Las reuniones donde se pagaba a las autoridades se hacían supuestamente, entre otros sitios, en plena capital mexicana. Al lugar no sólo acudía García Luna, sino también su mano derecha, Luis Cárdenas Palomino, quien junto con otro colaborador de García Luna, Ramón Pequeño, fueron acusados en Estados Unidos de recibir sobornos millonarios del Cártel de Sinaloa.
Ciudad de México, 23 de enero (SinEmbargo).– El primer día propiamente del juicio en una corte de Brooklyn contra Genaro García Luna, el exsecretario de Seguridad Pública en el Gobierno de Felipe Calderón en México (2006-2012) dejó la primera acusación directa contra el exfuncionario, por parte de un líder narco, y varios detalles sobre las supuestas reuniones donde se realizaban los millonarios pagos –y otros regalos– que criminales le entregaban al llamado “súper policía” a cambio de protección, impunidad y otros beneficios.
Protegidos por el anonimato y seguridad adicional, los jurados escucharon el lunes el inicio de un inusual juicio en Estados Unidos a un exfuncionario federal mexicano acusado de aceptar sobornos para ayudar a los narcotraficantes que debería estar combatiendo.
Sergio Villarreal Barragán, alias “El Grande”, lugarteniente de los Beltrán Leyva, se presentó la mañana de este lunes como el primer testigo. Dijo que García Luna recibía dinero mensualmente del Cartel de Sinaloa. En una ocasión, reveló, se entregaron entre 14 y 16 millones de pesos en cajas de papelería de parte de Arturo Beltrán Leyva, líder del cártel que llevaba su nombre.
Los pagos eran en billetes desde los 20 dólares, pero usualmente eran en billetes de 100 dólares, aunque “El Grande” reveló que en una ocasión, el pago fue tan grande que no cupo en una sola camioneta SUV, por lo que el cártel le prestó otra camioneta para llevar las cajas de efectivo, siempre de acuerdo con el relato del convicto.
El pago más alto mencionado por Villarreal Barragán, el de 16 millones de dólares, fue en pago por el valor de la mitad de dos toneladas de coca obtenidas de otros grupos antagónicos con la ayuda de la Agencia Federal de Investigació (AFI), bajo el mando de la SSP, quien proporcionó la información para apoderarse del cargamento.
Las reuniones donde se pagaba a las autoridades se hacían supuestamente, entre otros sitios, en plena capital mexicana. Al lugar no sólo acudía García Luna, sino también su mano derecha, Luis Cárdenas Palomino, quien junto con otro colaborador de García Luna, Ramón Pequeño, fueron acusados en Estados Unidos de recibir sobornos millonarios del Cártel de Sinaloa. De acuerdo a los fiscales estadounidenses, ambos “permitieron al Cártel de Sinaloa operar con impunidad en México” durante años.
En esas reuniones acudían también líderes del cártel, incluidos Édgar Valdez Villarreal, “La Barbie”, quien en el pasado ya ha acusado a altos funcionarios de recibir sobornos de parte de los grupos criminales y lo que abriría la puerta también a que pueda ser uno de los testigos en carpeta de los fiscales estadounidenses.
Otro de los detalles que sobresalió en la primera parte del cuestionamiento a “El Grande” –que mañana podría ser interrogado por la defensa de García Luna para revirar las acusaciones– es que, aproximadamente en 2003, el líder de los Beltrán Leyva le habría regalado supuestamente una motocicleta Harley Davidson al funcionario. De acuerdo con el testimonio, García Luna agradeció el presente y le pareció muy bonita.
Villarreal Barragán además dijo que, cuando no se podían llevar a cabo reuniones en persona, la comunicación se realizaba a través de radios, más difíciles de rastrear y de intervenir.
ASÍ VIVIÓ GARCÍA LUNA EL PRIMER DÍA
Después de lanzar un beso a su esposa e hija en la sala del tribunal, Genaro García Luna, quien alguna vez fue el principal funcionario de seguridad pública de México, observaba sin mostrar mucha reacción mientras se pronunciaban los alegatos iniciales. Su caso abarca la política mexicana, el extenso y violento narcotráfico, la incómoda relación entre ambas esferas y la relación entre Estados Unidos y México en el combate a las drogas y la corrupción.
“La persona que se suponía que estaba a cargo de luchar contra el cártel de Sinaloa en realidad era su bien más valorado… y con su ayuda, el cártel ganó millones”, dijo el Fiscal federal asistente Philip Pilmar al jurado. Calificó a García Luna como “un hombre que traicionó a ambos países: el suyo y el nuestro”.
Agregó que aunque García Luna se hacía pasar en ambos países como un héroe del combate a las drogas ilícitas, se encargó de que el cártel recibiera información sobre las investigaciones, tuviera paso fácil para la cocaína a través de puntos de revisión policiales y escoltas policiales, y, en ocasiones, incluso insignias oficiales para miembros del cártel. Agentes entregaban cargamentos de drogas personalmente de los aeropuertos, y actuaban como mercenarios para matar a personas que el cártel quería desaparecer, afirmó Pilmar.
García Luna ha dicho que es “mentira, difamación y perjurio a mi persona que cualquier individuo, policía o grupo delictivo me haya entregado algún bien económico o material”.
Su principal abogado, César de Castro, le dijo a los miembros del jurado que la acusación del Gobierno se basa en “rumores, especulación y las palabras de algunos de los mayores criminales del mundo”: miembros de cárteles dispuestos a testificar en su contra.
“Ningún dinero, ninguna foto, ningún video, ningún texto, ningún email, ninguna grabación, ningún documento, ninguna prueba creíble, verosímil, de que Genaro García Luna ayudaba al cártel”, dijo el abogado en su alegato inicial. Describió el caso como “un alarde muy público y airado” de un gobierno de Estados Unidos que abandonó a su socio en la lucha contra las drogas.
De Castro dijo que la persecución diligente de García Luna contra grupos narcotraficantes le ganó una amplia gama de enemigos, incluidos cárteles, policías corruptos y políticos que se oponían a la guerra contra las drogas. El abogado argumentó que los miembros de cárteles que están dispuestos a testificar mienten para disminuir sus propias sentencias y vengarse de un funcionario público que consideran responsable de su aprehensión.
“No dejen que los cárteles jueguen con ustedes”, le dijo al jurado.
DE “SÚPER POLICÍA” A ACUSADO DE NEXOS CON EL NARCO
Con estudios de ingeniería, García Luna trabajó en agencias policiales y de seguridad nacional de México durante más de 20 años. Dirigió del 2001 al 2005 la Agencia Federal de Investigación, y luego fue secretario de Seguridad Pública en el gobierno del presidente Felipe Calderón de 2006 a 2012.
Como jefe de seguridad pública, García Luna era visto como el encargado de la sangrienta guerra de Calderón contra los cárteles y un aliado clave en la iniciativa estadounidense que comenzó con el gobierno del expresidente George W. Bush y proporcionó a la policía mexicana equipamiento, tecnología y capacitación para intentar contener el flujo de drogas a través de la frontera. En fotos mostradas en el juicio, se ve a García Luna con el expresidente de Estados Unidos Barack Obama, la exsecretaria de Estado Hillary Clinton, el exsenador John McCain y otros altos funcionarios de Estados Unidos.
Sin embargo, durante años, García Luna también fue señalado de tener lazos con narcotraficantes.
Luego, durante el juicio de Joaquín “El Chapo” Guzmán en Nueva York, un exmiembro del Cártel de Sinaloa testificó en 2018 que él personalmente entregó al menos seis millones de dólares en sobornos a García Luna y que miembros de cártel acordaron recaudar 50 millones de dólares para sobornarlo.
García Luna, quien se mudó a Miami después de dejar su cargo gubernamental, fue arrestado en 2019 en Texas y desde entonces está detenido sin derecho a fianza en una prisión federal. Se ha declarado inocente de los cargos de narcotráfico y de participar en una empresa delictiva. El hombre de 54 años podría pasar décadas en prisión si se le declara culpable.
El actual Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ve con buenos ojos el juicio, que podría sacar a la luz la corrupción bajo el mandato de un predecesor conservador. También insinuó que Washington investiga a sus propios policías que trabajaron con García Luna.
México dijo en el pasado que sus funcionarios deberían ser juzgados en casa si son acusados de corrupción. En 2020, Estados Unidos recibió una solicitud para extraditar a García Luna para que enfrentara cargos de enriquecimiento ilegal, pero el gobierno mexicano no ha ejercido la misma presión que ejerció para truncar el juicio en Estados Unidos de un exsecretario de Defensa mexicano acusado de recibir sobornos para proteger al cártel del H-2. Regresó a México en 2020 y rápidamente fue absuelto. En ese momento, el secretario de Relaciones Exteriores presentó el caso de García Luna bajo una luz diferente al señalar que el exfuncionario había estado viviendo en Estados Unidos.
García Luna está siendo juzgado en la misma corte federal de Brooklyn en la que Guzmán fue declarado culpable de manejar durante décadas una vasta operación de narcotráfico.
Al igual que con Guzmán, la identidad de los jurados del proceso contra García Luna se mantiene confidencial. También son escoltados hacia y desde la corte por alguaciles federales y aislados del público mientras están al interior.
–Con información de AP.