¿Cuántos de ustedes han sido víctimas de algún tipo de fraude? ¿Qué tanto podrían ayudar las redes sociales al avisar, preguntar y/o buscar, en el momento mismo en que te llaman?
La semana pasada fui objeto de un fraude telefónico. La persona que llamó tenía datos precisos de gente que conozco en una de las empresas para la que trabajo. Me dijeron que por sorteo entre empleados de dicha empresa, había resultado ganadora de un concurso, el premio consistía en un departamento en Las Brisas de Acapulco y que, para poder hacer válido el premio, tenía que llevar a cabo un reto que consistía en comprar tarjetas telefónicas y darle el número que aparece cuando las raspas. Al comenzar a leer el número de la segunda, comprendí que todo lo que me había dicho resultaba completamente absurdo e incongruente. Le dije que sabía que era un fraude y me colgó en el acto. Al realizar los trámites correspondientes para la denuncia, me enteré de lo comunes, variadas y exitosas que son éstas llamadas en todo el país diariamente y sin que hasta ahora existan muchos casos resueltos a favor de las víctimas.
Lo mismo sucede con la clonación de tarjetas. En esta ocasión les comparto un video que muestra de manera alarmante como operan para la clonación en las gasolineras.
Desafortunadamente, en nuestro país se vive constantemente expuesto a este tipo de delitos, que sumados a otros tantos, me hacen pensar por un lado, en la falta de información al respecto por parte de los medios de comunicación masiva y la total desprotección por parte de las autoridades y empresas involucradas. Así mismo, me hace cuestionarme sobre la ingenuidad de tantos que como yo, se vuelven blanco fácil de éste tipo de delitos que quedan en la absoluta impunidad, pero que por la forma en que son perpetrados me llevan a la siguiente reflexión: La ingenuidad y la avaricia son como hermanas gemelas, ambas te rompen por el anhelo de lo que crees merecer.
¿Hasta que punto nos volvemos corresponsables de estas acciones, al no detenernos por un instante a cuestionar cada una de las cosas que se nos están diciendo o por no buscar en el momento, información precisa o el apoyo de alguien más? La profunda necesidad de que suceda algo que milagrosamente transforme nuestra realidad para mejorarla puede llevarnos a caer en peligros aún mas graves. Estar alerta es una responsabilidad individual.
Resulta por demás URGENTE que compartan la información con toda la gente que puedan. Entre todos, podemos construir una sociedad más informada y por lo mismo, mucho menos susceptible a embustes. Por lo pronto, mi gente cercana, entre risas por lo surrealista del suceso, sólo atinó a decirme: ¡Bienvenida a Fraudelandia!