Se le conoce también como anorexia inversa. Mientras que la anorexia, que afecta más a mujeres, "es estar menos voluminoso, en la vigorexia ocurre justo lo contrario.
Madrid, 22 de noviembre (EuropaPress).- La vigorexia es un trastorno complejo que suele confundirse con adicción al ejercicio físico, aunque éste sea sólo una parte del mismo. En la vigorexia confluyen varios aspectos, como la imagen corporal, cambios alimentarios o factores relacionados con los trastornos obsesivos compulsivos.
"Lo que más caracterizaría a la vigorexia es que es un trastorno somatoforme, de la imagen corporal", precisa en una entrevista con EuropaPress el director del Máster de Psicología del Deporte y el Ejercicio del Col·legi Oficial de Psicología de la Comunitat Valenciana, Enrique Cantón, que insiste en que "adicción al ejercicio físico y vigorexia no son lo mismo".
Una persona que sufre vigorexia desea estar musculoso. En este contexto, a la vigorexia se le conoce también como anorexia inversa. Mientras que la anorexia, que afecta más a mujeres, "es estar menos voluminoso, en la vigorexia ocurre justo lo contrario. Fundamentalmente afecta a hombres que buscan ese mayor volumen, esa mayor definición muscular y rápido y pronto. No está relacionado precisamente con el rendimiento deportivo, sino con la imagen", explica Cantón.
En la posibilidad de sufrir vigorexia, trastorno del que no existen cifras oficiales pero fenómeno "que va en aumento", asegura Cantón, hay diversos factores de riesgo. El psicólogo experto en Psicología del Deporte destaca "la insatisfacción personal con la propia imagen", querer tener una imagen determinada, y tenerla "exacerbada, rápido, con facilidad". Además, señala una "baja autoestima y la necesidad de responder a las demandas de los demás, es decir, la dependencia personal".
Todo este cóctel perfila el comportamiento vigoréxico, que se caracteriza por varios aspectos. En primer lugar, el experto menciona "el uso no indicado de esteroides u otro tipo de fármacos" como "un indicador muy claro que lo diferencia de otras prácticas deportivas". Pero hay más, como los "entrenamientos intensísimos y larguísimos de musculación, a veces poniéndolo por encima de otras actividades sociales o personales", según Cantón.
La vigorexia también incluye cambios en la alimentación. El psicólogo manifiesta que alguien con vigorexia tendrá "un tipo de conducta alimentaria muy alterada, con mucha base proteínica, donde los factores de salud cobran menos importancia que los efectos de la confromación de un cuerpo musculado y con poca grasa", comenta el experto.
SE PUEDE TRATAR, PERO MEJOR PREVENIR
Aunque la vigorexia "se puede abordar", según Cantón, "lo mejor es la prevención, porque hay formas de adquirir un cuerpo en condiciones, incluso voluminoso y fuerte, con el entrenamiento", especifica el experto, que insiste en que algo así "no se consigue en seis meses, hace falta más tiempo, pero es posible".
La clave se encuentra en "un tipo de entrenamiento natural donde se combinen factores psicológicos, motivacionales y de confianza y una alimentación adecuada", desvela el especialista.
Si al final el trastorno existe, "se puede reenfocar, pero resulta difícil", lamenta el psicólogo. "De hecho, muchas veces, los que lo intentan pasan de tener una imagen que valoran muy positiva a que ésta se deteriore. Esto actúa como un refuerzo negativo", agrega Cantón.
Por su parte, la ayuda psicológica es "fundamental", recalca el experto. "Tienen que tener claro lo que quieren, para qué lo quieren y estar dispuestos a hacer el esfuerzo necesario para conseguirlo. También aprender que determinadas cosas, como la facilidad o no para mantener relaciones personales, no depende de tener un volumen determinado", concluye el psicólogo.