Jaime García Chávez
22/07/2024 - 12:01 am
Abrir compuertas a la deliberación
Este foro podría proclamar un pronunciamiento inicial que marque pautas y lineamientos, hasta donde sea posible, respetando a todos sus adherentes y significándose por pretender un espacio de interlocución que centre sus objetivos en la ciudadanía, que siempre debe estar presente y actuante.
Hace unos cuantos días concluí un viaje a la Ciudad de México, tuve la oportunidad de conversar con varios políticos e intelectuales de primer nivel que a lo largo de los últimos años han expresado su disenso con la situación política nacional de los últimos años y, particularmente con el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, su llamada Cuarta Transformación y, por demás está decirlo, la situación poselectoral actual y el futuro Gobierno de la ciudadana Claudia Sheinbaum.
Prácticamente en todas las entrevistas dominó la pregunta “qué hacer” ante una circunstancia tan compleja como la presente y la idea propalada por el oficialismo de que ya nos encontramos a las puertas de un cambio de régimen, que el país ya no estará en el histórico proyecto liberal, republicano, con división de poderes, balanzas, contrapesos, rendición de cuentas y desde luego el acatamiento de los derechos humanos establecidos en la Constitución y que son, además, compromiso internacional.
En las conversaciones fue recurrente recordar que en México hay demócratas que discrepan del oficialismo, pero no únicamente, también antiguos miembros de una izquierda democrática que fue quedando rezagada por muchas razones, pero en particular porque no encontraron su acomodo en los partidos políticos y fueron quedando al margen, sin que su posible vitalidad hacia el futuro esté cancelada.
En conversaciones de esta especie es frecuente encontrar la autocrítica, el reconocimiento de que no se hizo lo suficiente o simplemente lo posible y van derivando el malestar que es natural. Algunos me dijeron con franqueza que estaban en retiro o en vías de hacerlo, otros que el poder establecido iba a ser de tan larga duración, que no había nada qué hacer en lo inmediato. Otros vendrán, se escuchó. Algunos apuntaron que era necesario convocar a la creación de un nuevo partido y hasta aludieron al papel que jugó recientemente la llamada Marea Rosa, la multicolor oposición que impugnó el intervencionismo del Presidente de la República en los comicios del 2 de junio. Los más afirmaron que continuarán con sus entregas periodísticas, levantando la voz y sembrando ideas a los cuatro vientos. Todas estas son ideas y actitudes altamente respetables, para mi basta y sobra que se trata de hombres y mujeres con muchos años de historia, congruencia, entrega y en algunos casos obra publicada notable para entender a nuestro México.
Pienso que no hay condiciones para convocar de pronto a un partido político. Estas instituciones hoy por hoy están desprestigiadas, sin excepción, aunque reconozco que son indispensables para participar en los procesos electorales y seguir alimentando la necesidad de la competencia por el poder, ya que eso fortalece el ideal en favor del sistema democrático.
Mi modesta propuesta fue que se convoque a un foro de hombres y mujeres libres, que al margen de todo elitismo tengan una trayectoria respetable en sus comunidades y convertirlo en un espacio que recupere la deliberación pública en torno a los grandes problemas nacionales, que defina claramente los motivos de disenso que polarizan a la sociedad mexicana para abatirlo y que genere iniciativas que vayan mucho más lejos de la simple búsqueda de cargos públicos, de elección popular o de nombramiento. Está claro para mí que un foro de esta especie debe alejarse de la práctica recurrente de convocar sólo a los círculos de amigos de la capital de la República. Debe estar abierto a lo que se mueve en todas las entidades.
Este foro podría proclamar un pronunciamiento inicial que marque pautas y lineamientos, hasta donde sea posible, respetando a todos sus adherentes y significándose por pretender un espacio de interlocución que centre sus objetivos en la ciudadanía, que siempre debe estar presente y actuante.
Que hable fuerte cuando esto sea indispensable y que module cuando se abran espacios a los ejercicios de las libertades y de la apertura de la política fuera de toda pretensión monopólica y de corte totalitario, sin que al pronunciar esta palabra le dé una fuerza especial. O sugiera paralelismos históricos.
Como propósito estaría restarle fuerza a la política de adversarios que transpira entre el morenismo triunfante y que afirma ir por el poder total. México necesita un espacio para la libertad y hay que construirlo justo a las puertas de un nuevo Gobierno.
Sobre estas ideas se conversó abundantemente, no doy el nombre de los contertulios porque no tengo la autorización. Pero ellos saben que hubo este intercambio de ideas.
Cuando regresé a Chihuahua leí, en el periódico Reforma, un texto de Roberto Zamarripa y encontré, lo que es ordinario, que estas ideas están presentes en muchas y diversas cabezas que reflexionan sobre el momento mexicano que vivimos.
Ojalá.
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