Ciudad de México, 23 de marzo (SinEmbargo).-Pugilista, entrenador de box, y hasta actor. Poseedor de una velocidad para soltar combinaciones que le permitió estar invicto en sus primeras 19 contiendas, pero también de una picardía que lo acercaba a la gente de barrio como la de Tepito, en donde aún muchos lo consideran su “hijo consentido”.
Raúl “Ratón” Macías Guevara cumple hoy 4 años de no poder subir más al ring. Un peso gallo “natural” con su 1.61 metros de altura, a quien le bastaron 10 años para deleitar a los amantes del boxeo, tiempo en el que cosechó récord de 41-2-0, con 25 de sus festejos por la vía del nocaut.
Medallista de bronce en los Juegos Panamericanos de 1951 y que cayó en Juegos Olímpicos de Helsinki en 1952 en una pelea que alegó se la robaron, por lo que fue recibido en la Ciudad de México como si le colgara del cuello una medalla.
Amante del frontón, así como de “darle bola” a los zapatos, en un par de actividades que heredó de su padre, hasta que se declinó en favor de los guantes cuando ingresó al gimnasio Gloria, ubicado sobre Eje 1 de la capital mexicana y en el que surgió el apodo que lo siguió de por vida.
“Había un peso completo que pesaba 120 kilos y yo tenía que saltar para pegarle. Era muy lento y me le metía por debajo de las piernas y le daba sus nalgadas. Mis mánagers decían, mírelo, si hasta parece un ratón”, dijo en entrevistas.
El carisma era una de las características que derrochaba el boxeador, quien se ganaba el cariño de la gente tanto dentro como fuera del ring, pues en el encordado protagonizó batallas como la del tailandés Chamroen Songkitrat, a quien le ganó el cinturón de la Asociación Mundial de Boxeo el 9 de marzo de 1955.
Pero que igualmente se “metió al bolsillo” a la mayoría de los mexicanos por la buena cara que le daba a sus derrotas, soltando frases como: “En los años 50 gocé del cariño de las abuelistas y todas prendían veladoras para que ganara. Luego me las encontraba en la calle y les decía ‘ay madrecita’, el día que no me puso veladora me rompieron la maraca”.
Esto en referencia a cuando perdió el invicto a manos de Billy Peacock, en su vigésima pelea vía un volado de izquierda que quebró la mandíbula del mexicano.
Sin embargo, el “Ratón” se sobrepuso 4 meses después en su vuelta al ring con una victoria por decisión unánime frente a Cecil Schoonmaker, seguido por 16 triunfos más en los que sus comentarios tras acabar con el brazo en alto eran: “Todo se lo debo a mi mánager y a la Virgencita de Guadalupe. La verdad eso de que todo se lo debo a mi mánager es de Tomás Castillo, pero lo de la Virgencita sí es mío”.
Fiel creyente de la Virgen de Guadalupe, el boxeador se lo agradecía después de cada triunfo con una caminata desde la Glorieta de Peralvillo hasta la Basílica de Guadalupe, recorridos que coartó a los 28 años, pese a tener una racha de 5 victorias consecutivas.
La leyenda se inició oficialmente el 23 de marzo de 2009 cuando Macías Guevara murió a los 74 años por no poder descifrar la “combinación” que le propinó una infección intestinal, la cual lo aquejó durante su último mes de vida (con 2 cirugías incluidas) en el que también alternaba “derechazos” contra el cáncer.