.
Por Ángeles Mariscal
Aldama, Chiapas, 23 de agosto (ChiapasParalelo).– Entre la noche del 18 de agosto y las primeras horas del día 19, alrededor de 150 familias de 11 comunidades, unos mil indígenas, abandonaron de nueva cuenta sus viviendas. Durante más de un día vivieron de forman casi ininterrumpida, las agresiones armadas de un grupo al que identifican plenamente.
Son, dicen, “los grupos paramilitares que operan en Santa Martha del municipio de Chenalhó. Estos grupos han estado operando libremente desde en el año de 1997, de la masacre de Acteal”.
La disputa por las hectáreas de tierra que apenas da para la siembra de un poco de café y maíz, es la disputa por el control de un territorio que se extiende por Chenalhó, Aldama, hasta el municipio de Chalchiuitán, donde también a punta de bala, han desplazados a unas 2 mil personas.
En Chenalhó persiste la huella del grupo armado que bajo el amparo de las autoridades, perpetró la masacre de Acteal, y quedó impune. Desde hace poco más de cuatro años, la lucha ya no es sólo por el control de Chenalhó, sino por la tierra que colinda con sus vecinos de Aldama y Chalhiuitán. Indígenas asesinados y desplazados por oponerse a este grupo, hay en los tres municipios.
Pero es en Aldama donde sus pobladores llevan contabilizados poco más de 350 ataques con un saldo de siete personas fallecidas y 16 heridas; la más reciente, una niña que se encontraba en el patio de su casa, tejiendo.
“Cuando empieza la balacera tenemos que salir, tenemos que sacar nuestras cosas y venirnos a los refugios”, explica una de las mujeres que se aglomeran junto con decenas de niños en los lugares que destinaron para protegerse, los lugares a donde no llegan los disparos.
Con apenas la ropa que lleva puesta y un poco de trastes que sacaron metidos en costales, explica que hay momentos en los que por las noches no duermen. Tampoco pueden acudir a las zonas de siembra de café y maíz. La hambruna se agudizó en la región.
El miércoles 19 de agosto, militares de la Guardia Nacional y policías estatales llegaron a la zona y recorrieron algunos caminos. Ese día se detuvieron los disparos, pero la mañana de este viernes 21 de agosto se reanudaron.
Además -señalan-, por primera vez la comunidad de Ch’ayomte’ Aldama fueron atacados fuertemente y hubo perforaciones de paredes, puertas y ventanas de casas. Es decir, “la violencia armada aumenta día a día y las comunidades van aumentando el sufrimiento”.
Los indígenas comuneros aseguraron: “Hoy, estamos cansados de tanta agresión y ataques armados. Decimos basta, y lo repetimos una y otra vez porque nos están obligando a defendernos, a organizarnos”.
Refirieron que han habido mesas de diálogo con los tres niveles de Gobierno, y acuerdos de paz “que no se han visto resultados efectivos para vivir en paz”.
“Llegó el tiempo de decir hasta aquí. Ya toleramos mucho. Ya aguantamos mucho. Porque nosotros no somos los agresores, pero ya nos cansamos de tanta agresión de los grupos paramilitares. Nosotros no somos los invasores. Somos los desplazados forzados internos, somos los despojados de nuestra tierra”.
Hicieron referencia a que el pasado 19 de agosto, a través de un video, un grupo de Santa Martha, Chenalhó, mostró armas de grueso calibre y exigieron la entrega del territorio que disputan con Aldama.
“Esas armas están utilizando para atacar nuestras comunidades. Así como han estado reclutando personas armadas de las diferentes comunidades de Chenalhó, en donde operan estos grupos paramilitares”. Insistieron en que esperan que se respete su derecho a la tierra que habitan, y que se detengan las agresiones.