En la búsqueda de Dylan Esaú Gómez Pérez, que había sido reportado como desaparecido, los fiscales del estado sureño de Chiapas dieron con una vivienda en San Cristóbal donde 23 menores de edad que habían sido secuestrados estaban retenidos en condiciones deplorables y eran obligados a vender baratijas y artesanías en la calle.
Ciudad de México, 22 de julio (AP) — Un escándalo por el secuestro y explotación de menores en la ciudad sureña mexicana de San Cristóbal de las Casas se amplió el miércoles al entregar los fiscales evidencia adicional de que una mujer aparentemente utilizó a otros niños para ayudarle a secuestrar a un pequeño de dos años.
En la búsqueda de Dylan Esaú Gómez Pérez, que había sido reportado como desaparecido, los fiscales del estado sureño de Chiapas dieron con una vivienda en San Cristóbal donde 23 menores de edad que habían sido secuestrados estaban retenidos en condiciones deplorables y eran obligados a vender baratijas y artesanías en la calle.
Pero Dylan, que cumple tres años en noviembre, no estaba allí.
Luego de revisar las grabaciones de las cámaras de vigilancia, el Fiscal general de Chiapas, Jorge Llaven, dijo que se pudo observar que un niño y una niña, ambos de unos 12 años, hablaban con una mujer que es sospechosa del secuestro ocurrido el 30 de junio. Llaven identificó a la mujer por el nombre de “Ofelia” y ofreció una recompensa de 300 mil pesos por información sobre su paradero o el del niño desaparecido.
En imágenes extraídas de las cámaras, el niño y la niña ingresan a un mercado público de la ciudad colonial, donde la madre de Dylan trabaja. Dylan parece seguir al niño, y luego la niña lo toma de la chaqueta por la espalda y sale del mercado con él. Posteriormente, la menor regresa sola, aparentemente tras haber entregado al niño desaparecido a alguien más.
Llaven dijo el martes que en una búsqueda realizada el lunes, relacionada con la desaparición de Dylan, se halló una casa donde los niños —la mayoría de entre dos y 15 años de edad, salvo tres infantes de entre tres y 20 meses— eran obligados a vender baratijas en la calle.
“Además les obligaban a regresar con una cuota mínima de dinero para que tuvieran derecho a alimentos y a dormir en la casa”, dijo Llaven.
San Cristóbal es una pintoresca ciudad popular entre los turistas con una amplia población indígena. No es inusual ver a niños y adultos vendiendo artesanías locales, como esculturas y textiles bordados, en sus estrechas calles adoquinadas.
Pero pocos visitantes sospechaban que algunos de los niños que venden artesanías habían sido robados de sus casas.
La Fiscalía de Chiapas indicó en un comunicado que los menores de edad “eran obligados a vender artesanías en el centro de la ciudad mediante violencia física y psicológica” y que “mostraron desnutrición y condiciones precarias”.
Muchos de los pequeños dormían en lo que parecían ser láminas de cartón y frazadas sobre un suelo de cemento, según un video presentado por los fiscales. Tres mujeres han sido detenidas en el caso y podrían enfrentar cargos de tráfico de personas y de trabajos forzados.
Dylan estaba con su madre, Juana Pérez, en el mercado el día que fue secuestrado.
Pérez, quien viajó a la Ciudad de México para pedirle al Presidente Andrés Manuel López Obrador que le ayude a encontrar a su hijo, trabaja en el mercado vendiendo frutas y verduras. Dijo que su hijo a veces se alejaba para jugar, pero que nunca se habían robado niños allí.
El padre del niño emigró a California para buscar trabajo, por lo que Pérez, de 23 años, ha tenido que mantener sola a Dylan y a otra hija.