La investigación indica que las tierras árticas “ofrecen una biodiversidad microbiana inexplorada” y “sus capas aún pueden contener microbios congelados antiguos, megafauna del Pleistoceno” e incluso a víctimas de viruela o de ántrax enterradas.
Ciudad de México, 22 de noviembre (RT).- El acelerado calentamiento del Ártico ha provocado el derretimiento de glaciares y niveles de deshielo del permafrost que no se pronosticaban hasta 2050 o más tarde, lo que a su vez puede llevar a la liberación de microbios que son “completamente desconocidos para los científicos y pueden representar una nueva amenaza“, reza un artículo de la revista de divulgación científica Scientific American.
Los autores indican que en Siberia y el norte de Canadá este deshielo abrupto ha creado los llamados termokarst, terrenos donde el permafrost más antiguo y profundo está expuesto al aire caliente por primera vez en cientos o incluso miles de años.
El permafrost —la capa de suelo permanentemente congelado— cubre el 24 por ciento de la superficie terrestre de la Tierra y sus componentes varían con la geología local. El artículo indica que las tierras árticas “ofrecen una biodiversidad microbiana inexplorada” y “sus capas aún pueden contener microbios congelados antiguos, megafauna del Pleistoceno” e incluso a víctimas de viruela o de ántrax enterradas.
UNA REESTRUCTURACIÓN EN MÚLTIPLES NIVELES
A medida que el permafrost se descongela con una rapidez cada vez mayor, el desafío emergente para los científicos es descubrir e identificar los microbios, bacterias y virus que pueden estar en movimiento, señala la nota. Algunos de estos microbios son conocidos por los científicos, otros son conocidos pero tienen un comportamiento impredecible después de ser liberados. Además, existen nuevas evidencias de que genes de los organismos liberados del permafrost se mueven entre ecosistemas, provocando una reestructuración en múltiples niveles.
Por ejemplo, en el océano Ártico, la bacteria planctónica Chloroflexi adquirió recientemente genes utilizados para degradar el carbono de especies de Actinobacteria terrestres, abundantes en el permafrost. Esto pasó a medida que los ríos árticos transportaban sedimentos del deshielo del permafrost hacia el mar junto con los genes que permiten procesar el carbono.
Los autores advierten de que los microrganismos que evolucionaron hace decenas de millones de años dentro de ecosistemas ahora extintos pueden emerger e interactuar con nuestro entorno moderno “de formas completamente nuevas”. Un ejemplo potencial es la especie emergente Orthopoxvirus alaskapox, un microorganismo que causa lesiones cutáneas y que ha aparecido y desaparecido en Alaska dos veces en los últimos cinco años. Es posible que este virus se haya sido transmitido a través del contacto animal-humano, pero su origen se desconoce.