México ocupa el primer lugar de embarazos infantiles en la OCDE y organizaciones civiles han documentado que hasta el 80 por ciento de los casos de adolescentes con al menos un hijo están en matrimonios “arreglados”, una situación que la OIT calificó como esclavitud moderna.
Ciudad de México, 22 de septiembre (SinEmbargo).– México registró 111 mil 172 nacimientos de bebés en madres menores de edad, de entre 10 y 17 años, de acuerdo con las cifras de 2021 recopiladas por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) y publicadas esta semana.
Las entidades federativas con la mayor tasa de nacimientos registrados por cada mil niñas y adolescentes de este grupo de edad fueron: Chiapas, con 11.7 y Guerrero, con 9.3, de las más pobres del país; así como Puebla, con 8.4. Las que presentaron las menores tasas fueron: Ciudad de México, con 3.5; Hidalgo, con 4.2 y Nuevo León, con 4.3. A nivel nacional, la tasa fue de 6.3 por cada mil.
En total, durante el año pasado, se registraron un millón 912 mil 178 nacimientos, un aumento de 17.4 por ciento respecto a los registrados durante 2020. Esto quiere decir que los embarazos en niñas y adolescentes de entre 10 y 17 años constituyeron un 5.8 por ciento del total durante el año pasado.
Los nacimientos de bebés de niñas y adolescentes de entre 10 y 17 años en el año pasado subieron un 19.1 por ciento con respecto al año anterior: en 2020, se registraron 93 mil 341 casos.
El embarazo en adolescentes ha cobrado importancia en los últimos años, ya que México ocupa el primer lugar en el tema entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), de acuerdo con el propio Gobierno federal, con una tasa de fecundidad de 77 nacimientos por cada mil adolescentes de 15 a 19 años de edad.
EL PERFIL DE LOS PADRES
En el país, 23 por ciento de los adolescentes inician su vida sexual entre los 12 y 19 años de edad. De acuerdo con cifras del Consejo Nacional de Población, comienzan a una edad promedio de 15.5 años, y estadísticas del Instituto Nacional de Perinatología indican que sucede a los 14.6 años, en promedio.
Aproximadamente ocurren al año 340 mil partos en mujeres menores de 19 años.
En 2021, de acuerdo con el Inegi, las mamás de 15 a 19 años fueron 272 mil 081, es decir, un 14.23 por ciento del total, y las madres con edades entre los 20 y los 29 años al momento del nacimiento representaron 51.4 por ciento del total de nacimientos registrados, la mayor cifra de todas. Las madres menores de 15 años fueron en total seis mil 476, es decir, un 0.34 por ciento de los nacimientos registrados.
El instituto detalló que el 60.3 por ciento de las madres –un millón 152 mil 255– declaró no trabajar al momento del registro del bebé. El 32.8 por ciento –628 mil 091– reportó que sí lo hacía y 6.9 por ciento –131 mil 832– no especificó su condición de actividad.
Con respecto a los padres, el 5.2 por ciento, es decir 99 mil 321 jóvenes, tenían entre 15 y 19 años en el momento del nacimiento del bebé. El rango de edad de 25 a 29 años representó el mayor porcentaje, con 22.64 por ciento (432 mil 895). Los padres menores de 15 años representaron 0.05 por ciento (878 casos).
A diferencia de las mujeres, el porcentaje de hombres que declaró trabajar al momento del registro alcanzó 84.8 por ciento del total –un millón 622 mil 179–, en cambio, el 14.1 por ciento –268 mil 508 casos– no especificó su condición y 1.1 por ciento –21 mil 491– manifestó no trabajar.
EMBARAZO ADOLESCENTE
El mismo Inegi informó en septiembre de 2021 que en el trienio 2006-2008 la tasa de embarazo adolescente era de 70.9 por cada mil mujeres de 15 a 19 años; para 2011-2013 se incrementó a 77.0 nacimientos y en el trienio 2015-2017 fue de 70.6 nacimientos.
En 2018, 16 por ciento del total de adolescentes de 15 a 19 años reportaron un antecedente de embarazo; esta proporción aumentó a 39 por ciento en adolescentes que no asisten a la escuela, precisó el instituto. La mitad de las adolescentes de 15 a 19 años que no asisten a la escuela, no utilizaron protección en el primer encuentro coital, a diferencia del 18 por ciento de quienes sí asisten.
“El embarazo adolescente está condicionado a factores demográficos, socioeconómicos, psicológicos y de educación. En relación con lo educativo, se considera que la inasistencia escolar facilita que se den embarazos a temprana edad”, concluyó el Inegi el año pasado.
Por otro lado, también encontró que el mismo embarazo provoca deserción escolar o bajo rendimiento . De acuerdo con datos de la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (ENADID) de 2018, una de cada 10 de las adolescentes que no asisten a la escuela (un millón 948 mil 142) abandonó sus estudios debido a que se embarazó o tuvo un(a) hijo(a).
Por condición de asistencia escolar, el Inegi destacó que el 39 por ciento de las adolescentes que no asisten a la escuela estuvieron embarazadas alguna vez, mientras que tres por ciento de las adolescentes que sí asisten estuvieron embarazadas alguna vez.
EL MATRIMONIO INFANTIL
La Organización Internacional del Trabajo (OIT), junto a las organizaciones Walk Free y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), publicaron un reporte la semana pasada donde se evidencia que, entre 2017 y 2021, 49.6 millones de personas eran víctimas de la esclavitud moderna, de las cuales 27.6 millones eran personas que estaban obligadas a trabajar y 22 millones se encontraban inmersas en un matrimonio forzado, lo que significa que una de cada 150 personas en el mundo es víctima de esclavitud moderna.
Según un estudio realizado en 2021 por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), una de cada cuatro niñas contrajo matrimonio por primera vez o mantenía una unión temprana antes de cumplir los 18 años en América Latina y el Caribe a causa de las desigualdades de género, violencia, pobreza, abandono escolar, embarazo adolescente y políticas “inadecuadas, limitadas o inexistentes, que ponen en riesgo el presente y futuro de niñas y adolescentes”.
En 2020, 153 mil 485 mujeres de entre 12 y 17 años había tenido al menos un hijo vivo nacido, de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) documentadas por la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim).
En 2020, Redim, junto a otras organizaciones como Save the Children y Tejiendo Redes Infancia en América Latina y el Caribe destacan que de las 153 mil 485 mujeres de entre 12 y 17 años con al menos un hijo, el 80 por ciento está dentro de una unión arreglada, es decir que son vendidas.
La restricción para contraer matrimonio a partir de los 18 años formaba parte del Código Civil de algunas entidades federativas desde antes de la promulgación de la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes en 2015, pero se hizo a nivel nacional en 2019 cuando se incorporó en el Código Civil Federal.
MÉXICO AVANZA EN PROBLEMA DE EMBARAZO ADOLESCENTE, PERO FALTA: EXPERTO
A pesar de que México tiene un problema de altos índices de embarazo infantil y adolescente, la implementación de programas públicos y alianzas con el sector privado y Organizaciones No Gubernamentales (ONGs) han permitido avances en la prevención y uso de métodos anticonceptivos, evaluó el doctor Carlos Lejtik, experto en salud femenina.
“Algo estamos haciendo bien, pero falta mucha educación sexual, planificación familiar, aunque vamos por buen camino”, aseguró el médico de salud femenina de Pfizer México en entrevista con SinEmbargo por el Día Mundial de la Prevención del Embarazo en Adolescentes, que se conmemora los 26 de septiembre de cada año.
El médico citó a la Estrategia Nacional para la Prevención del Embarazo no Planeado en Adolescentes (ENAPEA), implementada por el Gobierno federal, como una de las principales campañas para frenar embarazos en menores de edad. “Sin duda tiene que ver, es un esfuerzo conjunto tanto de estas iniciativas para justamente prevenir, pero también del sector privado, un esfuerzo conjunto. Yo creo que tendríamos que darle más difusión a este tipo de programas”, indicó.
El objetivo de la ENAPEA es disminuir a cero los nacimientos en niñas de 10 a 14 años y reducir en un 50 por ciento la tasa especifica de fecundidad de las adolescentes de 15 a 19 años (TEF15-19) para el año 2030.
Para Lejtik, el objetivo final deber ser “concientizar, y sobre todo que las mujeres puedan tener la capacidad de decidir sobre su propia y sobre su propia vida reproductiva”. “Hay muchos métodos anticonceptivos, hay muchas opciones, el objetivo es darlas a conocer y llegar a donde no estamos llegando aún”, indicó.
Y es que las cifras son contundentes. En 2021, más de 263 mil adolescentes de entre 15 y 19 años se convirtieron en madres, lo que representó 16 por ciento del total de nacimientos en el país, de acuerdo con Karla Berdichevsky Feldman, directora del Centro Nacional de Equidad de Género y Salud Reproductiva (CNEGSR). Entre las naciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), México ocupa el primer lugar en embarazos en adolescentes.
De acuerdo con los datos de la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (ENADID) del 2018 para el grupo de 15 a 19 años, la edad promedio del inicio de la vida sexual es de 17.5 años y la tasa específica de fecundidad es de 70.6 nacimientos por cada mil mujeres de este grupo de edad, la cual se redujo para ese año con respecto al lustro anterior un 8.3 por ciento.
Pero Berdichevsky Feldman añadió que una de cada cinco mujeres de 19 años y menos ha tenido más de un embarazo, situación que pudo evitarse o postergarse con el uso adecuado de métodos anticonceptivos modernos.
Y es que datos oficiales de la ENADID 2018 indican que cuatro de cada 10 adolescentes de 15 a 19 años no utiliza ningún método anticonceptivo en su primera relación sexual, un dato que cambiaría radicalmente si la difusión y la educación sexual llegaran a los sitios donde no están llegando, de acuerdo con Lejtik.
Un dato positivo es que hubo un incremento del 2.3 por ciento en cuatro años (de 2014 a 2018), pero aún así el sector 15-19 años aún se encuentra casi 15 puntos por debajo del promedio nacional y es el más bajo de todos los grupos de edad reportados. “De estar sin hacer nada a tener esfuerzos concretos es bueno. Vamos a pasos fuertes, a lo mejor no tan grandes como quisiéramos, pero son fuertes. Entre más se difunda [información sobre educación sexual] y se forme consciencia, va a ir mejorando poco a poco”, indicó el médico.
Lejtik también indicó que la educación sexual debe empezar desde niños. “Con expertos para cada rango de edad, hay expertos para las niñas y niños de 10, 11 años, y para los adolescentes de 17 años. Se tienen que hacer programas, no sólo de cuestión pública, sino de la iniciativa privada, para que tengan impulso y también las ONGs para difundir”, señaló.
En ello, coincidió con la experta Aline García Cortés, de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México, “La salud sexual se tiene que adecuar a los términos que cada población entienda; desde las etapas preescolar y escolar hay que llamar a las partes del cuerpo por su nombre e implementar métodos anticonceptivos una vez que la edad avance”, afirmó en septiembre del año pasado en declaraciones a la página oficial universitaria.
García Cortés señaló que las religiones aún tienen impacto en la sexualidad, la cual es vista como tabú o algo prohibido. Por esas creencias, los adolescentes sienten vergüenza o miedo de acudir con sus padres o a un centro de salud para iniciar un método de planificación familiar. “Es una barrera que se debería quitar para mejorar las opciones y herramientas que deben tener, y que son parte de los derechos sexuales”, indicó.
Un adolescente puede pedir su método anticonceptivo sin estar acompañado de un tutor; puede hacer valer sus derechos reproductivos y llevar a cabo una sexualidad de forma responsable, concluyó.
A pesar de que la mayoría de los embarazos vienen de zonas de vulnerabilidad económica y bajo nivel adquisitivo, “no es un fenómeno exclusivo”, añadió el médico. “El embarazo adolescente se da en todos niveles, y eso nos preocupa, porque tenemos que actuar en tantos niveles y en tan amplia población es muy difícil, pero a pesar de que los avances no son los que uno quisiera ver, no quiere decir que vamos a dejarlos de impulsar para poner un granito de arena”, aseveró.
Cuestionado por el matrimonio forzado que se da en algunas zonas del país –situación que varias ONGs han denunciado como un foco de embarazo infantil–, Lejtik expresó que, a pesar de que no pueden enfrentarse los usos y costumbres de una determinada población, sí se puede “llegar a esas comunidades y ofrecerles a usuarias y pacientes los métodos anticonceptivos que sean de un poco más de duración o que sean más fáciles de aplicar, o incluso que ellas mismas puedan autoaplicárselas a un mayor tiempo. Con eso también quitas participación de otros y le dejas la decisión a la mujer y eso es muy valioso”, concluyó.
Precisamente este lunes, en el marco del Día Mundial de la Prevención del Embarazo en Adolescentes, la Secretaría de Salud (SSa), a través del CNEGSR, junto con el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), presentaron la Guía para la prescripción de métodos anticonceptivos reversibles de acción prolongada (ARAP) en la población adolescente, “documento técnico que contribuirá a evitar el embarazo no deseado y a postergar la edad de inicio de la maternidad”, informó la dependencia federal.