Salvador Guerrero Chiprés
23/07/2024 - 12:03 am
Southwest Key y la sombra de Maciel
“Lo fue en Southwest Key como con Marcial Maciel, el sacerdote fundador de los Legionarios de Cristo, sobre cuyos abusos realicé en 1997 la primera investigación periodística publicada en Iberoamérica”.
Las atrocidades contra niñas, niños y adolescentes están en el sitio menos pensado. Y los depredadores sexuales pueden ser quienes estaban, aparentemente, destinados a procurar su bienestar.
Los abusos sexuales infantiles denunciados en Estados Unidos contra personal de Southwest Key, el mayor proveedor de alojamiento para menores de edad en situación de migración no acompañados por personas adultas, evidencian una vez más la cercanía de los victimarios y la vulnerabilidad de quienes buscan cruzar la frontera de manera ilegal.
Alejados de su país natal, separados de sus familias o escapando de ellas por diversas situaciones, enfrentados a un idioma desconocido y al temor por su situación migratoria, las y los menores están prácticamente a expensas de confiar en la buena voluntad de Organismos No Gubernamentales.
Estos factores les colocan también en riesgo de ser víctimas de la Trata de Personas, una realidad expuesta a principios de este mes en un congreso internacional organizado por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDC), en Viena, Austria, al cual fue invitado el Consejo Ciudadano de la Ciudadano, único organismo latinoamericano en los paneles.
Al menos desde 2017, Southwest Key gestiona 29 refugios para niñas y niños inmigrantes, quienes ingresan al país sin madre, padre u otras personas encargadas de su crianza. De sus centros de acogida, 17 están en Texas, 10 en Arizona y 2 en California; en conjunto tienen cabida para 6 mil 350 menores.
La empresa opera gracias a subvenciones del Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos (HHS, por sus siglas en inglés). Su responsabilidad social y deber con el Estado es garantizar el bienestar de quienes alojan en tanto se resuelve su situación migratoria.
No solo fallaron, en sus instalaciones se cometieron crímenes de la mayor atrocidad. Según la acusación del Departamento de Justicia, en la sede de Austin, Texas, los empleados, incluidos supervisores, abusaron de las y los niños de entre 5 y 11 años desde al menos 2015. Los presuntos delitos incluyen violación, tocamientos, solicitud de sexo y fotos de desnudos. Un hecho “abusivo, deshumanizante e ilegal”, como lo catalogó la fiscal general adjunta Kristen Clarke.
La dinámica de victimización de los abusadores sexuales está basada en la desventaja y relación de poder frente a sus víctimas, a quienes con amenazas y descalificación de las acusaciones obligan a mantener el secreto. Lo fue en Southwest Key como con Marcial Maciel, el sacerdote fundador de los Legionarios de Cristo, sobre cuyos abusos realicé en 1997 la primera investigación periodística publicada en Iberoamérica.
El abuso sexual de menores no se puede ignorar. La demanda en Estados Unidos, además de resarcir el daño a las víctimas y ser implacable con los victimarios, representa la oportunidad de establecer reformas significativas para garantizar que nadie en estos refugios vuelva a ser objeto de abusos sexuales.
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