Licorice Pizza ya camina hacia las entregas de premios: en los BAFTA competirá en la categorías de Mejor Película, Mejor Guión Original, Mejor Director, Mejor Actriz y Mejor Montaje; y en los Óscar luchará por Mejor Película, Mejor Guión Original y Mejor Director.
Ciudad de México, 23 de febrero (SinEmbargo).– El director Paul Thomas Anderson está de vuelta con el poderoso estreno de Licorice Pizza que llega a salas de México este 24 de de febrero gracias a la distribución de Universal Pictures.
Haciendo un viaje al pasado, en concreto a los calurosos días del Valle de San Fernando, en California, Anderson muestra su historia más auténtica alejándose de los oscuros personajes que lo han acompañado en gran parte de su filmografía, como en Boogie Nights (1997), Magnolia (1999) o El hilo invisible (2017), para ahora sumergirse en una historia de amor adolescente.
Licorice Pizza trata de los amores y desamores entre Gary Valentine (Cooper Hoffman), un chico de 15 años de edad, y Alana Kane (Alana Haim), una joven 10 años mayor que él.
Su historia inicia en California en 1973, en la fila de la toma de fotografías para el anuario escolar. Gary, un alumno que espera su turno, queda flechado de inmediato por Alana quien trabaja como asistente de la compañía fotográfica.
Sin una oportunidad con aquella deslumbrante chica, y echando un volado al aire, decide invitarla a salir, y con ello se da inicio a una travesía de altibajos de esos con lo que parece venir impregnado siempre el primer amor.
El idilio entre Gary y Alana se desenvuelve entre el hecho de “ser jóvenes”, la seguridad de querer conquistar al mundo y emprenderlo todo para lograrlo, como iniciar un pequeño negocio, pero también en convertirte en río y dejarte fluir con las situaciones que pasan a tu alrededor.
UNA HISTORIA AUTÉNTICA
Paul Thomas Anderson no sólo es el director de la cinta, sino también esta historia fue escrita por él. No es una película autobiográfica, pero sí tiene mucho de lo que él director se rodeó en su niñez y adolescencia, sobre todo los paisajes de este valle de Los Ángeles al sur de California, en los que creció de cerca.
El director ha recalcado en varias entrevistas ofrecidas a medios internacionales que la trama de su cinta está basada en hechos reales, no experimentados por él, sino por Gary Goetzman, el productor de cine de cintas como Los tuyos, los míos, los nuestros (1968) y Filadelfia (1993).
Goetzman y Anderson son amigos antes que nada, y por su supuesto, le compartió su vida entera:
“De niño (Gary Goetzman) había sido actor y me contó un montón de anécdotas y de experiencias rarísimas. Yo no sabía si me estaba mintiendo o no, me parecía imposible que fueran de verdad porque eran muy locas. Pero me dijo que sí, que todo ese mundo de los niños actores en esa zona estaba lleno de historias que eran para no dar crédito. Sus amigos me lo confirmaron: no estaba exagerando. Además de sus incursiones en el mundo de la interpretación, también empezó una compañía de camas de agua”, dijo el director en entrevista con Fotogramas.
La cinta es contada justamente como recuerdos de un pasado remoto. Sin encapsular en años, el espectador sabe que el tiempo avanza para estos personajes y sus vaivenes amorosos. Ambos cambian, maduran, y uno no se da cuenta de cómo sucedió.
Los actores que interpretan a los papeles principales para la cinta debían ser contadores de esta historia de la forma más genuina posible como de lo que están hechas las anécdotas de las que están basadas, y para ello, Paul Thomas Anderson se alejó de los cánones hollywoodenses para narrar su cinta.
El director eligió Alana Haim y Cooper Hoffman, a Alana le escogió después de conocerla al grabarle un videoclip del grupo que tiene con sus hermanas (quienes también actúan en la cinta) llamado HAIM, como lo ha hecho para otros cantantes como Radiohead o Fiona Apple.
En tanto a Cooper Hoffman, hijo del fallecido Philip Seymour Hoffman, lo eligió a través de un casting, a palabras del director, no por ser “el mejor” entre todos, sino por ser “el más natural”.
NO SE PUEDE PASAR POR ALTO
Licorice Pizza ya camina hacia las entregas de premios: en los BAFTA competirá en la categorías de Mejor Película, Mejor Guión Original, Mejor Director, Mejor Actriz y Mejor Montaje; y en los Óscar luchará por Mejor Película, Mejor Guión Original y Mejor Director.
La cinta es un recorrido por un amor que surge y se transforma entre dos jóvenes que se ven imposibilitados en ejercerlo por la diferencia de edad, pero en lugar de que se nos presente en pantalla la lucha por “el amor verdadero”por tener muchas cosas en contra como nos han enseñado las comedias románticas, este filme nos muestra a dos jóvenes que buscan encontrase un lugar en la vida mientras disfrutan de la amistad y de las extrañas y divertidas situaciones que a veces les pone el camino que recorren.
La película, que inspira su nombre en una cadena de discos que ya no existe, además condimenta su trama con divertidos cameos como el de Bradley Cooper interpretando al productor de cine Jon Peters, y a Sean Penn quien da vida a un viejo actor llamado Jack Holden que vive de de decir sus viejas líneas de papeles una y otra vez y que supuestamente está inspirado en William Holden.