El vertiginoso salto de la ciencia ha dado paso al turismo de viajes espaciales. Un experto reflexiona al respecto y plantea que dichos avances darán paso al nacimiento del primer bebé fuera de la Tierra, además de progreso en el ámbito farmacéutico.
Marbella (Málaga, España), 22 sep (EFE).- El especialista británico en desarrollo de vuelos espaciales tripulados de Axiom (constructora de la primera estación espacial privada), Simon Jenner, asegura que se vive un momento asombroso en el ámbito espacial y vaticina que esta generación verá nacer al primer bebé en el espacio.
Fabricar órganos en 3D o implantes en un módulo interestelar, plantar y cultivar semillas en la luna o viajar por el cosmos por el propio placer de conocer lo que hay más allá de las fronteras de la tierra son algunas de las propuestas planteadas en el congreso de turismo espacial y subacuático SUTUS, que arrancó en Marbella (sur de España) con la participación de varios especialistas en la materia.
El turismo espacial no es un proyecto de futuro sino del presente, afirma Jenner durante el encuentro de turismo espacial organizado por la escuela de hostelería internacional Les Roches de Marbella (Málaga).
Jenner, que explicó que Axiom pretende mejorar la estación espacial ISS que cuenta con más de 20 años y cuyas instalaciones resultan obsoletas, destaca que el espacio ofrece muchas oportunidades también en sectores como el farmacéutico o la medicina.
A este respecto insiste en que en un futuro no muy lejano se podrán fabricar, entre otros, órganos con biotecnología 3D o implantes personalizados para seres humanos.
Por su parte, el científico francés de la Agencia Espacial Europea (ESA) y director del grupo de trabajo Exploración Lunar, Bernard Foing, centró su intervención en la expansión del hombre a la luna y las posibilidades que esta puede ofrecer a la agricultura.
Plantar y cultivar semillas fuera del planeta es un reto en el horizonte en el que actualmente se está trabajando y tal vez en unas decenas de años viajar a la luna de forma habitual sea una realidad, apunta Foing, que considera que para ello es necesario que las próximas generaciones estén comprometidas con estos proyectos.