La crisis que atraviesa el Partido Revolucionario Institucional no solo se mide a través de las encuestas ni de las entidades perdidas sino que la fuerza que concentró en el Poder Legislativo durante décadas también ha venido a menos. Tanto en la Cámara Alta como en la baja, aquel partido que aprobó cientos de reformas hoy es susceptible a cada una de las renuncias registradas en los últimos meses.
Ciudad de México, 22 de noviembre (SinEmbargo).- La historia del Poder Legislativo mexicano durante los últimos 60 años es una muestra más de la decadencia del Partido Revolucionario Institucional (PRI). En las últimas dos legislaturas, este partido, que por años presumió su aplanadora, tiene los peores índices de representación en las dos cámaras que permiten respaldar o bloquear el proyecto del Gobierno en turno.
Aunado a la disminución de votos, las rupturas internas han terminado en renuncias de senadores y diputados que se han sumado a bancadas de otros partidos.
El PRI durante años fue mayoría en ambas cámaras. Eso le permitió a los presidentes en turno, tanto a los de su partido como a los dos del Partido Acción Nacional (PAN), contar con un legislativo que aprobó leyes de madrugada, en fines de semana o días festivos.
Pero a un año de las elecciones en las que se renovarán a 128 senadores y 500 diputados, el tricolor figura más como un partido satélite, es decir, que depende de las alianzas para mantener una relevancia.
Actualmente, en la Cámara de Senadores, el PRI cuenta con 10 representantes, lo que lo coloca al mismo nivel que al Partido Verde Ecologista de México (PVEM) y por debajo de Movimiento Ciudadano (MC). En Diputados tiene 70 representantes, convirtiéndose en la tercera fuerza.
En las últimas dos legislaturas, en ambos espacios, el PRI tiene los peores niveles registrados desde 1960, de acuerdo con una revisión hecha por SinEmbargo.
Estos números coinciden con el triunfo del Partido Morena en 2018, con la llegada de Alejandro Moreno Cárdenas a la dirigencia nacional del PRI y la posterior alianza que conformó con PAN y PRD.
Con “Alito”, como se conoce al dirigente priista, el tricolor ha cedido en cuatro años 11 de 12 gobiernos en su poder y ha pasado de una población gobernada, en el mismo tiempo, de 21 millones 971 mil 839 personas a 4 millones 979 mil 421 personas.
De igual forma ha vivido la pérdida de miles de militantes del PRI, como es el caso de los senadores Miguel Ángel Osorio Chong, Eruviel Ávila y Claudia Ruiz Massieu.
En las legislaturas LXIV (2018-2021) y la LXV, que es la actual, el PRI logró tener en el Senado 14 y 10 representantes, y 50 y 70 en diputados, respectivamente.
Esos números contrastan con las legislaturas que corresponden al regreso del PRI a Los Pinos con Enrique Peña Nieto, que son las de 2012-2018. En ese primer periodo, llegaron a ser 212 diputados y 52 senadores. Esto significa que de 2012 a 2021, el PRI perdió el 80 por ciento de su representatividad en el Senado y el 67 por ciento en la Cámara de Diputados.
Aunque hubo periodos de pequeñas crisis de representatividad, esos son los índices más bajos del PRI.
Primero, en la Cámara de Diputados, desde 1962, cuando la Cámara estaba compuesta por 400 escaños, el PRI siempre fue mayoría. En ese periodo hasta 1985, la cantidad de diputados priistas tuvo un crecimiento del 64 por ciento, al crecer de 176 a 289.
Desde entonces, hasta 2018, el crecimiento se mantuvo.
Ya con una Cámara compuesta de 500 representantes, el PRI llegó a tener hasta 320 diputados en 1991.
En 2006 tuvo una crisis en la que bajó a 106 diputados, pero se recuperó en la siguiente Legislatura en la que tuvo 242.
En la Cámara de Senadores, al ser una cámara con menos espacios, el poderío del PRI fue más palpable: de 1962 a 1991, el PRI tuvo el control de casi la mitad del Senado con legislaturas con 60 curules.
Pero después de 1993, tras la reforma que incrementó a los Senadores de 64 a 128, el poder del PRI creció en legislaturas en las que tuvo hasta 95 Senadores.
La debacle inició en el año 2000 cuando perdió por primera vez la Presidencia de la República. En ese año obtuvo 60 puestos y tres legislaturas después se redujo a la mitad; tuvo un nuevo aire con Peña Nieto hasta que se convirtió en una fuerza minúscula.